La maldición e inmolación de Chávez

La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que les ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente.

Simón Bolívar

Discurso de Angostura.

15 de febrero de 1819.

No existe duda alguna que el Comandante Chávez pasará a la historia como uno de esos personajes que dejan profunda huella en su camino por la vida, no solamente en cuanto a Venezuela, en el continente americano, sino también por la influencia que logró traspasar las fronteras de otras naciones del mundo contemporáneo.

Uno de los peligros que ocurren con la memoria de personas de ese calibre, al interior de esta sociedad de mercancía, es la de convertirlos en íconos de bronce, o peor aún, en productos de consumo masivo, con claras intenciones de desvalorizar su sacrificio por una causa, o el de su inmolación, como lo que ocurrió con Chávez, ante el diluvio de su día de cierre de campaña en Caracas, en el último proceso donde resultó una vez más vencedor con el apoyo masivo del pueblo venezolano.

Su afán por complementar la obra iniciada por nuestros Libertadores, en cuanto a la soberanía, la independencia, la libertad y la justicia plena de Venezuela en el contexto de finales del Siglo XX e inicios del Siglo XXI, teniendo en cuenta deudas que quedaron pendientes, en lo político, en lo social y en lo económico; sobre todo al pensar en los más desposeídos, a quienes no podía dejar de lado ni un momento al tomar decisiones de Estado, y en el gobierno que ejerció desde el 3 de febrero de 1999 hasta su siembra definitiva el 5 de marzo del año 2013.

Deuda social importante, a la cual dedicó esfuerzos inauditos al consolidar la fuente de ingresos provenientes de una renta que nadie produce, como medio de producción no producido, obtenido del exterior, pero que todos pretendemos que se nos entregue de inmediato, que se nos regale, muchas veces sin hacer el menor esfuerzo por meritarla.

Redistribución del ingreso como primera prioridad tomando los más necesitados, allí están las cifras para quien las quiera conocer de lo que ocurrió en su período de gobierno, siendo esta redistribución, probablemente, uno de sus mayores méritos y éxitos del Comandante Chávez, en el ejercicio de tan alta magistratura.

En muchas decisiones me tocó el privilegio de acompañarlo, desde que tuve la suerte de compartir con él, como compañero de viaje, junto con otros dignos camaradas, desde el primer encuentro que sostuvimos en la Cárcel de la Dignidad de Yare, el 26 de marzo de 1993.

Nunca fueron fáciles las relaciones con el Comandante Chávez, pero siempre regidas por principios de mutuo respeto y consideración, dejando de lado diferencias, algunas de las cuales han sido hecho públicas, como también las coincidencias, en ese especie de ¨Camino de encuentros y desencuentros¨ que tuvo una relación de casi dos décadas continuadas de vínculos personales, familiares, oficiales, poniendo por delante en cada instante y ante cada circunstancia que se trataba de un construir una sociedad más justa, libre, independiente, que buscara siempre el bienestar de la mayoría del pueblo venezolano y de los impactos que pudiera tener más allá de las fronteras de esta Tierra de Gracia.

Lamentablemente, con el agravamiento de sus condiciones de salud, y la necesidad de su tratamiento fuera de Venezuela, en diferentes oportunidades como se hizo público y notorio a principios del año 2011, comenzaron a operar algunos mecanismos de cooptación de las relaciones por parte de quienes tuvieron más acceso directo a su persona. La misma enfermedad que luego debilitó sus energías, produjo dificultades en los vínculos directos que pudimos tener algunos de sus colaboradores inmediatos a lo largo de tantos años de ejercicio común.

Recuerdo con claridad la última vez que pude conversar con él telefónicamente, en una tarde del 28 de diciembre de 2012, aproximadamente a las 5pm, en una conversación donde me solicitaba un conjunto de decisiones que ya habían sido tomadas por él, pero que aún no se habían implementado totalmente. Conversación cordial como muchas otras, llenas de un espíritu por hacer las cosas bien y a tiempo, siempre en beneficio de la mayoría de la población venezolana.

Luego vino su regreso a Venezuela, cuando días después nos hiciera llegar, el General Miguel Rodríguez Torres, que se le enviara un informe sobre la situación económica del país, solicitud que se realizó a la brevedad, pero que lamentablemente, según entiendo, no fue posible entregárselo dado el agravamiento de sus condiciones de salud.

Lo que deseo resaltar en este escrito, es lo que ocurrió en Caracas, en el Palacio de Miraflores, cuando nos convocó a algunos de sus colaboradores, el 8 de diciembre en el Palacio de Miraflores, al anunciar lo que dijo en esa ocasión; la cual en mi plena convicción, significó un error grave de su parte, por lo cual los venezolanos, luego de su muerte, y a partir de abril del año 2013, estamos pagando una inconsecuencia con su memoria, con su legado, y la historia venezolana.

¿Sobre cuáles fueron las motivaciones que lo llevaron a tomar esa decisión, se pueden formular muchas hipótesis? Cada quién que las verifique dada la gravedad de las mismas y las consecuencias posteriores que ha tenido que soportar y sigue soportando, en cuanto a la incrustación en el aparato del Estado rentista venezolano, de una camarilla que pretende mantenerse en el poder, con una ansias ilimitadas, cueste lo que le cueste al país.

Hemos dejado claramente nuestra posición ante dicha situación, en los múltiples escritos realizados con posterioridad a ese hecho tan lamentable y erróneo en la decisión del Comandante Chávez, lo cual quisiéramos ilustrar con una cita extraída de una carta del Mariscal Antonio José de Sucre al General O´Leary, que reza así,

¨En mi humilde sentir, el Libertador ha errado su marcha desde que obtuvo el mando supremo; y lisonjeado a facciosos y aspiradores, ha relajado más la moral pública y especialmente la del ejército. Yo sé lo he dicho así y bien claramente¨.

Carta de Sucre a O´Leary, del 6 de octubre de 1829.

Ante la historia cada quién de manera individual como colectiva debe asumir su propia responsabilidad, en esa dirección como lo ha caracterizado mi propia existencia, seguiré tratando de contribuir a ese sueño libertario de la humanidad, como lo es la construcción de una sociedad basada en la igualdad sustantiva, donde el ser humano se sienta pleno de realizar sus propios sueños, bajo principios de solidaridad, los cuales en mi propia convicción, no son posibles de alcanzar si no superamos los límites de esa lógica a la cual estamos sometidos los casi ocho mil millones de seres humanos que habitamos, mientras exista el planeta Tierra, superando la lógica del metabolismo del capital, de sus límites absolutos, de la crisis estructural que padecemos, por primera vez en la historia de la humanidad, y esa no puede ser otra que la lógica del trabajo, simplemente la de una sociedad socialista. Y tampoco, en particular en Venezuela, de seguir el desgobierno actual con sus pretensiones de continuar agravando la crisis de hegemonía, la crisis transicional del Estado rentista, en condiciones de ingobernabilidad acentuada, lo que conduce a una condición urgente y necesaria, la de un cambio de gobierno, lo más rápido posible, bajo las condiciones de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada el 15 de diciembre de 1999.

No hay tiempo que perder si queremos honrar realmente la memoria del Comandante Chávez, superando una maldición, producto de una errada decisión, al unísono que se eleva su sacrificio, su inmolación, en pro del mejor futuro de Venezuela y de la entera humanidad.



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Jorge Giordani

Ex-ministro de Planificación.


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