En el arte de la guerra es normal que ante las dificultades que genera el enemigo se tenga que retroceder y hasta desviar la ruta como elemento táctico para luego avanzar con más brío hacia la victoria pues cualquier otra posibilidad sería tomada como rendición, derrota o traición. Mientras se mantenga intacto el objetivo original y todo nuevo planteamiento estratégico y táctico aporte en esa dirección la moral revolucionaria será el principal soporte para alcanzar la victoria aun después de perder dolorosas batallas. Lo ideal sería ir de victoria en victoria pero sería pretender que el enemigo no es capaz de plantear una buena pelea sobre todo en este escenario donde toda la superestructura económica está a su favor.
La coyuntura actual de avances de la derecha sobre los movimientos de izquierda, antisistema y antiimperialistas de Latinoamérica y a lo interno de cada país plantea una reunificación de la estrategia revolucionaria para poder sortear las dificultades. En Venezuela, el gobierno revolucionario no tuvo otra alternativa que ceder ante las presiones de las leyes económicas capitalistas que lo empujan a tomar medidas derechistas edulcoradas con posiciones populares y una gradualidad pasmosa que si no son acompañadas de señales claras de seguir apuntando hacia la construcción del socialismo, terminan por derrumbar la moral y destruir la cohesión de las fuerzas revolucionarias, principal objetivo del imperio para derrotar la revolución.
Claro está que la nueva política económica apunta a la concreción de equilibrios macroeconómicos, eliminación de subsidios indirectos, eliminación del control de cambio y la sustitución de la economía rentista por una economía productiva. Visto en estos términos simples, nos desplazamos hacia la derecha. El asunto en el presente artículo y por ahora, no es caer en el debate de si son medidas pertinentes o no, el asunto es demostrarle a nuestra gente ¿Dónde está el socialismo?, ¿Dónde quedó el Plan de la Patria? en esta nueva estratégica económica.
No es solo que resulta un milagro escuchar a un ministro o alto funcionario hablar de socialismo, que en muchos casos es mejor para no rallar tanto el concepto con estupideces con apellido socialita, es que la mayoría de ellos han abandonado las perspectivas de la construcción del socialismo y estimulan con su "ejemplo" a que la burocracia del poder constituido retome en su arsenal de medidas las que aprendieron en sus cursos universitarios y en los medios de comunicación burgueses. Lo común es escuchar en ellos: se acabó el tiempo de los subsidios, el estado es mal gestor, hay que salir de las empresas improductivas, hay que devaluar, y un sin fin de etcéteras con el mismo desparpajo que usa la derecha sin siquiera estimar su impacto social ni mucho menos cuanto nos aleja del plan de la patria y de la construcción del socialismo.
Dudo mucho que nuestro camarada presidente Nicolás Maduro esté pensando virar a la derecha como una forma de eludir los ataques de la oligarquía nacional e internacional, (recordemos que Dilma en Brasil, Cristina en Argentina y Correa en Ecuador han diseñado políticas económicas más "amistosas" con las leyes económicas de la derecha e igual están siendo atacados despiadadamente por el imperio y sus lacayos nacionales), pero tampoco muestra el camino con contundencia para avanzar en esta coyuntura en la construcción del socialismo, al menos, no se manifieste su direccionamiento en las gestiones de la mayoría de sus ministros.
Es natural que nuestras empresas "socialistas" tengan enormes dificultades para la gestión pues lo que ha hecho la revolución en la mayoría de ellas es asumir el control estatal dejando intactas sus estructuras burocráticas capitalistas capaces de funcionar bajo la absoluta discreción de "jefes" que toman decisiones verticales a espaldas de la clase trabajadora, y aunque algunos de estos jefes estén preñados de buena voluntad, la misma estructura les impide "parir" decisiones efectivas para el bienestar del pueblo en general y de su clase trabajadora en particular. Sin embargo, lo que más dificulta la gestión de las empresas socialistas, sobre todo las que han emprendido modificaciones tendientes al control obrero o la cogestión es la superestructura económica capitalista nacional e internacional que bloquea inmediatamente a las pequeñas "islas" que se atreven a desafiar el sistema hegemónico, sacándolas de la cadena productiva ya sea bloqueando créditos, impidiendo el acceso a materias primas y otros insumos, repuestos, accesorios y maquinarias, servicios, distribución. A estas presiones sobreviven solo las grandes empresas capaces de contratar altos montos, irresistibles para el entramado productivo capitalista, sino puedes contra ellas, explótalas, sácale el jugo.
Ante estas dificultades ¿Qué hacemos: Nos rendimos? O peleamos.
Presidente la única manera que la revolución se haga irreversible, incluso aun perdiendo el poder político, es empoderando al pueblo en el control de la economía y esto pasa por el fortalecimiento de las organizaciones del poder popular en las comunas, consejos comunales, consejos de trabajadores y cualquier otras instancias de participación colectiva, no engrosando los números de "victorias" de un ministerio ni otorgándoles "cobres" para que se calmen sino impulsando su participación real en el control de la economía y la política. Acabemos con el "terror" que le tenemos los burócratas al control obrero y a la cogestión, que permite a los responsables de empresas estatales, instituciones, ministros, alcaldes, gobernadores manejar a discreción los activos del pueblo, con el inminente riesgo de caer en la corrupción y la negligencia al permitírseles "pagarse y darse el vuelto" en la administración pública.
Concentremos los esfuerzos de la burocracia institucional en estimular la creación de cadenas productivas integrales que disminuyan la capacidad de saboteo de las empresas capitalistas en las áreas más delicadas como alimentación y salud en sus rubros básicos y dejemos que sea el pueblo quien salve al pueblo ejerciendo efectivamente el control de la gestión y cuando estén suficientemente organizados y formados permitir la cogestión de los medios de producción del estado, impulsando, al mismo tiempo, el fortalecimiento del control obrero dentro de las empresas privadas.
Solo el pueblo salva al pueblo y este debe entender que por razones de mal formaciones ideológicas o por trampas de la burocraciá heredada capitalista los "líderes" institucionales y partidistas se resistirán a entregar todo el poder al pueblo por lo que no tiene otra alternativa que rebelarse ante el poder constituido y construir instancias de poder cada vez más sólidas, democráticas y participativas en el entorno social donde se desempeña, debemos asumir el control obrero como primera instancia hasta alcanzar una cogestión eficiente en donde el estado planifique y pueblo y trabajadores ejecuten y controlen, asumir el control social, político y económico de nuestros territorios organizados en comunas arrebatándole poder a alcaldes, gobernadores y empresas scapitalistas, penetrar las estructuras del partido hasta desterrar las parcelas de poder y los caudillos antidemocráticos y la manera más pronta para materializar está rebelión es garantizando que la revolución sea gobierno y que el camarada Maduro se mantenga en el poder cumpliendo las instrucciones de Chávez y el plan de la patria.
Mientras más arrecha sea la coyuntura, mayores y más solidos serán los pasos que avancemos al derrotarlas, por eso, no hay tiempo para tristezas, ni para lamentos por lo que no se ha hecho, VAMOS A HACER CARAJO.
"Resignarse y dejar de insistir es como ver a alguien ahogándose y dejarlo morir" (El residente Calle 13). Chávez se nos ahoga y NO LO DEJAREMOS MORIR