Fundalanavial — La Cuarta en la Quinta

Crónica de una entrevista laboral

La experiencia de traspasar los linderos etáreos es siempre una aventura. Dejar la edad infantil y emprender el viaje hacia la adolescencia siempre ha sido emocionante. Iniciar la adultez con la tardía adolescencia todavía pisándonos los talones; avanzar en la madurez, con sus crisis, divorcios, hijos, responsabilidades y continuar el camino hacia la Tercera Edad, son etapas de eso que solemos llamar La Vida.

Ya conocíamos del proverbial rechazo que en nuestro país siempre hubo hacia el adulto mayor —esos seres que arrumaban en el último cuarto de las casas —en donde confinaban a los "viejos" y a las "viejas"—, a esperar de que el carro fúnebre les diera el último empujoncito hacia la eternidad.

La historia va así: Después de haber ido a dejar mi Resumen Curricular en una institución del ESTADO REVOLUCIONARIO-SOCIALISTA, llamada Fundalanavial, recibí una llamada telefónica para que me presentara a una entrevista de trabajo.

Fui recibido en la oficina de Recursos Humanos, donde llené los formularios de rigor. Todo se desarrollaba de manera normal, hasta que comenzó la entrevista con la Jefa de Recursos Humanos, que en primer termino me hizo saber displicente que: —No tenía mucho tiempo— que me iba a atender aunque estaba elaborando un Acta de entrega de no sé qué...

La primera pregunta fue: —¿Quién le recomendó con el coronel? Se refería al militar que dirige esa institución. La pregunta de la Jefa de Recursos Humanos me retrotrajo a la Cuarta República; fue lo que llaman los entendidos un Deja vú. De pronto me vi en la época en la que para buscar trabajo te pedían un carnet de Acción Democrática... Y como a mí nadie me había recomendado con ningún coronel, respondí que no.

A mí respuesta el rostro de la mujer se demudó en un rictus de molestia y atacó de nuevo: —¿Entonces cómo llegó hasta aquí?. Le dije que unas colegas me habían comentado lo de la vacante y que en internet está publicada la solicitud de personal.

Voy a saltarme los detalles relativos al sueldo, porque como persona de convicciones de izquierda, no espero de la administración pública grandes ingresos, sino la oportunidad de aportar mí experiencia al tan ansiado proyecto de la Revolución Socialista Venezolana.

La entrevista puede resumirse como una serie de pretextos esgrimidos por la entrevistadora para desalentarme de ingresar a esa organización, y mis respuestas, las de una persona con conocimiento, experiencia y un currículum blindado por los cuatro costados y sobredimensionado, ya que entre los requisitos no se mencionaba el dominio de tres lenguas extranjeras.

La escaramuza llegó a su fin cuando la brillante Jefa de Recursos Humanos preguntó mí edad: "Sesenta", respondí con la seguridad que esa cifra otorga a un profesional de experiencia.

—¿Y usted se siente bien? Digo, continuó ella, me refiero a sus años... Ese si es un verdadero impedimento. Usted es de la Tercera Edad y bueno...— . La atajé en la frase y le dije: "¡Ah!, usted se refiere a que soy "viejo". A lo que la brillante Jefa de Recursos Humanos respondió que bueno, que ella se refería a que soy de la Tercera Edad y que por lo tanto ¡eso me descalifica para optar al cargo!

Hasta aquí la entrevista.

Abandoné la oficina de la brillante Jefa de Asuntos Públicos con un dejo de lástima.

Si Chávez estuviera vivo sería un año MÁS VIEJO que yo; probablemente muchos, pero muchísimos líderes de esta revolución ya han dejado bien atrás los sesenta años.

Las gran mayoría de las personas más lúcidas que he conocido y que he leído, son mayores de sesenta años. Muchas de las personas más divertidas e inteligentes que conozco —y que son mis amigos— son jóvenes cuyas edades oscilan entre los 30 y los 50 años. Tengo varios amigos y amigas que cuentan entre 70 y 83 años; gente fresca con ideas extraordinarias, que cada vez me convencen más y más que vale la pena llegar hasta allá con ese espíritu fresco y jovial que admiro.

Por suerte, la República Bolivariana de Venezuela cuenta mayoritariamente con gente con una mentalidad de avanzada que vieron siempre en Marío Benedetti, Eduardo Galeano, Pepe Mujica, Lula Da Silva, Daniel Ortega, Raúl y Fidel Castro, Josip Broz Tito, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, María León, Soto Rojas, Giordani y muchísimos tantos más; gente no de la Tercera Edad, sino de primera categoría como humanistas y luchadores por un mundo mejor.

Por tanto, quiero dejar una reflexión dirigida a quienes están al frente de instituciones del Estado: La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se destaca por su carácter inclusivo, contra la discriminación de cualquier índole. No lo olviden.

Nuestro país ahora brinda una excelente atención a las personas mayores gracias al legado de Chávez y la continuidad que le ha dado a esas políticas Nicolás Maduro —Jefe de la Fuerza Armada Bolivariana—a la que pertenecen muchos oficiales mayores de 60 años, que permanecen al frente de instituciones.

De ahora en adelante sabré evitar los herméticos portones de la organización a la que me he referido y que tanto necesita del huracán revolucionario de Chávez para que le borre esa vetusta impronta de claustro medieval.

Ps: Al que no le guste la Tercera Edad sólo resta pedirle a dios que no envejezca.

Macaurelio Rodríguez

Periodista/Politólogo/Docente/Escritor.

 



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Marco Aurelio Rodríguez


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