Las recientes embestidas rabiosas de Estados Unidos contra la soberanía de Venezuela, son una demostración de la desesperación del Imperio en el marco de la desdolarización del planeta. Desde el comienzo de la Segunda Gran Depresión Capitalista, en 2008, el billete verde ha ido perdiendo la preponderancia que ostentó desde la firma de los Acuerdos de Bretton Woods, en 1944, cuando el Tío Sam impuso su signo monetario como divisa de reserva universal. Por aquella época, EEUU se comprometía con el resto de naciones del orbe a entregar una onza dorada por cada 35 billetes verdes. Así fue hasta 1971, año en el que Richard Nixon, entonces Presidente del país norteamericano, desconoció de forma unilateral lo pactado en Bretton Woods e inauguró el capitalismo de casino que hoy conocemos. La "lechuga" ya no era tan buena como el oro sino tan tóxica como la deuda perenne. Dos decisiones del Presidente Obrero, Nicolás Maduro, han desatado la ira del "establishment" gringo: el lanzamiento de la petromoneda -respaldada por un activo tangible como el petróleo- y el Plan de Ahorro en Oro Soberano, el cual incentiva a la población a adquirir certificados basados en lingotes de 1,5 y 2,5 gramos atesorados por el Banco Central de Venezuela. No es gratuito que el Departamento de Estado haya prohibido a los ciudadanos estadounidenses comprar la criptodivisa criolla o comerciar con lingotes amarillos provenientes del Norte del América del Sur. ¡Es que por allí vienen los tiros!
La más reciente operación psicológica de la CIA ha sido intentar deslegitimar a Nicolás Maduro como Presidente de la República en su segundo período de gobierno, al posicionar como "presidente interino" (figura que no existe en nuestra Constitución de 1999) al actual presidente de la Asamblea Nacional en desacato, la cual está controlada por la derecha vernácula. Juan Guaidó, gris personaje que no sabe ni articular un sintagma propio coherente, es el símbolo más patente de la decadente oh-posición: un patético títere de Washington que se juramenta en la calle como "primer mandatario" de la Nación y se convierte en el hazmerreír de más de 150 países que sólo reconocen a Nicolás Maduro. El chavismo ganó de manera arrolladora los comicios presidenciales de mayo de 2018, puesto que sacó más de cuatro millones de votos de ventaja al competidor más cercano: Nicolás Maduro obtuvo 6.248.864 papeletas y Henri Falcón (faz visible de la derecha) se hizo de 1.927.958 voluntades. Voilá! De hecho, el mismo Consejo Nacional Electoral (CNE) que adjudicó a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la victoria en las elecciones legislativas de diciembre de 2015, es el mismo (con rectores y máquinas) que realizó los escrutinios nacionales de mediados de 2018, por ende, Guaidó al desconocer a Maduro como autoridad electa también se está desconociendo a sí mismo y poniendo "en entredicho" la acreditación que le confirió el CNE como diputado nacional. ¡El non plus ultra de la sandez! Con base en esta burda trama de película hollywoodense de bajo presupuesto, EEUU persigue el aislamiento internacional de la Revolución Bolivariana y preparar el escenario para una incursión militar en Venezuela; el "trabajo de hormiguita" de los halcones del Distrito de Columbia data de 1999, aunque se ha intensificado desde 2009 a raíz del golpe de Estado en Honduras. Allí se manufacturó el Plan Cóndor 2.0 mediante el cual se neutraliza, a través de los parlamentos, a cualquier presidente que esté reñido con los intereses del Imperio. Más tarde harían ídem marranada a Fernando Lugo en Paraguay y a Dilma Rousseff en Brasil. La utilización de los poderes judiciales locales o método de "lawfare", con el fin de apresar a líderes progresistas de nuestra América, también es otra infame estratagema con la impronta yanqui; luchadores como Cristina Fernández, Lula Da Silva, Rafael Correa y Jorge Glas, han sido víctimas de este vergonzoso "modus operandi" de la reacción para satanizar a la izquierda.
Washington atisba la oportunidad de aplastar el proceso bolivariano con el espantapájaros de Guaidó, ya que al vender la falsa premisa de la dualidad administrativa y una supuesta anarquía en Venezuela, pretende avasallar con sus marines nuestras coordenadas esgrimiendo la trillada perorata justiciera de "poner orden". Es que EEUU atraviesa la crisis más grave de su existencia en todos los aspectos: más de 40 millones de pobres, una tasa de desempleo de 21,8% (*) y obligaciones federales por el orden de los 22 billones de dólares, lo que representa un nivel de deuda sobre PIB de 106%. Para más inri, 63 de las 75 urbes más grandes de EEUU están en bancarrota (**) y los fondos públicos de pensiones, como el de Chicago, necesitan un "rescate" de los contribuyentes -de 140 mil dólares per cápita- debido a que están quebrados. La bolsa de valores, Wall Street, ha tenido una década de bonanza gracias a la Flexibilización Cuantitativa (emisión de dinero) de la Fed y las recompras de acciones de empresas como Apple, Pepsi o IBM, lo que ha creado la burbuja bursátil más colosal en toda la trayectoria de la Calle del Muro. Ante el evidente declive del Tío Sam en los últimos años, muchos territorios del orbe se han ido desconectando del dólar estadounidense, puesto que perciben el creciente riesgo de un impostergable colapso en el terruño del pastel de manzana. En adición, la aplicación de ilegales sanciones por parte de Washington a potencias como Irán o Rusia, ha desencadenado el establecimiento de alternativas de pago de bienes y servicios que burlen el sistema financiero dependiente de Wall Street. En 2018, Moscú vendió todo su arsenal de Bonos del Tesoro de EEUU y adquirió ingentes cantidades de lingotes dorados para sus reservas. Igualmente, Beijing ha ido liquidando -en menor medida- sus instrumentos gringos de renta fija con el propósito de hacerse de onzas amarillas. Para mayor preocupación del Imperio, cada vez es más común que las ventas de hidrocarburos se amorticen en monedas distintas al billete verde y esto pone en grave peligro el esquema del petrodólar. El criptoactivo venezolano, al ser la primera moneda en 48 años que está sustentada en una materia prima, es una atrevida bofetada a la Reserva Federal y al capitalismo de póker, por lo tanto, EEUU debe acabar con ese "mal ejemplo" lo más pronto posible. Las alusiones a la "democracia", la "crisis humanitaria" y la "libertad", son meros pretextos de la verborrea "pentagonista" para ocultar lo fundamental: salvar el estatus global del "greenback". Una invasión militar exitosa a estas tierras haría recuperar el prestigio de Washington después de las desastrosas aventuras belicistas en Afganistán, Irak y Siria, verbigracia. Este improbable escenario de victoria aseguraría por unos lustros más la vapuleada hegemonía del rectángulo glauco y consolidaría el dominio yanqui en su "patio trasero".
UNA INVASIÓN "À LA GIRÓN" ES EL PLAN IMPERIAL Y HABRÍA UNA GUERRA MUNDIAL EN EL CARIBE
El Tío Sam apuesta a la acción relámpago o sorpresa (al estilo del fiasco de Playa Girón), donde haya el menor número de soldados en el terreno y evitar el costo político que representarían las bajas en la opinión pública estadounidense. Vestir a mercenarios con uniformes de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), con el objetivo de simular un "alzamiento" y secuestrar algún Sukhoi o F-16 para realizar bombardeos indiscriminados, son contextos que abrirían el paso a una intervención gringa a pequeña escala y con el apoyo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). No olvidemos que en 2004, antes del Referéndum Revocatorio del 15 de agosto de ese año, la Alianza Atlántica tenía planes de invadir Venezuela, de acuerdo con el testimonio de un antiguo soldado de esa fuerza multinacional y quien lo confesó a gente allegada a nosotros. Desde luego, EEUU involucraría en su ataque a gobiernos lacayos como los de Argentina, Brasil y Colombia. Venezuela, por su lado, dispondría de la incondicional ayuda de Bolivia, China, Corea del Norte, Cuba, Irán, Nicaragua y Rusia, o sea, tendríamos una conflagración global -que nadie desea- en el corazón del Caribe, una posibilidad que pone a cavilar profundo a los amos del complejo militar-industrial (***). La derrota del Imperio y sus cipayos europeos o latinoamericanos, estaría escrita en piedra: nuestra peculiar topografía, el armamento de avanzada del que disponemos y la superioridad moral de nuestros efectivos, son elementos que nos favorecen. Por supuesto, las motivaciones de Washington para destruirnos no se circunscriben al Petro o al Plan de Ahorro en Oro, ya que apoderarse de nuestras riquezas naturales y demoler el paradigma de antiimperialismo encarnado en el chavismo, son otras razones "de peso" para pretender borrarnos del mapa.
Algo sí está muy claro: una agresión directa a Venezuela intensificaría las contradicciones internas en Argentina, Brasil, Colombia y otros satélites de EEUU en América Latina. En similar dirección, la crisis política y la fragmentación territorial de España, la caída de Macron en Francia y la renuncia de Merkel en Alemania, serían acontecimientos que se precipitarían en el entorno de una irracional cruzada contra Caracas. El papelón planetario que están haciendo Trump y sus compinches en el resto de la esfera azul, en manifiesta violación de los principios más básicos del Derecho Internacional, quedará plasmado en los textos de Historia Universal como la torpeza diplomática más estrafalaria de todos los tiempos. A pesar de la desesperación de los halcones por clavar sus garras en nuestras latitudes, es más probable que EEUU desista de la agenda con hedor a pólvora (por temor al oso y al dragón) y siga apostando, sin éxito, a las sanciones económicas y la subversión interna. Haga lo que haga, la suerte del dólar ya está echada: regresaremos al patrón oro y el Imperio acabará fracturado -por una guerra civil- en varias "repúblicas" colmadas de obligaciones astronómicas. ¡Venceremos!
P.D. Washington necesita de nuestros vastos yacimientos auríferos (más de siete mil toneladas), puesto que China y Rusia regresarán al estándar dorado y las barras gualdas serán el eje del novel sistema monetario. El oro del Uncle Sam se encuentra -en teoría- en las bóvedas de Fort Knox, sin embargo, éste no ha sido auditado por el Congreso de EEUU desde 1953.
(*) http://www.shadowstats.com/alternate_data/unemployment-charts
(***) ¿Por qué EEUU no se ha atrevido a invadir Cuba después del fracaso de Playa Girón? Tras el derrumbe del campo socialista, en 1989, pudo haber concretado esa "asignatura pendiente", ¿por qué no lo hizo? Por el mismo motivo que no ha enviado marines a Irán: en ambos terruños hay pueblos cohesionados con sus fuerzas armadas y dispuestos a oponer una resistencia brutal. Algunos halcones vislumbran un panorama análogo en Venezuela, por lo tanto, sugieren continuar "presionando" a través de las sanciones económicas, la guerra psicológica y el hostigamiento diplomático.