Para el año 1932, no existían en la Venezuela de entonces asociaciones gremiales, ni sindicatos de obreros. Sin embargo, algunos Maestros, entre ellos Prieto Figueroa, Miguel Suniaga, Víctor Orozco, Luis Padrino y otros osados pedagogos decidieron dar el ejemplo, construir las bases, concibieron la idea de agruparse en una asociación; fue esta una manera de desafiar al régimen y de invitar a la unión en pro de un ideal común. Nacía la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP), institución creada el 15 de enero de 1932, hace 84 años, con el fin de defender los intereses de los maestros, proteger al niño venezolano e incrementar la calidad de la educación impartida; casi a la par de este acontecimiento nace el primer órgano divulgativo de las ideas del magisterio, LA REVISTA PEDAGÓGICA; y en el año 1934, fue creado el Seminario pedagógico, como un espacio académico para discutir sus ideas, sus investigaciones y quehacer político, ideológico del momento, es decir de manera concreta un lugar para la batalla de las ideas. Es decir, que esos años de la década del treinta del siglo XX, fueron momentos estelares vividos, protagonizados por hombres y mujeres, por los maestros y para la naciente organización del magisterio venezolano.
La aparición tímida y arriesgada de la sociedad de maestros en el escenario político, surge planteando y elaborando propuestas educativas desde la realidad misma, asumiendo como valores la defensa de la educación publica, de carácter científico, laica, popular y democrática. Durante todo ese lapso y a partir del año 1936, incluyendo los momentos políticos y de efervescencia popular, marcaron siempre el tema de la educación con enfrentamientos donde la jerarquía de la iglesia tomo partido para alienarse a las posturas mas conservadoras y contrarias a la concepción de la educación como asunto publico y derecho humano.
Ser MAESTRO, así con mayúscula, en primera clase, siempre ha sido una actividad de mucho riesgo, ya que su función fundamental es abrir y despejar el camino para el conocimiento, es ayudar a descubrir las realidades ocultas dentro de la maraña social, conocerla, estudiarla para luego ser capaz de transformarla y adaptarla a las necesidades del común de la gente; esta función cuando se cumple y se asume a cabalidad, pues el docente es mucho más que el trasmisor operativo del saber, lo es también junto con sus alumnos, la comunidad el protagonista por excelencia, es la conciencia que indica el sendero a seguir, proponiendo soluciones, es sujeto y actor de la historia de un pueblo, es su ductor mayor, actividad humana que va más allá de la nobleza y abnegación, que no pocas veces genera enfrentamientos y contradicciones en su praxis educativa contra el orden establecido en cualquier latitud, pues la educación desde tiempos remotos siempre ha tenido carácter subversivo, ya que el hecho educativo que se cumple a través del Docente que es quien entrega las herramientas conceptúales para sacar de la ignorancia a sus semejantes.
Lucha frontal contra el burocratismo: La burocracia en educación ha devenido en lo que se llama un "espíritu de casta", que abre brechas entre funcionario y público, es el poder o gobierno de oficina que se impone para desacreditar y desvirtuar las políticas educativas, atribuyéndose el patrimonio de lo universal, actuando como propietarios privados de los recursos públicos, tratando y disponiendo de los demás como si fueran objetos y no personas.
El MAESTRO, como preceptor de la comunidad debe asumirse como intelectual fronterizo, activista social, investigador critico, agente moral, trabajador católico insurgente, filósofo radical y revolucionario político.
El Educador de hoy, desde una teoría de la liberación, tiene que ayudar al desarrollo del alumno en su aspecto social, intelectual y afectivo, haciendo de ÉL, un elemento socialmente comprometido consigo mismo y con el colectivo al cual pertenece.
