La historia como lugar y registro de los fenómenos sociales, pareciera que tiene la tendencia a repetirse más cuando se trata de los diferentes eventos políticos que se suceden una tras otro en el agitado mundo de la política.
Quienes nos atrevemos por curiosidad por la historia política, debemos de recordar lo ocurrido a un sector tan importante y que sembró grandes esperanzas en la población venezolana de los años sesenta.
En esos años, la llamada izquierda revolucionaria, representada entonces por dos partidos el MIR y el PCV, nació el caso del MIR, como una alternativa constitucional para enfrentarse electoralmente a los partidos AD y COPEI, que habían engañado al pueblo venezolano, secuestraron todo el poder y cometieron todas las tropelías habidas y por haber.
En la política, siempre existen viejos y mañosos zorros, y un zorro político les colocó un peine a los jóvenes venezolanos impregnados de revolución el cual mordieron, lo cual hizo que los aventurados jóvenes se lanzaran a las montañas a ofrendar sus vidas por la revolución; esa juventud llena de ideales, fue diezmada, perseguida, torturada, desaparecida; sus partidos fueron abolidos luego de ser sometidos a una gran represión ilimitada.
A diferencia de la posición de aquellos jóvenes revolucionarios con los de la guarimba del 2017, eran jóvenes que luchaban por sus nobles ideales, sin capucha, sin financiamiento económico, sin disfraces de "héroes cibernéticos". Era la lucha en el contexto de la fratricida guerra contra el pueblo vietnamita, era la lucha por el socialismo, era la lucha contra el status quo.
La derrota fue fatal para la izquierda y para la juventud de entonces, que comenzó un estado de repliegue, de decepción, de neurosis y disociación psicótica, de despecho político, que generó un proceso de apatía y desencanto por la lucha política.
Como la derrota no tiene padres, nadie la asume, comenzó la declive de la izquierda; vinieron las acusaciones internas, las divisiones, las desviaciones mezquinas, era la guerra de todos contra todos, se hablo y se escribió sobre el proceso a la izquierda, donde la izquierda y sus dirigentes comenzaron un proceso de un difícil camino del cuestionamiento interno, y aparecen luego los conversos, los traidores.
Esa situación vivida por la izquierda venezolana, trajo como consecuencia la división de los partidos, nacieron así una gran cantidad de partidos, mini partidos, grupos, organizaciones personalistas, la gran atomización, sin rumbo por espacio de treinta o más años, hasta que llegó el comandante y mandó a parar.
La derrota, también trae sus consecuencias positivas, como el permitir desnudar con valentía, los errores derivados de una política que en el mejor de los casos contribuyó a aquella aciaga derrota.
Hoy los representantes de la derecha en Venezuela, están bebiendo el agua salada de la derrota, una tras otra, pues es la consecuencia de las posiciones violentas, de la violencia financiada por sectores exógenos, realizadas por los sicarios y lumpen de la política.
Ese sector lleno de odio social, debe verse en el espejo de las experiencias del pasado, y deja demostrado que el pueblo venezolano es un contenido humano que aboga por la paz, es un pueblo pacífico que respalda salidas pacíficas a una situación política determinada.
Hoy, ese sector aparece dividido, traicionado, lleno de neurastenia, luce impotente por culpa de una equivocada dirigencia que no asume sus responsabilidades ante la historia.
Hoy el sector de la diestra, sufre como lo indica algún psicólogo, de afanisis, una especie de depresión consecuencia de frustraciones que desembocan en una abulia que le impide desear cosas, esto para evitar pasar por el terrible momento en que no se obtiene; se trata de un mecanismo defensivo inconsciente, que consiste en no desear nada para no decepcionarse por nada.
El oficio de escribir, consiste en arrojar a la comunidad la experiencia vivida, siempre que se respete la verdad.
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