People who come out of prison
can build up the country.
Misfortune is a test of people fidelity.
Those who protest at injustice
are people of true merit.
When the prison-doors are opened,
the real dragon will fly out.
Ho Chi Minh
En el ámbito de la llamada democracia representativa, se consideraba al acto electoral como una de las máximas expresiones de la participación popular, de esa multitud a veces descalificada como plebe, por ciertos teóricos del postmodernismo político, sin embargo, desde 1999, con la aprobación de la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a finales de ese año, y la práctica y la prédica constante del Comandante Chávez, dicho mito terminó convirtiéndose en realidad, con las tantas elecciones hasta la última, donde se ratificó en octubre del año 2012, la voluntad popular de un pueblo que optó por una democracia participativa y protagónica.
Lamentablemente, desde la siembra definitiva del Comandante Chávez, hace ya un lustro, las cosas comenzaron a cambiar, no solamente por la ausencia de autoritas de un gobierno que nunca la tuvo, y la pérdida de legitimidad en diciembre del año 2015, con la lamentable derrota al perder la mayoría en el Congreso Nacional a manos de la oposición política.
Los cambios que se han tratado de dar, avalados por un Consejo Nacional Electoral que cada día que pasa parece perder su integridad y autonomía para convertirse en un apéndice del gobierno y del PSUV; ha terminado por concretar nuevos procesos electorales, como los ya conocidos para la elección de gobernadores, y ahora con la convocatoria a nuevas elecciones adelantadas, y posteriormente modificada la fecha, para rubricar el nuevo período presidencial.
Elecciones que en su contenido no pasan de ser un mero referéndum, que nada tiene que ver con la solicitud de un voto de confianza a un desgobierno que ha pulverizado a la mayoría de los venezolan@s que viven de un ingreso salarial, producto de una gigainflación imperante y rampante, que ha terminado por crear un caldo de cultivo, como materia prima inflamable, para la implantación de un fascismo criollo.
En esa dirección, vale la pena formular la pregunta de cuáles son las bases en las que se fundamenta este gobierno que surgió en abril del 2013, que ahora pretende extender el ejercicio de una administración del Estado que ha terminado por llevar a la mayoría de la población a una situación de angustia, de calamidades en su vida cotidiana.
Entre dichos elementos de sustentación, podemos enumerar, al menos, los siguientes:
-
Clientelismo rentista
-
Autoritarismo gubernamental
-
Represión personalizada
-
Cooptación de un sector militar de la administración del aparato del Estado
-
Corrupción generalizada
-
Anomia social
-
Descomposición de los adversarios políticos
-
Entrega del país a las transnacionales extranjeras
-
Débil apoyo de los aliados a nivel internacionales
-
Uso, mal uso y abuso del legado de Chávez
Pretender como se busca, una legitimación electoral para un nuevo período presidencial, conducirá al agravamiento de la crisis de hegemonía del país, en el entorno del llamado ¨colapso rentista¨, que ahora muestra señales en extremo peligrosas, con la entrega de gran parte del territorio a las empresas transnacionales, para lo cual basta señalar lo que ocurre en la Faja petrolera, en el Arco Minero del Orinoco, en la supuesta Ley de Inversiones Extranjeras, y la ausencia de una política macroeconómica que ponga reparo a los tres diablos desatados de la gigainflación, la prolongada recesión y el creciente subempleo y desempleo.
Optar por la línea de ¨menor resistencia¨ como lo intenta el gobierno con su maniobra electoral, acercará aún más la posibilidad de una explosión social producto de la desesperación de la mayoría de las personas que sobreviven de un mermado ingreso salarial, agudizando a su vez la presión de un imperio, el norteamericano, conducido por un nuevo inquilino de la Casa Blanca, dispuesto al parecer, a llevar al mundo entero a una confrontación aniquiladora de los seres humanos que habitamos el planeta Tierra.
No se trata de desmerecer dicha amenaza que de hecho ha existido desde los lejanos tiempos de la Doctrina Monroe, ni el de sus hazañas intervencionistas y usurpadoras, a lo largo y ancho del continente latinoamericano y caribeño, ellos están en su juego, que afortunadamente, no es eterno, dada la crisis estructural que sufre la lógica del metabolismo del capital, aproximadamente desde los tiempos de la humillante derrota sufrida en Viet Nam, por parte del heroico pueblo de Ho Chi Minh.
Tiempos aciagos que nos toca vivir, siempre con la esperanza del renacer de la fortaleza de este victorioso pueblo siempre digno de nuestros Libertadores, desde los cuales surgirá la energía para superar esta contingencia y las nuevas batallas por librar, a nombre de Simón Bolívar, de Antonio José de Sucre, de Rafael Urdaneta, de Ezequiel Zamora, y de tantos otros, que han quedado sembrados en la memoria colectiva venezolana y universal. Amanecerá y veremos…