Fidel Castro en un discurso en la Habana había alertado sobre los estallidos sociales que se producirían a raíz de las medidas económicas neoliberales que recomendaba el Fondo Monetario Internacional a los gobiernos de la periferia de Estados Unidos. "(…) esta crisis económica pueda conducir a convulsiones sociales, a estallidos sociales. Y te voy a decir (…)como el dato referido al 40% que estaba en los límites críticos de la pobreza. Parecía que solo el 40% estaba en la pobreza, cuando la realidad es que el 40% está en los niveles inferiores de pobreza, y un 30% por debajo. Es el 70%, no el 40%.". Era 18 de julio de 1985, cuatro años antes de El Caracazo.
En los 80 en República Dominicana ocurrió un estallido social con un saldo sangriento en el uso desproporcional de la fuerza pública, en Guatemala se dio la misma experiencia y el gobierno tuvo que retirar las medidas que recomendaba el FMI, igualmente en Bolivia con la movilización de miles de campesinos e indígenas contra las formulas neoliberales que afortunadamente no terminó en muertes como si se dio en Venezuela en 1989.
Y no porque Fidel fuera pitoniso, sino por la real crisis económica y social que afectaba a las grandes mayorías, ya no soportaban los altos índices de pobreza, en Venezuela había una bomba de tiempo que en cualquier momento y con un detonante sensible, estallaría como lo hizo el 27, 28 y 29 de febrero de 1989, en contraposición la corrupción pública tuvo una descarada y brutal fachada en los rostros de la alta dirigencia de Venezuela.
Todavía hoy, hay dirigentes políticos de la derecha que niegan la responsabilidad que tuvo la cúpula política del país en el poder sobre lo sucedido, les enrostran el "error" a factores extraños subversivos y no a la crítica situación social y económica, como lo dijo Paulina Gamuz: "Tras la confesión reciente de Chávez "somos la misma gente del Caracazo, el 4F&27N" se deduce que el 27F no fue espontáneo" o que la culpa fue del Fondo Monetario Internacional como lo hizo Carlos Andrés Pérez posteriormente.
Por otro lado, las directrices del Presidente Pérez estuvieron orientadas por una acción de fuerza, cedió a la mala conseja de no dialogar y de aplicar medidas de fuerza y efectivamente se impuso un discurso violento que se concretó con la práctica de la atrocidad al atacar al pueblo con las armas a través del Plan Ávila, era la doctrina Puntofijista del uso de la fuerza desproporcional para callar y exterminar la insurgencia social ante los "peligros del comunismo", un fetiche desgastado.
La Comisión por la Justicia y la Verdad recopiló datos que señalan cerca de 300 personas asesinadas, según las estadísticas oficiales de entonces, pero la cantidad de indicios indicaban una cifra que supera el millar de personas desaparecidas en todo el territorio nacional y especialmente en el centro capital del país lo que obligó a dejar abierto el expediente de El Caracazo, una verdadera tragedia nacional.
¿Eran las condiciones económicas entonces peores que las de hoy? Probablemente en proporción, no, pero afirmar ello ameritaría un estudios comparativo para mostrar un análisis cuantitativo de los niveles de pobreza, poder adquisitivo entre otros vectores sociales económicos y políticos. Lo que sí es cierto es que la inversión del estado en materia social por estos tiempo aumento considerablemente y los beneficios de políticas públicas sustancialmente impacto de manera positiva, a las grandes mayorías, con acceso a la educación, viviendas, servicios, salud e incluso acceso a los alimentos por vías alternativas a la distribución privada, aunque con irregularidad de entregas.
Una mirada acuciosa a los hechos 27 de febrero de 1989 y valorar los vectores de violencia que los originaron y compararlos con el estrangulamiento de la guerra económica sobre el pueblo venezolano, nos permite valorar el grado de conciencia del pueblo venezolano en la comprensión de la situación actual.