A las rebeldes, insumisas, guerreras, insurrectas, subversivas y revolucionarias

"Tenemos los labios abiertos/Denunciando la violencia/Que la realidad silencia". Gabriela Fagetti.

En el marco del Día Internacional de la Mujer trabajadora, hacemos un homenaje a todas las luchadoras, mujeres que han hecho y siguen construyendo historia, a quienes han buscado y aún hoy buscan la total emancipación de la mujer y su exaltación como pilar fundamental en la transformación de esta sociedad; a las madres cabezas de hogar, a las madres de los asesinados en los Falsos Positivos, a las amas de casa; a las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes; a la mujer profesional, estudiante, trabajadora sexual; a las activistas y defensoras de derechos humanos, a las presas políticas, a las combatientes, a todas las mujeres, abuelas, niñas y a todas que han sido víctimas en este conflicto armado, social y político, pero que no se conforman con lo que el Estado machista les ofrece, sino por el contrario le apuestan a la construcción de una paz con vida digna.

Este mes de marzo, el capitalismo ha caracterizado el Día de la Mujer como una celebración comercial y consumista, donde impone los roles de domesticación, que marginan a la mujer al ámbito privado; así poco a poco desfigura el real significado, el valor histórico y la memoria de aquellas mujeres que fueron incineradas por luchar y exigir sus derechos laborales en un trabajo digno.

Colombia se encuentra inmersa en una crisis humanitaria, producida por el sistema capitalista, colonialista y patriarcal; que atenta contra la soberanía, la vida de los pueblos y del Planeta; que niegan los derechos de las mujeres, acentúa la desigualdad, la discriminación, la exclusión, el hambre, la feminización de la pobreza y la precarización laboral.

Hay 6 millones de desplazados internos de los cuales dos tercios son mujeres, viudas, cabezas de familia, huérfanas, abuelas sin hijos, niñas sin padres, jóvenes de futuro incierto; quienes se ven forzadas a ir al trabajo informal para sobrevivir. Tanto suplicio y tanta penuria nos duelen en el alma, porque ellas son víctimas en condición de muy poca dignidad humana. Ellas son la mayoría de las víctimas y las que están en peores condiciones, en una situación en la que conceptos como igualdad o equidad, las ven más allá de las nubes. Ellas son las más empobrecidas y excluidas, dentro de los empobrecidos y excluidos.

El Estado genocida y machista, día a día violenta y asesina mujeres, en verdaderos crímenes de Estado, como los Feminicidios y el convertir los cuerpos y vidas de las mujeres en objetivos militares y en botines de guerra de las Fuerzas Militares y paramilitares, situación poco visibilizada en el mundo de lo público y lo político.

El Estado ha firmado y ratificado los tratados y convenciones internacionales sobre justicia de género y eliminación de discriminación contra las mujeres, como la Resolución 1325 de 2000 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y las Resoluciones sobre las mujeres, la paz y la seguridad 1820 de 2008, 1882 de 2009, 1888 de 2009, 1889 de 2009 y 1962 de 2010-, además de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, la Convención internacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres de Belém do Pará, la Ley Rosa Elvira Celis, entre otras.

El marco jurídico internacional es bastante amplio, pero no pasa de ser simple retórica, porque al no existir voluntad política del régimen para cumplirlo, se convierte en un obstáculo para la prevención, promoción y protección de los derechos de las mujeres, generando así más impunidad.

El movimiento de mujeres debe estar en primera línea, en la participación de la sociedad dentro de las negociaciones de paz, como sujeto activo, histórico y protagónico, que tiene mucho por decir, exigir y reivindicar. No puede haber una real negociación de paz sin la presencia de las mujeres, su participación es fundamental en la construcción de una nación democrática, equitativa y con justicia social.

Las mujeres son la mitad de la población, la mitad del pueblo y como diría Camilo Torres: "la mujer es el corazón de la revolución".

Enaltecemos las luchadoras del día a día, a todas las rebeldes, insumisas, guerreras, insurrectas, subversivas y revolucionarias, y las invitamos a seguir en pie y con más ímpetu por la real y total dignidad para la mujer, dentro de la emancipación de los pueblos.



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