¿Estamos en una guerra?

A menudo escuchamos la expresión "Estamos en una guerra" para con ella superar cualquier intento de dialogo y justificar así el camino belicista que se está tomando. Claro, ¿Quién dialoga en una guerra? Nadie, "o son ellos o somos nosotros". En una guerra sólo hay que reducir al enemigo. Y así de simple, con este "argumento", se despacha la compleja realidad política y las posibles soluciones no belicistas.

Lo primero que quiero aclarar es que no estamos en guerra aún, estamos en el preámbulo de una posible guerra civil, sin embargo, también estamos a tiempo de detenerla. Ahora ¿Entendemos qué es una guerra civil y sus consecuencias? Un viejo refrán popular dice que "Una cosa es llamar al Diablo y otra verlo en persona". Es profundamente irresponsable invocar una Guerra. ¿Qué va a pasar si masas de civiles opositores armados y llenos de odio les da por entrar a casas de Chavistas vecinos a matarlos con sus familias?, ¿Qué pasa si masas de civiles Chavistas armados y en venganza queman un edificio de un sector opositor con la gente adentro?, ¿Y qué vamos a hacer si esto se vuelve un espiral de violencia en todas las ciudades del país?

A ti, que alegremente dices "estamos en guerra" insinuando que el fuego en las masas de apaga con más fuego, si, Dios no quiera, te matasen a un hijo o a tu madre ¿no vas a salir a matar al adversario indiscriminadamente también? Una vez que comience la matanza, que el Pueblo se sume al desbordamiento asesino ¿quién para esto? ¿Nicolás Maduro o Julio Borges con una huelga de hambre como lo hizo Gandhi en la India para detener la matanza entre Hindús y Pakistaníes, luego de la independencia y la separación del territorio? Y Después que tengamos 800 mil muertos como en Ruanda, ¿será el ejército que al final se imponga por encima de los cadáveres? ¿O los cascos azules y el fuego de las grandes potencias, que se cobrarán sus gastos con la Faja Petrolífera del Orinoco? Jamás, en política de Estado, se puede responder con el cerebro en las vísceras y muchos menos sin analizar las alternativas y sus correlaciones de fuerza, paso a paso, en el camino a la estabilidad social.

Invito a que superemos esa actitud adolescente, irresponsable y revanchista, que milita en las bajas pasiones. La guerra, en la que estamos a puertas, se combate es dialogando, asumiendo un discurso conciliador, reconociéndonos, respetando al adversario. Eso no implica ceder o claudicar en principios. Eso no implica traicionar a nadie. Esto no implica tener que hacer un nuevo Pacto de Punto Fijo. Es entender que las formas también influyen en los conflictos. Para eso hay que entender que insultarse no es un principio, impedir que volvamos a la Constitución no es un principio, desconocer a los poderes públicos no es un principio, dilatar las Elecciones regionales no es un principio, irrespetar la investidura de cada institución (Presidente, AN, TSJ, Fiscalía, Defensoría, CNE) no es ningún principio, publicar Twitter ofensivos no es ningún principio, mentirle al Pueblo no es ningún principio.

Principios en los que no se puede ceder:

1. Dentro de la Constitución Todo, fuera de ella nada.

2. Reconocimiento y respeto mutuo.

3. Políticas, en primer lugar, para proteger a los sectores más vulnerables del Pueblo.

4. Profundización de la participación popular y de la Democracia Participativa y Protagónica.

5. Defensa a la Soberanía Nacional.

6. Plan de Estabilización con el mayor dialogo y consenso posible para activar la economía.

Estamos en lo que llamo Gramsci, un empate catastrófico para ambas fuerzas en pugna. No es posible una solución que parta de la desaparición de la otra fuerza. Insistir no sólo es infantil, sino irresponsable, porque la mayoría del Pueblo rechaza a ambas direcciones. Mientras las cúpulas de la dirigencia se debaten entre Constituyente, que no ha sido convocada por el Pueblo, y unas Elecciones Generales, absolutamente contrarias a la Constitución, la crisis económica sigue aumentando y no hay propuestas para salir de ella. Es aquí donde tenemos que poner todo el esfuerzo nacional y postergar las confrontaciones de proyectos antagónicos mientras estabilizamos la economía y evitamos una guerra.

¿Acaso no hay nadie que sepa de negociación en las direcciones de ambos extremismos?, ¿O es que no se quiere dialogar porque se invoca la guerra bajo la premisa de que sólo se podrá mantener/arrebatar el poder eliminando previamente al contrario?

Insisto, salgamos de esa adolescencia política. Una guerra no resolverá la crisis, la incrementará. No les beneficia a los venezolanos, sino a las potencias extranjeras. Por lo tanto, todos tenemos algo que aportar para evitar una guerra. Estemos a la altura del momento histórico.



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Sergio Sánchez

Soñador, ingeniero, agricultor, músico y resiliente. Zurdo de corazón. Militante de las causas justas de la humanidad, crítico y autocrítico. Movimiento Por la Democracia.

 sergiocmb@gmail.com      @SSanchezVz

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