Aprovechando que ando en esta onda nostálgica y melancólica, producto de tantas frustraciones que con esta crisis humanitaria nos golpea y aún sigue golpeándonos, ¿quién sabe hasta cuándo? No me queda otra que buscar la distracción en algo constructivo que sirva a la vez para irradiación de lo demás que andan en esta misma frecuencia sintonizada. En efecto, me permito con todo respeto a la memoria de un excelentísimo periodista y autor del Libro Al pasar la actualidad, impreso en Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias) en 1937; si, se trata de quien en vida respondía a su nombre de ADOLFO FEBLES MORA ("PERALES") y en cuyas páginas desde la 87 hasta la 93 aparece un tema que semánticamente tiene mucha vigencia nunca dejará de tenerla, cuyo contenido íntegramente paso a transcribirlo y el cual es del tenor siguiente: "La tiranía de la honestidad, frente a la tiranía del impudor. Demasiado de prisa se quiere marchar hoy por la vida, en todo y para todo. Y cada nueva generación parece como si trajera al Mundo una gigantesca piqueta exclusivamente destinada a una ciega obra demoledora. A destruirlo todo, a lograr que el "hoy" no tenga ningún punto de contacto con el más cercano "ayer". Y llega la "prisa" que se tiene en avanzar y avanzar, Progreso y Modernismo adelante, hasta invadir zonas espirituales y de humana dignificación, que siempre deben ser respetadas por todas las osadías innovadoras.
A compas de cada siglo, bien está que se vayan exteriorizando los universales adelantos materiales y de cultura. Aunque junto a lo necesario, se conceda también a lo superfluo el desarrollo a experimentar las muy notarias efectividades de un mejoramiento. Vencido y bien vencido está el arado rutinario y de fatigoso esfuerzo para el hombre y la bestia por la perfeccionada maquina agrícola, que imprime rapidez a la labor y suprime cansancios corporales. Y la tarda carreta, por el carruaje mecánico que acorta velozmente las distancias y aproxima al día a los pueblos separados por centenares y centenares de kilómetros. Y todos los medios de locomoción que hasta ahora ha venido utilizando la humanidad, bien vencidos y dominados están por los aparatos aéreos, esos pájaros metálicos que por el espacio se remontan, en vuelos audaces y prodigiosos, como si en perseguimiento fuesen de las aves de altura y como si, abandonando todo contacto con la tierra, quisiesen traspasar las regiones celestiales que la voluntad divina solo tiene reservadas al hombre en recompensas ultraterrenas.
En todo lo que sea aspecto material de la Vida, bienvenidos sean los progresos y las innovaciones y ¡hasta los más extravagantes vanguardismos! Que por cada hora del día reciba la Humanidad el beneficio de una invención científica o mecánica. Que se derrumbe –si a tanto llega el atrevimiento y el alocamiento del siglo- hasta el último vestigio de lo que materialmente edificaron las pasadas generaciones. ¡Pero, por Dios, que ese impulso destructor se detenga, como si a cometer un sacrilegio fuese, ante el arca espiritual de los hogares, donde la Mujer –madre, esposa o hija- es mandato santo que se mantenga constantemente en ejemplarizadoras virtudes y dignificaciones! Si por el Mundo llegase a estar proclamado el reinado del vicio y de la corrupción, en todas sus degeneradas e insolentes manifestaciones, el Mundo llegaría pronto a convertirse en una inmensa casa de orates, donde locos y loqueros irían poco a poco extinguiéndose de un hartazgo de inmoralidad y de impudores diablescos. De la humanidad no debe ni puede tolerarse que se aparten hoy las corrientes de honestidad que esencialísimamente diferencian al hombre de civilización de los hombres en salvajismo y de los propios seres irracionales. Pero algo infernal existe actualmente diluido por el Mundo, consagrado con preferencia a la corrupción de las costumbres, que es como poner en bancarrota y e disolución los más firmes cimientos sociales del Universo.
¿Y por dónde se ha empezado en empresa tan modernista, tan siglo XX? Por seducir a la mujer; colocando ante la honestidad de la mujer, y ante los más puros atributos espirituales conque desde la cuna se realza la frente hogareña de la mujer, toda un mundo de rebajamiento moral, perversamente disimulado en los cascabeleos atractivos que el Arte y la Alegría le prestan por cuantos celestinescos medios el ingenio y la fantasía ponen a su alcance.
Y como la mujer moderna se consagra a ser a perpetuidad, una esclava voluntaria de la Moda, de los deslumbrantes y tentadores guiños que la Moda le hace en cada estación de cada año, ese lado de la "debilidad" femenina es el que se ha elegido, como más vulnerable, para lanzar contra él las continuadas acometidas dela corrupción y de la disolución social, que en el desmoralizamiento de la familia tiene su principio.
Mientras a la mujer no la obligaba la Moda, con imperio atrozmente dictatorial, sino a hacer verdaderas extravagancias con el indumento, abandonando ya por anticuado el traje o el gorrete que la víspera había adquirido -¡sabe Dios a costa de cuantas privaciones o de cuantas indignidades!- no había por qué alarmarse demasiado.
El obedecer o desacatar en eso a la Moda, podía dejarse, como "función de policía" domestica, a cargo de padres y maridos de entereza o de complacencias bobaliconas. Pero los irresponsables dictadores de la Moda se van cada vez excediendo más en su obra corrupta, poniendo a la mujer en desnudeces callejeras, que son peligrosísimos atentados a su honestidad y a sus virtudes. ¿Cómo se "desviste" hoy la mujer para todos los menesteres de sociedad? En términos de descaro inaudito, como solo a mujeres de ludibrio, a desgraciada mercancía del placer y de la abyección podían estar reservados.
Consejos y admoniciones de Prelados y de Sacerdotes, prédicas de maestros, y de escritores, de cuanto por el Mundo andan alistados en las cruzadas moralistas, de nada han servido para detener a la mujer en el insensato camino porque la están llevando los desmoralizadores del presente siglo. ¡Faltaba una autoridad hogareña que cierre las puertas de la familia al socavamiento corruptor de las modas modernas! Pues cuando la mujer abdica de sus deberes y de su propio instinto de honestidad a los pies mismos de una Moda tiránicamente impúdica, la mujer requiere que sobre ella se ejerza una tutela regeneradora.
Algo de esto se ha empezado a llevar a cabo en Italia, desde donde es de esperar y de desear que dicha "moda" se imponga a los restantes países. Recientemente le ha sido entregado al Jefe del Gobierno, señor Mussolini un mensaje firmado por varios millares de hombres pertenecientes a todas las clases sociales y a todas las regiones del país, en el cual se solicita el criterio del Duce ante las desviaciones deshonestas de las modas femeninas. Y se le dice a Mussolini en ese mensaje con la esperanza del pueblo que tanta obra buena ha visto salir para Italia del talento y del patriotismo del supremo jefe fascista: "Habla, Duce magnánimo, contra la moda deshonesta, en esta cruzada que preside la augusta soberana de Italia. Vuestra palabra es espera e invocada, y todos obedecerán"
Ese mensaje que a Mussolini dirigen los mejores hombres de Italia, es la expresión del sentimiento italiano religioso y civil que lo ha inspirado y es, a la vez, una prueba de la fe que ese gran pueblo tiene en la prudencia de aquel gobernante insigne. Como recogiendo ese anhelo moralizador del pueblo italiano, la Federación Nacional Fascista de la Industria del Vestido está preparando ya las modas femeninas para el año que viene. El comité de dicha Federación ha decidido emancipar a la mujer italiana de las influencias parisina y vienesa.
El año de 1930 las mujeres italianas tendrán que vestirse con arreglo a los modelos del siglo XIV. Llevarán faldas muy largas, cuellos muy altos y mangas muy anchas. Los trajes hechura sastre serán prohibidos y la falda corta será declarada antifascista. La Federación ha escogido como colores dominantes, el gris, el verde y el malva, en todos sus tonos. El actual mes la Federación enviara a todas las modistas, a todos los modistos y a todas las casas de confecciones para señora los modelos acordados, y les advertirá que no podrán proponer otros a sus clientes.
Las plumas y las lenguas de los hombres "avanzados", querrán ahora señalar ese oportuno acuerdo de dicha Federación de la Industria del Vestido, como un atropello y una tiranía más que arbitrariamente e injustamente ponen en la cuenta del Fascismo que hoy gobierna a Italia. No es eso una tiranía que contra el pueblo fuera. Es por el contrario, la tiranía que el pueblo reclama como dique puesto al desbordamiento de todos los impudores y de todas las deshonestidades que inundando va ya el sagrado recinto de la pureza femenina.
Y, en último caso, es una tiranía frente a otra tiranía. ¿No es un irresponsable Poder universal el que hoy tiene dominada a la mujer con la tiranía de la moda que paulatinamente la va envolviendo en la sutil red de las envenenadas seducciones que solo pueden llevarle sensibles quebrantos a su feminidad? Pues otra tiranía, la de la decencia y la del pudor, es la que en Italia tiene actualmente la valentía de imponerle a la mujer unos trajes que "vestida" la tengan, y que sean todo lo contrario de esas modernas indumentarias femeninas que solo parecen concebidas para las intimidades de alcoba y de arreglo personal.
Frente a frente ha puesto el Fascismo en Italia esas dos tiranías que en torno de la mujer se agitan. Las desnudeces e impudores de la Moda –habilidosamente y satánicamente disimulados con invocaciones a la elegancia, al buen gusto y al modernismo- y la honestidad del traje que traiga la inmediata consecuencia de la honestidad de costumbres y de aficiones. ¡Si todo lo que el Fascismo ha hecho y está haciendo en la gobernación de Italia, es de tan hermosas finalidades moralizadoras como las que persigue la Federación Nacional Fascista de la Industria del Vestido, hay que proclamar que en las ideologías y en las realidades de esa fuerza política –que ya es en Italia una fuerza nacional- existe mucho digno de ser imitado por las restantes naciones planetarias! Y no es en España, por desgracia, donde menos falta hace una cruzada contra las actuales modas deshonestas a que la mujer no se arrepiente de seguir rindiendo culto.
Y no es Canarias también, por desgracia, la Región que en España se queda atrás en lo de tener a la mujer inconscientemente sometida a la tiranía de esas modas extranjeras, a las que les falta de honestidad feminidad lo que les sobra de descaros y de impudores. Modas que fatalmente pueden llegar a ser las antesalas celestinescas donde la virtud femenina se deshoje y se marchite en todos los desvaríos del vicio y de la degradación.- 6 de noviembre de 1929. Adolfo Febles Mora ("Perales")".
Para finalizar confieso que me relajé transcribiendo este artículo publicado en Italia hace más de 88 años y está tan vigente como si lo acabaran de publicar en este instante. A eso es lo que se refería nuestro Libertador Simón Bolívar, cuando dijo una vez: "Escribo para la posteridad" No todos sabemos escribir para el futuro.