El hambre desmoronó los sueños

Aunque el gobierno había inventado cualquier cantidad de organismos o instrumentos para potenciar la producción y distribución de alimentos, en aras de acabar con el bachaqueo, la usura, la inflación, el acaparamiento, la especulación, la escasez y las colas, había graduado cualquier cantidad de fiscales que cuidarían de la seguridad y de la integridad del pueblo.

Aunque el gobierno y sus dirigentes hacían hasta lo imposible por darle solución a la problemática que azotaba al país, aún sus repuestas a la crisis habían sido estériles e infructuosas, no había habido una repuesta contundente, y sin ánimo de invisibilizar los esfuerzos loables del gobierno, las soluciones propuestas no habían sido radicales, no pasaban de crear expectativas, no pasaban de ser amenacitas adornadas de bravuconerías en contra de los culpables y no se había tenido los suficientes cojones, para darle en la madre a los causantes de toda la miseria hambre, caos y desabastecimiento inducido.

La situación cada vez empeoraba más, la comida escaseaba, la gente medio comía y el hambre se fue haciendo mayor de edad. Se hizo insoportable la situación por la falta de alimento y fueron muchos lo que murieron a mengua sin probar un bocado; tan así, que a la gente no le quedó más alternativa que comerse entre ellos mismos, ya fuera porque se comieran su propio cuerpo o porque intercambiaran entre ellos parte u órganos completos por otros. Intercambiaban, brazos piernas, viseras, ojos, lo que tuvieran de sobra y que no les hiciera falta.

Fue tanta el hambre y la necesidad que se desató, que la gente no escatimaba ningún esfuerzo para negociar partes de del cuerpo por lo que fuese, por cualquier alimento de origen animal o vegetal, lo importante era llevar algo para la casa donde los esperaba la familia, la mujer y los niños muertos de hambre.

Cabe señalar que la peor parte la sufrió el pueblo, ya que los apuros económicos, la carencia y la escasez sólo azotó a la clase menos privilegiada, porque a la clase pudiente y lo altos jerarcas del gobierno, los enchufados, a los privilegiados, los conectados con las alturas del poder, jamás se les vio haciendo cola para comprar cualquiera de los productos desaparecidos, jamás pasaron la de Caín haciendo colas, bajo sol y lluvia, para proveerse de los alimentos que escaseaban, nunca fueron presa de los bachaqueros porque en sus despensas nunca les faltó comida y nunca en sus mesas faltaron las exquisiteces a quienes estaban acostumbrados, ni sus bacanales se vieron amenazadas por la maldita guerra económica.

Sólo la gente de a pies eran los que se estaban comiendo entre ellos mismos, los estaban cambiando o negociando lo que fuese posible; por eso no era raro y se había hecho tan normal, oír en cualquier parte o en cualquier esquina:

- Te cambio los cinco dedos del pie derecho por un pedazo de mejilla de la tuyas

- Te cambio media pierna por un brazo, te doy un pedazo de nalga por un muslo

de los tuyos.

- Me quedan dos dedos de la mano derecha, te los cambio por el labio inferior.

- Remato o cambio un litro de sangre.

- Vendo o cambio himen sin estrenar.

Fueron innumerables las negociaciones que se dieron, a tal punto, que se hizo necesario generar nuevas formas, leyes y maneras de comercializar y que se escribieran nuevos manuales sobre negociaciones, transacciones, trueque y cambalaches; por supuesto que este florecimiento, de la comercialización de órganos, también sus pro y sus contras.

Por ejemplo, nunca faltaron los vivos, los que haciendo gala de la viveza criolla, quisieron hacer su agosto, unos porque a cuenta de que tenían los ojos verdes, azules, grises o morados querían sobrevalorarlos o porque hablaban varios idiomas querían vender la legua o cambiarla sobrevalorando su costo en un tres mil o cinco mil por ciento y otros, porque supuestamente eran sangre azul, querían sacarle los ojos a la gente por un litro de sangre.

Hasta los periódicos locales y nacionales hicieron su agosto porque llovieron cantidades incalculables de avisos clasificados rematando u ofertando partes de seres humanos de todo tipo. Tampoco faltaron los degenerados, los empresarios capitalistas, usureros y ladrones de cuello blanco, quienes hicieron grandes negocios con la proliferación del negocios, compraban órganos o seres completos al por mayor, para luego revenderlos o cambiarlos por insumos, víveres, legumbres o por cualquier cosa que se comiera y sirviera para medio paliar el hambre, sacándoles jugosas ganancias que incrementaban sus capitales, engordaban sus riquezas y sus cuentas en los bancos nacionales o en los bancos extranjeros, irrespetando así una vez más los derechos humanos y burlándose del dolor y del hambre de los demás...

Al fin el gobierno se impuso sobre el asedio económico y político. La guerra económica se fue derrotando y en el país comenzó a florecer la esperanza, se respiró otro aire y florecieron los capitales, los anaqueles comenzaron a ser llenados, ahora si parecía que el país iba a salir del atolladero, iba echar para adelante, se vislumbraba un mejor futuro y a la gente se le guindó una sonrisa en el alma, pero con la salvedad que existía un pequeño problema, no había quien trabajara ni motorizara ningún avance, nadie que impulsara la producción y enrumbara la distribución de los alimentos.

Las diferentes proyectos económicos que el gobierno, con todos los hierros, se había dispuesto asumir, se quedaron fríos porque no había quien trabajara, ni nadie que le metiera el pecho a ningún avance y se echara sobre sus hombros el futuro esperanzador. No había nadie que se ocupara y le pusiera corazón porque solo quedaban en el país mochos, tuertos inválidos, incapacitados y discapacitados y cualquier cantidad de lisiados, impedidos, mutilados, tullidos y afines...

que impulsa la maquinaria burocrática?

impulsar los motores del gobierno

Maturín Julio 08-2016



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William Torcátiz

Ingeniero, Poeta, Musico, Chavista. Analista Mayor de Conformación y Seguimiento de Empresas Mixtas Internacionales de PDVSA.

 torcatizw@yahoo.com      @torcatizw

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