La misoginia en la política

No porque Margaret Thatcher fuera Primera Ministra del Reino Unido, Condoleezza Rice e Hillary Clinton Secretarias de Estado en la primera potencia militar del mundo y ahora esta última precandidata del partido demócrata en EEUU para la presidencia de esa nación, la misoginia está ausente en la política internacional en los países occidentales o el llamado primer mundo. Todas ellas han tenido que adquirir rasgos masculinos, en sus aspectos negativos, como por ejemplo, la rigidez, la crueldad, el autoritarismo, para acceder y mantenerse en el poder. Baste recordar la reacción de la exsenadora del Partido Demócrata por el estado de Nueva York cuando la intervención de su país en Libia logró su cometido: asesinar salvajemente a Muammar Kaddafi.

Aquí en América Latina la ultraderecha misógina (aunque es una redundancia) está gozando un puyero mandando a la hoguera del desprestigio y la defenestración a mujeres, líderes fundamentales de Argentina y Brasil, como Cristina y Dilma. En Venezuela, el gobernador itinerante del estado Miranda se complace en atacar la dignidad de la Presidenta del Consejo Nacional Electoral y en poner en twitter una etiqueta #CarcelParaTibisayLucena en su contra sin ningún escrúpulo. Para vergüenza nuestra, otras mujeres han apoyado esta iniciativa. La idea es que lo nuevo que representa la participación de la mujer en la política, en las luchas sociales, en la conquistas de sus derechos, no se desarrolle y expanda, porque esto significa realmente profundas transformaciones en el planeta.

En contraste, el proceso bolivariano ha enaltecido a la mujer venezolana, poniéndola en cargos de alta responsabilidad en la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía General de la República, la Contraloría General de la República, Asamblea Nacional, Ministerios, Asambleas Legislativas y pare de contar. Y no sólo en la administración pública y en los diferentes poderes del estado. Las mujeres han escrito hermosas páginas en la historia de estos 17 años de revolución bolivariana en las coyunturas más álgidas que hemos vivido, como en la Constituyente, el rescate de nuestro Presidente Chávez y la lucha por recuperar el proceso bolivariano el 11,12,13, en el Paro Petrolero, en la construcción del Poder Popular y ahora en la defensa de la memoria de los caídos en la guarimbas.

Paradójicamente en este último caso, las mujeres del Comité de Víctimas de la Guarimbas y el Golpe Continuado han tenido que enfrentarse a otras mujeres que como en el norte violento y brutal adquieren rasgos negativos de lo masculino para ver quién es más cruel cuando en el caso de Lilian Tintori se burla del dolor de las víctimas por el asesinato de sus familiares al poner en duda la autenticidad de sus sentimientos. Es decir, la misoginia no es patrimonio de los hombres porque es propia de una mentalidad patriarcal, machista, que cree en la superioridad masculina aunque se disfrace de actitudes arrogantes por parte de aquellas mujeres que le sirven a proyectos políticos que niegan oportunidades y derechos a las mujeres, y lo que es más importante, la posibilidad que los rasgos positivos de lo femenino comiencen a prevalecer en nuestra cultura.

Cristina, Dilma, Tibisay como las mujeres de antaño que eran arrojadas a la hoguera por múltiples razones que según Wikipedia podían ser la traición, la brujería y la herejía, fueron forjadas en largos procesos políticos, sociales de lucha a favor de los pueblos los cuales de alguna manera se convirtieron en iniciáticos para sus vidas y le sembraron profundamente el verdadero valor y sentido de la misión que ellas aún tienen ante la sociedad y la historia. Para los que ven sólo los árboles, las derrotas se avecinan, para los que ven el bosque la victoria es segura. Mantengamos en nuestros corazones como un verdadero escudo protector a nuestra revolución bolivariana y chavista a tantas mujeres de ayer y de hoy que revolucionaron todos los ámbitos como Manuela Saenz, Luisa Cáceres, Josefa Camejo, Juana Ramírez, Argelia Laya, Teresa Carreño y tantas otras. Es la conjura contra la misoginia.



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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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