Al parecer, Chile, Perú y Ecuador remuneran bien cualquier tipo de trabajo, y en ellos pueden adquirir dólares, y remesarlos hacia nuestro país; eso en principio es bueno, además esos dólares convertidos mediante la paridad DOLARTODAY aquí les resuelven problemas de hambre a los familiares destinatarios.
Han emigrado con ese objetivo puntual; no se trata de antipatriotismo ni de fobia al gobierno ni a la revolución; se trata de una solución inmediata a este problemón que el gobierno no termina o no puede resolver mientras su Gabinete económico se mantenga en el poder.
Ahora bien, ¿a ese compatriota, cuánto le estaría costando su salida fuera del país y a cuánto llega su pérdida de juventud trabajándoles a unos países que carecen de las reivindicaciones que ofrece Venezuela?
Cierto que podrá estar recibiendo buena paga y con ello puede adquirir dólares para enviar sus remesas a nuestro país, pero está perdiendo su juventud ya que allá no tendrá jubilación de vejez, ni prestaciones sociales varias.
El colmo de la pendejada de nuestro país consistiría en que, llegado el tiempo para jubilarse, ese emigrante opte por regresar a Venezuela para gozar de la pensión de vejez, y hasta a distancia solicitar su casita bien equipada.
Este tema debe ser considerado por la legislación laboral venezolana.