La retórica de la mentira es lo que caracteriza al madurismo. Cuando este régimen salga muy pronto del poder, sus protagonistas tendrán asegurada una competencia por determinar quién de ellos ha sido el que ha acumulado mayor número de engaños.
Así tenemos que a diario escuchamos decir que en Venezuela existe sobre todo el mundo, el mejor sistema de educación, de salud, electoral y hasta carcelario. O sea, bajo el sistema neototalitario madurista, el hecho de que niños y docentes no asistan a los planteles por falta de comida, transporte o dinero, o que en los hospitales no haya ni un termómetro, o que más de 4 millones de venezolanos se encuentren excluidos de un proceso electoral presidencial es el sinónimo de lo "mejor" para ellos. Y sobre lo último, es decir, en relación con el sistema penitenciario, que lo diga Iris Varela¹, cuyas imágenes con los llamados "pranes" (jefes de las bandas y poblaciones carcelarias) son comunes en sus visitas a los centros de reclusión del país, demuestran el nivel de credibilidad de quien se atreve a emitir semejantes declaraciones.
Si alguien quiere conocer hasta dónde llegan las mentiras de los funcionarios maduristas, bastaría leer o escuchar a Iris Varela, quien no solamente se ha convertido en una mujer despreciable en el ámbito del ejercicio de la función pública, sino que se burla descaradamente de las miles de familias que por alguna razón tienen algún familiar privado de libertad. Iris Varela cuando señala que tenemos el "mejor sistema penitenciario del mundo", y vemos masacres como las que ocurren en los calabozos de la policía de Carabobo, en donde el propio fiscal usurpador reconoce la muerte de 68 presos (66 hombres y dos mujeres), aproximadamente un tercio de los procesados que allí se encontraban², es el signo evidente de la degradación humana que existe en nuestras cárceles.
La violación de los derechos humanos que se suscitan en Venezuela nos ha colocado como un país en donde la Constitución y las leyes fueron convertidas en bazofia por la cúpula madurista y su claque. Lo contradictorio, es que tales funcionarios, aun así, destilan por sus bocas la más descompuesta putrefacción de palabras sobre quienes se encuentran afectados directamente en ese submundo de perversión, en especial del pueblo más pobre, quienes son las principales víctimas de hechos como los ocurridos en Carabobo, por cierto, controlado por un gobernador que se jacta de tener un "carro de Drácula", cuya versión supongo, ahora ha trasladado hasta los calabozos de la entidad para que veamos la sangre en vivo y sobre los cuerpos desmembrados.
En un país en donde realmente se valoraran los derechos humanos, Iris Varela no sólo estuviera destituida, sino tendría que responder ante la opinión pública y los familiares de las víctimas por las pérdidas humanas allí ocurridas, porque el hacinamiento y las condiciones deplorables en que se encuentra nuestro sistema penitenciario, representa una simple causalidad sobre las múltiples malignidades que el madurismo ha desatado sobre toda la población, y la carcelaria es probablemente la prueba más evidente del cómo la vida para ellos no vale nada.
Irónicamente, no habían transcurrido 24 horas de la masacre carcelaria ocurrida en los calabozos de la policía de Carabobo, cuando ocurría una fuga masiva de reos en la policía del municipio Girardot en el estado Aragua, lo cual demuestra el nivel de crisis y desastre en que está sumido el sistema penitenciario de Venezuela.
Iris Varela no sólo ha mentido desvergonzadamente al decir que tenemos el "mejor sistema" carcelario y/o penitenciario del mundo, sino que su personalidad es el espejo de la maldad, el odio y la destrucción sobre todo un país. Por ello, si aún te queda un mínimo de dignidad aunque sea de praxis madurista, (porque la humanidad no está en su concepción de pensamientos), renuncie a sus funciones en el contexto penitenciario, y vaya mejor a dedicarse como asistente de Freddy Bernal, a ver si cuando menos aprende a criar conejos en el Táchira, porque como "funcionaria", sólo puede ser catalogada como la burócrata del mal. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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