Razones de peso

Con la verdad ni ofendo, ni temo

Siempre me ha interesado conocer la opinión de los demás sobre determinado tema, cualquiera sea su posición sobre el mismo me causa interés, bien si es a favor o en contra, si coincidimos parcial o total, o también si es lo contrario; lo importante para mí son las motivaciones que le inducen a tomar posición sobre el mismo. Creo en la divergencia y la duda como ya lo he escrito en alguna oportunidad, de hecho recuerdo que hace muchos años discutía con un buen amigo sobre un delicado tema el cual divergíamos; él gozaba de ser un excelente expositor y dada su fortaleza discursiva era un clásico y convincente orador; sin embargo recuerdo que una vez le manifesté que su verdad podía ser real para él, pero yo tenía otra verdad sobre el mismo asunto; lo cierto es que eso no lo convenció mucho, pero así fue, esa es la dialéctica necesaria para ser ético, respeto y tolerancia dirían algunos.

Hoy en medio de esta confrontación nacional, entiendo que esto es así, cada quien tiene una posición política, social o económica sobre el chavismo y el antichavismo e intento comprender ambas posiciones para consolidar la mía. No ha sido fácil, pero lo intento a pesar de las fuertes críticas que ello conlleva. El ataque usual y repetitivo es "¿Por qué tú Henry? como recriminado razones de clase; lo cual me obliga una amarga sonrisa; pues si bien la sociedad me ubicó en ella hoy comprendo que combato con convicción a la mentalidad pequeño burguesa que la inspira. La pequeña burguesía se acopla además a la mentalidad paternalista, rentista y acomodaticia de buena parte de nuestra clase media; una clase que vive en permanente contradicción, e inestabilidad, con miedo permanente a perder lo que nunca ha tenido, sin ahondar que precisamente solo en socialismo lograría poseer la garantía de un estado que velaría por su bienestar.

Es harto conocido que el consumismo no conlleva la felicidad individual, solo disfraza, atenúa el vacío que deja no poder comprar esa felicidad porque ella no es tangible; es un sentimiento que se llena con "las cosas más sencillas" como lo escribió Aquiles Nazoa, o con el amor al prójimo como predicó Jesús de Nazaret, cuando recriminó el egoísmo, la avaricia y la exclusión de los más necesitados, o sea los pobres, esos pobres que recriminan por su condición social y desean marginar de los beneficios que tenemos como Nación. Ahora que conmemoramos la pasión de Cristo, es bueno reflexionar sobre ello, sobre todo en las máximas que tienen que ver con ese amor a los demás, perdonar, tolerar, incluir a quienes consideramos extraños; dejar ese miedo de compartir y de fraguar la esperanza unidos, única forma de salir de esta crisis malsanamente impuesta.

Es por eso que cuando escucho alguien que dice que votó por Chávez pero cambió porque él se convirtió en comunista, o que "hay que salir del bruto de Maduro porque… Chávez era otra cosa", solo hace reafirmar mi convicción de seguir en este proceso inédito, imperfecto, con alguna gente "coleada y corrupta", pero impregnado del aroma de la fe y esperanza, esparcido por ese inmortal hombre, que por su culpa nos tiene atado al ideal de tener Patria Soberana, esa misma a quien buena parte de la clase media pequeña burguesa se burla. Pero en fin, cada día fortalezco mis ideas de pertenencia al ideal de la revolución humanista, solidaria y socialista; a las enseñanzas de Cristo pero nunca la de una iglesia pervertidamente excluyente, corrupta, pederasta y desvirtuada de los principios pregonados por ese Cristo con que avalan tantas desgracias para los pueblos oprimidos.

hernandezarmashenry@gmail.com



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Henry Hernández


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