Lo que en un momento resulto ser el slogan de una campaña publicitaria para incentivar el turismo en el vecino país, ahora es una realidad para todo aquel venezolano que abiertamente haya conspirado para atentar contra el legítimo gobierno de Venezuela, desde los tiempos del comandante Chávez.
Todos se quedaron, desde el sr. Carmona en el año 2002, hasta el Sr. Borges por estos días, y es que luchar contra "el tirano" justifica cualquier cosa.
Estoy convencido de que esos que se quedaron en Colombia, sin ningún riesgo, por cierto, son de esa clase social muy alta, que tenían colombianos, desplazados por culpa del conflicto interno que aún vive ese país, trabajando en sus hogares.
Esa misma clase social que los veía como sirvientes, que se burlaba de su dialecto, se mofaban de las costumbres que tenían para comer hígado encebollado, sobrebarriga o cualquier otra cosa.
Ni hablar, como se horrorizaban al escuchaban vallenatos en sus casas, o cuando los veían fumando un cigarro piel roja que por ser tan fuerte el olor creían que era marihuana.
Esa clase poderosa venezolana que siempre despreció a los humildes que llegaron de ese país, hoy pretende que los vean como a los paladines de la justicia, aun sabiendo que nunca hicieron méritos para ello, sino que, por el contrario, se pusieron del lado de quienes originaron el conflicto armado colombiano en detrimento de ese pueblo.
Hoy, esa misma clase, liderada por dirigentes de partidos políticos de extrema derecha, no solo siguen del lado de quienes profundizan la guerra en Colombia, sino que además siguen del lado de quienes dirigen el saqueo contra el pueblo venezolano, de quienes se roban la gasolina, los alimentos, los medicamentos, el efectivo, pero sobre todo de quienes nos pretender robar la esperanza.
Me cuentan que ya algunos de estos personeros hasta hablan con acento colombiano, después que ni a la gente de san Cristóbal querían porque hablaban así. Ahora no piden un café negro sino un tinto y así por el estilo, ya comen hígado encebollao, usan sombreros volteados, como dicen por ahí, cosas peores vendrán dice la biblia.
Ahora bien, lo arrastrado de esa clase política es natural en ambos lados, la del lado colombiano se le arrastraba a Chávez para que comprara sus productos, en esa era en la que el comercio con ese país alcanzó más de 10.000 millones de dólares y que por esa razón no había dictadura en Venezuela, ni crisis migratoria, ni humanitaria ni de ningún tipo, pero teníamos plata para comprarles de todo.
Cuando esta realidad cambió, fuimos a otros mercados, el precio del petróleo cayó, curiosamente empezó la dictadura en Venezuela.
La del lado venezolano, era un poco más fina, empezó arrastrada a los pies del Sr. Trump, solo que este los desplazó con sus pares de Colombia, con la firme necesidad de que el nuevo gobierno, haga lo que dejó pendiente el Sr. Uribe de intentar una acción armada contra nuestra patria.
Aumentan los riesgos para Nicolás y por lo tanto para todos los que creemos en que la actual situación tiene una salida y que se empezara a ver después del 20 de agosto.
Colombia, no sabes es riesgo que corres con esos personajes allá.