Ante la violencia evidente que viene ocurriendo ante los ojos de todos es imprescindible comenzar a caminar hacia los terrenos desnudos de la verdad y bajar por las calles y avenidas de la ciudad decididos a verle el rostro oculto a la violencia que se esconde tras una capucha, una piedra o el semblante engañoso de un joven que ha sido inoculado por el odio sin que él ni siquiera se haya dado cuenta. Creo que no hay otro modo de buscar y encontrar la verdad si no es penetrando la acción encubierta para que la justicia pueda actuar con voz y voto en ese territorio marcado por el terrorismo.
Hay que actuar así y con todo el rigor de la ley. Aunque pareciera que cuando se habla de guarimba, terrorismo y violencia, todo se convierte en humo, que no deja ver la candela que arrasa todo, incluyendo la razón y, donde los argumentos de racionalidad, cuando intentan hacerse, resultan achicharrados, chamuscados y con laceraciones por el calor intenso de los actos terroristas. Lo que queda vivo es lapidado por la lluvia de piedras lanzadas con la fuerza del terror.
Precisamente, la magnitud del problema nos obliga a precisar la peligrosidad de este juego terrorista, de estas prácticas "políticas", que en realidad son prácticas propias el terrorismo, flagelo que azota a varias partes del mundo y que al parecer acá pichones de terroristas quieren jugarlo. Eso hay que decirlo abiertamente, porque no tiene ningún sentido ocultarse en el discurso vacio para no responder ni asumir las responsabilidades de los hechos violentos y terroristas que se han sucedido. No puede ser que todo quede impune y la oposición venezolana salga ilesa de todos estos hechos de violencia, cuando son ellos mismos lo que insisten en generar el caos y el terror.
La lucha política no se puede comprender sin comprender que asesinar, aterrorizar, incendiar universidades, hospitales y profanar tumbas en cementerios no es lucha política, sino que es terrorismo. Así pues, conviene y es hasta saludable para la propia salud de la sociedad venezolana no confundir las cosas, menos en estos momentos cuando se requiere claridad de propósitos y de interpretación.
No hay que seguir enmascarando la verdad, porque eso no cambia la naturaleza del problema de violencia que estamos viviendo. Hay que darle el carácter de seriedad al flagelo del terrorismo y no alargar la noche, donde todos los gatos son pardos. No debe permitirse que ese peligroso juego del terrorismo se siga desarrollando en Venezuela porque el mismo pudiera desembocar en jugadas de jaque mate, donde al final perderíamos todos, porque sería el juego de la muerte, el juego de perder- perder.
Nada de vacilaciones, el gobierno tiene que actuar y punto. Si ya se develó el golpe de Estado, se tienen identificados los financistas de las acciones terroristas y se han capturado a los sujetos activos que participan en los ataques y quemas de edificaciones, entonces que actúe la ley para que haya justicia. Basta ya de seguirle el juego a la oposición que mientras arremete contra hospitales, profana tumbas e incendia la ciudad, se escudan en el discurso miserable de que su lucha es pacífica y democrática. Que hable la ley y la justicia se imponga sobre los violentos.