¿Cuántos salarios mínimos debemos ganar los profesionales asalariados?

Pregunta tal vez supremacista, nuevo sinónimo del racismo, pues ya no solo el color de la piel es motivo para creerse falsamente superior, sino también el saberse reconocido en alguna profesión.

Consciente estoy que responder la pregunta con argumentos teóricos es un peligro, pues con la hiperinflación que padecemos cualquier razonamiento alejado de una solución inmediata, pudiera despertar ira, no solo porque perdimos absolutamente cualquier poder de compra, sino porque perdimos la posibilidad de alimentarnos adecuadamente, y el hambre trae violencia. Así que si desea continuar con la lectura, procure haber comido algo.

El concepto de "salario mínimo", aceptado prácticamente en todos los países del mundo, tiene por sugestión, mas no por definición, satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación básica a los hijos (eso lo dice wikipedia), un indicio que convierte al "salario mínimo" en un indicador económico interesante para comparar el patrón monetario entre países. El asunto parece ser demasiado simple: si el salario mínimo se iguala al precio de la canasta básica la unidad monetaria del país está en un punto de equilibrio, pues quien no se capacitó, quien no estudió, no morirá de hambre y vivirá "ras con ras", como dice mi mamá. Y por añadidura, cual palabra divina, se infiere que quien más estudió podrá ganar 10 o 100 veces más.

Ahora bien, partiendo del hecho que en nuestro país el concepto de salario se esfumó, no existe, pues el asalariado quedo desamparado ante la jauría del comercio, formal, o informal, corporativo o microscópico, el problema desacredita a la pregunta que elegí como título pues la verdadera pregunta debería ser ¿Cuánto debe ser el salario en Venezuela?...y así dejaría de ser supremacista.

Tengo la mala costumbre de ver en los mensajes antisociales de las redes sociales contenidos que por lo general son evidencias de los delitos que cometen los creadores de la campañas. ¿No me comprenden? …vean:

En estos días vi un video "viralizado" en redes sociales, en donde un profesor universitario exponía sus logros como investigador y daba cuenta de su escalafón docente, doctor y titular, rematando con la afirmación que vivía con un salario de un dólar al mes. Afirmación que no pasa de ser un planteamiento efectista, pues el referido profesor no trabaja en un país dolarizado, sino que vive en un país soberano e independiente que tiene su propia moneda de curso legal. Ahora, si el profe hubiera rematado diciendo que su salario mensual solo le alcanza para comer un día, yo no estuviera escribiendo nada ahora, pues eso si es correcto, aunque perezca ser lo mismo.

También vi otros videos menos catedráticos, como el del ciudadano que abofetea la inteligencia mostrando su felicidad por lavar pocetas en Miami, trabajo que como cualquier otro no denigra, pues es indispensable lavar las pocetas, pero que tampoco debe convertirse en el trabajo non plus ultra de la plusvalía, pues para lavar pocetas no hace falta un doctorado en bioquímica.

Ambos videos denuncian la precaria situación laboral en mi envirulada Venezuela de hoy, pero también destruyen la moral de cualquiera que haya apostado por el estudio formal y las titulaciones académicas como la mejor manera de ascenso socio-económico.

Se me ocurre juntar los videos, en una especie de realismo mágico, para agregarle al drama un gustico semi-morboso: Supongamos que el lavador de pocetas es un ingeniero, y el doctor bioquímico es el padre del lava-pocetas; Esta edición fílmica discurre el drama hacia la posibilidad que el ingeniero, para no seguirlo llamando lava-pocetas, le envíe remesas de dinero su papá, para dejar de endiosarlo tanto con el título doctor en bioquímica. Todo un drama de telenovela rosa, aquellas en donde el galán ricachón es en realidad el hijo de la sirvienta y se enamora de una muchachita pobre que en realidad es la verdadera heredera de la fortuna que detenta el galán…algo así.

Bueno, para enseriarnos, la cosa no es tan rosa, es verde. El error es verde. El Ingeniero que lava pocetas debe trabajar por un salario en dólares que le permite sobrevivir en Miami "ras con ras", pero echándole bolas a pocetas adicionales, o dejando de comerse una hamburguesa en la cena, puede vender 20 dólares a precio "Today" y transferirle 80 mil soberanos al papá sintetizador de moléculas. 80 mil soberanos que se tragará el un monstruo voraz llamado estupidez, pues es estúpido inflar los precios para que el producto del trabajo, los ahorros o lo capitalizado, se esfume, llegando a la paradoja del vendedor que decide no vender para obtener ganancias.

La verdad, como en las novelas rosas con hijos perdidos o cambiados, es que una arepa vale dos hamburguesas, pues la arepa tiene muchos más insumos y más trabajo. La verdad es que un país soberano puede crear un sistema monetario que cuantifique el valor de bienes y servicios dentro de su territorio y no fuera de él. Así que si son Fuertes, Soberanos, kilo-bolívares o mega-bolívares, lo que importa es la arepa rellena de pollo, queso, pelúa, domino o reina pepiada hecha, como en efecto lo es, con insumos nacionales sea valorada en moneda local; y lo de Dolar Today y demás perversiones dejémoslo en un la poceta de Miami para que el ingeniero haga su trabajo.

La verdad es que nuestro salario mínimo fue desvalorizado cuando nuestra población se dejó arrastrar hacia una dolarización por falta conocimiento, de conciencia, de patriotismo y hasta falta de fe… No quiero ser grosero, pero ante lo que usted acaba de pensar le pido que lo contraste contra lo que pueda recordar de la burbuja inmobiliaria de 2009, la nueva política petrolera de los EEUU del 2011, la destrucción y robo de petróleo del medio oriente. Las guarimbas, los llamados a descargar arrechera y las fotografías de reuniones de "compatriotas" con expresidentes "amigos" pidiendo decretos que nos califiquen de amenazas inusuales y extraordinarias no las recuerde, no vale la pena seguir resquebrajando nuestra venezolanidad.

Piense por un instante, y no se ofenda por mi petición, que aquí en Venezuela pudimos haber evitado la hiperinflación refinanciando deudas y pidiendo prestamos, de tal manera que siguiéramos alimentando al otro monstruo aquel, que no está dentro de nuestro territorio, que no come bolívares sino dólares y que se le conoce como deuda externa.

Necesitamos redefinir el concepto de canasta básica en Venezuela, pues si unos piden 10 salarios mínimos como salario básico y otros más extremistas 100, entonces quienes ganan salario mínimo, y aquí en mi Venezuela son quienes no estudiaron más nuestros padres y abuelos jubilados estudiados o no, quedaran relegados o excluidos a comprar la décima o centésima fracción de una canasta básica… ¿Se entiende ahora lo de supremacista?

Dos últimas cosas. La Organización Internacional del Trabajo tiene varias definiciones de salario mínimo, lo que demuestra lo complicado del asunto. Y nuestra Constitución ordena un salario mínimo vital referenciado con la canasta básica. Impera entonces definir de la manera más objetiva y precisa posible una canasta básica con productos nacionales, pues la nueva forma de negociar salarios en la que ha caído el Gobierno Nacional es muy peligrosa. Multiplicar salarios mínimos como si fuera una unidad de medida de la pobreza conducirá a la desagradable medida de establecer "límites razonables a las remuneraciones", aspecto también previsto en la CRBV.

 

 



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Manuel Gragirena

Profesor Universitario. Ingeniero Electricista. Especialista en Telecomunicaciones. Diploma de Estudios Avanzados en Educación. Ex Sidorista

 manuelgragirena1@gmail.com

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