Hay quienes no conocen de vacaciones, hay quienes intentan tomarlas y se quedan en casa y hay quienes las combinan con trabajo, sin pensar que el trabajo es alienante, y hay quienes las sufren y otros que las especulan. Este último es el caso al que me referiré.
En tránsito a Mérida en la vía al encantador pueblo de Santo Domingo nos paran promotores de un reconocido hotel cuyo nombre de pescado y propaganda resulta muy azul para quienes caen por inocentes cuando raspan supuesto un premio y resulta que se "han ganado tres día dos noches gratis" en el mencionado recinto.
Cuando el viajero contento reclama el apreciado premio resulta que eso será en temporada baja y que hay que esperar no sé cuantos meses para certificar y disfrutar el premio. En el papel no hay ninguna información sobre las fechas ni tampoco que dicho "galardón" es para tal o cual temporada. Otro promotor te lo dice verbalmente, entonces es cuando te das cuenta que te han engañado que todo era una mentira para meterte en el Hotel y "soñar" con truchas azules.
Me imagino que por allí no ha pasado algún funcionario de Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socio Económicos (SUNDDE), hasta el viernes 12 de agosto de 2016, pero como ahora lo saben los que lean este artículo, entonces entenderán que pescar truchas azules es una mentira, en este caso muchos turistas son pescados por la publicidad engañosa que por supuesto es penada por la Ley.
Luego los vacacionistas quedan azules por los altos precios especialmente de las comidas en muchos restaurantes subiendo hacia Mérida o en la misma ciudad de los Caballeros, a tal extremo que le comente a una trabajadora de uno de esos establecimientos y me indicó con vergüenza como ha mermado el turismo en la zona porque los dueños de los recintos especulan con los precios de las comidas, ella reconoció que esos precios eran extremadamente altos que generan superganancias injustificadas a sus dueños y que sin embargo los afectados eran los trabajadores porque ya ven como a disminuido el flujo de turistas hacia Mérida.
Los "escusados" dueños siempre culpan a los precios de los insumos, ¡ah! y al gobierno por supuesto, claro alguien debe tener la culpa. Más al fondo da flojera buscar las razones reales de esta torcida manera de hacer negocios primero engañando y luego especulando a la gente, cuando de echar culpas se trata se detona Pavlov y el sentido de reflejo condicionado cartelizado por los medios privados de comunicación.
No es mi ánimo desalentar a los que se arriesgan a ir a ver lo parajes más bellos y grandiosos que tiene Venezuela en sus Andes, donde vemos como se ha intensificado la producción de sus campos especialmente en rubros agrícolas cuyos costos allá son solidarios y cuando llegan a Caracas o a la misma Barinas suben como si se tratara de una fiebre especulativa severa don dolores, tal como si fuera una zika económica.
Esperemos que se corrijan estos entuertos, todavía tenemos derecho de soñar.