Días pasados estuve releyendo la novela La Peste de Albert Camus, militante comunista, amigo de Sartre, premio Nobel de Literatura, con enfrentamiento teórico con los métodos del Frente Nacional de Liberación y con quien el Peronismo quedó en deuda, Camus toma la figura de la peste para dibujar el último período del régimen colonial francés sobre Argelia, a raíz de la epidemia el pueblo argelino específicamente de la ciudad de Oran comienza a sufrir perturbaciones políticas, sociales y económicas en su rutina diaria, en su modo de vida y en sus sueños, el bloqueo a la ciudad da pie a la escasez de alimentos y al acaparamiento de estos por parte de comerciantes inescrupulosos, la escasez de medicina para combatir la epidemia y la dependencia en este rubro de Francia, la cuarentena o el aislamiento separa las familias, sitios de trabajo cierran sus puertas por la falta de consumidores, los típicos sitios de encuentros por las tardes del Mediterráneo disminuyen la clientela a los coloquios, personajes que cobran para facilitar la huida de la ciudad . Dentro de todo ese panorama surgen elementos importantes de rescatar, la gente de Oran empieza a rediseñar las relaciones familiares, las relaciones entre parejas, se hace más profundas, un minuto se equipara con un siglo y se preguntan el porqué de la vida, el grupo de la comunidad de Oran más avanzado, asumiendo los riesgos de contagio se incorpora a las labores de atención a los enfermos con brigadas y grupos de trabajo con dedicación plena y algo que sobresale dentro del marasmo del bloqueo sanitario es el disciplinado acatamiento a las decisiones emanadas de la prefectura, las cuales son aceptadas y cumplidas mayoritariamente, este acatamiento y esa confianza en la dirección permite derrotar a la epidemia, a partir de ahí los personajes de Oran cambian la forma de ver la vida y su futuro, aquellos que apostaron al usufructo de la epidemia cuando esta es derrotada no les quedó de otra que aplicar el terrorismo, como la escena de Cottard disparando contra la multitud, una dirección clara, consciente, decidida junto a un pueblo con organización los había derrotado.
El pueblo venezolano y particularmente el pueblo bolivariano, el pueblo del cruce de los Andes, el pueblo de la emigración a Oriente, el pueblo de Junín, Ayacucho, Bomboná Y Santa Inés está dando la batalla contra una peste que se llama bloqueo e injerencia imperial, más temprano que tarde, derrotaremos al imperialismo y ese día los comerciantes extranjeros, principalmente árabes, portugueses y chinos deberían pedirle perdón al pueblo venezolano por la conducta que han asumido como ejecutores internos del bloqueo, con precios de especulación de la comida de la mesa del venezolano.