Cada vez que los sectores populares protestan porque el Gobierno no atiende sus demandas en materia de CLAP, pernil, Caravana de la Sardina, bombonas de gas, entre otros, se desata por las redes sociales el odio de la llamada clase media opositora hacia los chavistas que habitan en las zonas marginadas, y los llaman lambucios. Ignoran que en estas zonas también habitan personas que votan por la oligarquía, igual como lo hacen ellos, que sueñan con un Lorenzo Mendoza como presidente, y por lo general son estos quienes trancan las calles.
Ayer trancaron la avenida Intercomunal de El Valle en espera por la Caravana de la Sardina y la Feria del Pescado. Bueno, la reacción no se hizo esperar. Pareciera que los están cazando para caerles encima. Los tildaron de lambucios, parásitos, arrastrados, sumisos, y lo más insólito, hasta los acusaron de "egoístas" porque solo se preocupan por ellos mismos y no se solidarizan con los sectores medios para luchar juntos por la libertad. Por lo tanto, se merecen lo que tienen: ¡bien hecho, por lambucios!
La verdad es que durante la IV República nunca vimos a estos sectores medios protestar en solidaridad con los campesinos cuando se fueron refugiando en los cerros de Caracas víctimas del latifundio y del abandono de las políticas agrarias por parte de los gobiernos de la oligarquía. Ni siquiera tenían derecho al estudio para mejorar sus condiciones de vida.
¿Pero cómo esta gente hija del rentismo petrolero iba a tener sensibilidad para protestar por los bachilleres sin cupo, muchos hijos y nietos de campesinos sin tierras? Jamás de los jamases. Camino a la universidad desde sus vehículos y a través de las ventanas de las aulas de las universidades y centros de estudio podían divisar los cerros cubiertos de casas de cartón, pero volteaban la mirada. La verdad verdadera es que los abandonaron a su suerte.
Es natural que ahora desconfíen de estos opositores privilegiados, que no solo los han ignorado por décadas, sino que obedeciendo al racismo de la oligarquía trasmitido por Globovisión y El Nacional, los llamaron monos, niches, macacos, y más recientemente, para rematar, celebraron el asesinato del Comandante Chávez porque tuvo el atrevimiento de construir viviendas para los venezolanos de piel oscura justo al lado de las residencias donde habitan los venezolanos de piel clara. ¿Les parece poco?
Los tildan de sumisos frente al gobierno cuando hacen cola por sardina, olvidando las largas colas que durante el gobierno de Chávez hizo la clase media en las puertas de Liberty Express para retirar compras de Amazon con cupo electrónico, muchas veces bajo el ardiente sol. Y allí nadie chillaba, al contrario, se veían muy obedientes y pacientes frente a la dictadura de los capitalistas, solo porque son sus patronos, y a sus patronos se les respeta. "Para qué liberarnos de la oligarquía, yo no voy a cambiar el mundo", dicen.
Los tachan de conformistas porque solo esperan subsidios y migajas del gobierno, mientras ellos se consideran "clase media aspiracional" porque pagaron comisiones a funcionarios corruptos para hacerse de neveras, cocinas, lavadoras, aires acondicionados marca Haier, y vehículos marca Chery.
Se burlaban diciendo que los chavistas comían sushi de sardina, en cambio ellos eran más inteligentes y dignos, porque ellos raspaban el cupo de dólares subsidiados por el gobierno de Chávez, y después de marchar en la autopista Francisco Fajardo contra la dictadura de Chávez, se sentaban en restaurantes del CCCT a comer sushi de verdad verdad, ese que te da estatus. Curiosamente, esta clase media ni de vaina compraron los dólares en el mercado paralelo para conservar su dignidad. Y hasta para Cuba se fueron a raspar cupo.
Chavistas lambucios que se desviven por un pernil barato, miserables. Aprendan de nosotros los clase media que le explotamos un paquete de arroz en el pecho al Ministro Eduardo Samán cuando nos estaba defendiendo de la especulación del Excelsior Gama Plus de Santa Eduvigis, en tiempo de Chávez, mientras reproducíamos la ideología de la burguesía: no importa el precio, pero que llenen los anaqueles.
De manera sorpresiva, el 5 de enero del presente, personas de los sectores medios casi se matan frente al refrigerador de embutidos en la misma sucursal de Excelsior Gama después de que la Sundee ordenó una rebaja del precio de las salchichas y otros productos. A la Guardia Nacional se le hizo difícil controlar la rebatiña. La propia piñata camaradas. Tenían tiempo que no llenaban un carrito en el Super. Bueno, dirían ellos, es cuestión de dignidad, nosotros somos incapaces de vendernos por un pernil, pero por unas salchichas sí. Es más, nuestro líder Carlos Ocaríz nos educó muy bien con la ¡Misión Agarre!: Quédese con lo que les regalen y voten con conciencia.