Para el gobierno, el atentado fue una realidad; para el resto, la cuestión se divide entre los que tienen dudas y los que lo niegan directamente. Ahora bien, lo importante es determinar las consecuencias, que hará el gobierno, qué pasará con la situación calamitosa que vivimos.
Si el atentado, como sospechan muchos, fue una mala puesta en escena del gobierno, se deduce que lo hizo con precisas intenciones: la de más bulto es la necesidad de distracción, elevar un poco la caída imagen del mandatario, la necesidad de callar ciertas voces, de reprimir sin censura, algo así como el atentado a las torres gemelas en versión chimba.
Ya en las primeras horas el gobierno prepara el ambiente, en minutos el presidente, sin tener el pelo de la burra en las manos, acusa a Santos y a Uribe, un acto irresponsable y que, como dice el General Padrino, toca extremos peligrosos. En lo internacional los campos se agrupan claramente, los rusos se cuadran, Evo es solidario, Ortega igual, y hasta allí, el resto calla o desmiente. El gobierno sigue aislado.
Ahora bien, y hay que dar un margen a la duda, si el atentado fue cierto. Quien lo planificó, ¿qué intenciones tenía, cuáles serán las consecuencias; ¿su objetivo era sólo un ensayo?, ¿ver la reacción del gobierno, crear zozobra? O por el contrario fracasaron. Si fue así se deduce que habrá otros episodios.
Es pertinente una opinión sobre los actos llamados terroristas, se deben precisar bien, recordemos que la "violencia es la partera de la historia". Es una hipocresía condenar a la violencia sin más, sería condenar a Bolívar, a Chávez, por ejemplo. Los revolucionarios tienen muy bien definidas sus acciones, se guían por las "Acciones Motora Síntesis", que se resumen en: las acciones deben ser motoras de otras acciones y sobre todo deben ser síntesis del pensamiento revolucionario, humanista, amorosas, prefigurando el nuevo mundo que se quiere construir, deben elevar la conciencia revolucionaria de las masas. La violencia necesaria debe abrir las puertas al amor, a la fraternidad. Entonces, lo de la avenida Bolívar no es una acción revolucionaria, se puede calificar de terrorismo, debe ser condenada, contribuye a una salida fascista.
Sea lo que sea, el hecho ocurre en un país a la desbandada, un gobierno que no atina una sola medida, acorralado por su ineptitud, sin planes, sin ideas. Y una oposición que no está mejor, sin objetivos, sin metas. Ese es el origen de esta mamarrachada de atentado, es una muestra de la carencia de inteligencia que sufre la dirección de la nación, de todos, los de aquí y los de allá. A lo más lejos que llega la oposición es a un buen diagnóstico, diciéndole a la población lo que ella padece, no hay soluciones.
Los revolucionarios tienen la obligación hoy de describir la realidad, contemplarla, pero como decía, Marx para cambiarla. Es así son momentos de proponer cambios. Nosotros dijimos temprano que Maduro debe renunciar y que el problema es qué vendrá después, si una derecha que parece que ya empezó a actuar, o el camino revolucionario que aún no aparece.