Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, reza el refrán popular. Tal vez no sea el caso, pues si una persona sale de su país no lo pierde, lo podrá extrañar, pero no lo pierde porque puede volver.
De los compatriotas que se han salido de Venezuela hay que diferenciarlos entre varios grupos, según la motivación para emigrar. Están los profesionales con legítimas aspiraciones, los de ascendencia extranjera y nacionalizados que regresan a sus orígenes, los que arrastrados por la desesperanza de ver precarizado su salario necesitan resolver su situación económica y los aventureros. A todos mis respetos y hasta mis felicitaciones por expandir sus horizontes y convertirse en ciudadanos del mundo.
Sin embargo, también hay que generar tres clasificaciones más, independientes de las motivaciones ya expuestas, pero relacionadas con la responsabilidad de ser venezolanos.
La primera de ellas son los responsables, aquellos que planificaron su emigración y organizaron su documentación. Mis respetos.
La segunda son los verdaderos refugiados políticos. Aquellas personas que verdaderamente tienen pendiente juicio por haber participado en los disturbios y acciones subversivas. Estas personas emigran bajo una condición de prohibición de salida del país, y así no nos guste a quienes los hemos calificado de delincuentes o terroristas, a final de cuentas son personas que entran dentro del concepto de disidentes políticos. Son muy poquitos, tal vez 100 personas. Que les valla bonito por allá, si te vi ya no me acuerdo.
La tercera clasificación son los irresponsables. Aquellas personas que a falta de algún documento o requisito para ingresar en otro país han mentido, diciendo que están huyendo del régimen dictatorial de Maduro. Son irresponsables porque su mentira da pie a los halcones imperiales para aplicar sus garras sobre nuestro país.
La condición de refugiado es un estatus legal internacional, creado a raíz de las convulsiones de la primera mitad del siglo 20 y se adquiere cuando el inmigrante manifiesta que en su país de origen lo están persiguiendo o amenazando de muerte por razones sociales, étnicas, religiosas o políticas. Es una declaración jurada, mediante la firma de un documento o mediante una declaración ante un funcionario de inmigración del país receptor. ¿Cuantos emigrantes Venezolanos han usado esta "viveza criolla" para evitar ser deportados? Respuesta: miles. Entonces son miles los irresponsables.
Tal vez sea muy duro mi comentario. Es posible que alguien se sienta aludido y se moleste, pero ¿Qué calificativo se le puede dar a quien ha puesto en riesgo la independencia y el bienestar de la patria mintiendo?
Han salido cientos de miles de compatriotas a buscar soluciones económicas en otros países. Decisión que hasta cierto punto me gusta pues nosotros los venezolanos, por la gracia de Dios, y en su gran mayoría, solo habíamos salido del país a 1) estudiar con una beca, 2) trabajar por tiempo determinado como empleados de alguna empresa y 3) pasear como turistas. Pocos, muy pocos habían salido a echarle bolas conviviendo, en condiciones de inferioridad, con los pobladores de los suburbios de las grandes ciudades de otros países, desarrollados o semidesarrollados. Condición que desnuda toda la verdad de cualquier país, y nos hace ver con simpatía al nuestro.
"Todo el que va a Nueva York se vuelve tan embustero, que si allá lavaba platos dice aquí que era platero"… es un sabroso merengue caraqueño de principios del siglo XX. Su letra encierra tanta verdad que puede llegar a herir a más de uno. Verdad que se puede complementar con la moderna sentencia: "nadie pone una foto fea en facebook".
Definitivamente no es fácil ser un inmigrante pobre en ningún país. Condición que, por lógica elemental, hace reconsiderar la decisión y reactiva el anhelo de volver a casa. Tal vez sin dinero, pero cargado de la sabiduría que da vivir la experiencia y poder contrastar lo propio con lo ajeno.
Ningún país es mejor que otro. Podrán establecerse comparaciones de todo tipo, numéricas o cualitativas, pero definitivamente la gran diferencia es que tu país y otro es precisamente eso, tu país es tuyo, porque lo has heredado de tus ancestros y tienes la responsabilidad de legárselo a tus hijos.
Quienes hoy necesitan volver a casa deberán pasar por la oficina de inmigración para sellar en su pasaporte la salida del país. Si su ingreso fue bajo la condición de "refugiado" entonces deberán manifestar su voluntad de regresar, corriendo el riesgo de ser afectados por la condición que los hizo huir. No hay en la boleta o planilla o declaración una casilla que diga mentí; y mucho menos hay alguna forma de dejar asentado una declaración de arrepentimiento, o de pedir perdón por haber mentido…sencillamente pueden regresar a su país, pues la declaración es solo para liberar al país anfitrión de la responsabilidad de lo que le pase a la persona que regresa a su país de origen.
Sin embargo las sanciones y los bloqueos internacionales que pudo haber causado la irresponsabilidad de haber mentido afectaron en bienestar de quienes como familia lo van a recibir en el aeropuerto. Solo imaginemos, y va de retro, que la mentira de miles cause una invasión militar y una guerra, entonces si es verdad que lo habrán perdido todo.