Fidel Castro durante la clausura del Encuentro sobre la deuda externa de América Latina y el Caribe efectuado en la Habana en agosto de 1985, vaticinaba que se producirían estallidos o levantamientos sociales en la región producto de las claras desigualdades sociales, el hambre generada por las políticas y normas impuesta por el Fondo Monetario Internacional bajo la agenda de la Reserva Federal del gobierno de Estados Unidos a los gobiernos de América Latina.
Castro señaló entonces: "El cobro de esta deuda y el sistema injusto de relaciones económicas es la más flagrante y más brutal violación de los derechos humanos que puedan concebirse. Aquí se habló de que esa deuda está pagada, quién sabe cuántas veces, con lo que nos roban. Solo el año pasado (1984) nos robaron 20 000 millones por esa vía del intercambio desigual, 10 000 millones por fuga de capitales, 37 300 millones de intereses, y de 4 000 a 5 000 por la sobrevaloración del dólar. Son 70 000 millones en un solo año, 70 000 millones saqueados (...)"
Desde la emisión de aquel discurso han transcurrido 34 años, la situación en América Latina poco ha cambiado, desde el 2000 cuando diversos gobiernos de algunos países de la región (Venezuela, Brasil Argentina, Bolivia, Ecuador y otros) decidieron desarrollar programas públicos favoreciendo políticas sociales para equilibrar las desigualdades muy severas, una contraofensiva de los gobiernos de Estados Unidos intenta recuperar su hegemonía en América Latina desde mediados de la segunda década del siglo XX para seguir imponiendo una agenda política favorable al hegemón continental.
A la apuesta de recuperar la influencia de Estados Unidos, los gobiernos de Busch, Barack Obama y de Trump se han valido de golpes, traiciones, mucho chantaje, mentiras en una superestructura mediática gigantesca y un flujo de apoyo financiero a partidos de derecha que emergen desde las fuentes del fascismo contemporáneo, en cada uno de los países de la América meridional. En algunos casos con éxito, en otros no han podido imponerse.
El retorno de las políticas del FMI en algunos países de la región con la anuencia de gobiernos de derecha, le siguen las protestas sociales, con las mismas causas que hace más de 30 años hacía referencia Fidel Castro: "reducción del "gasto público", reducción de importaciones, la inflación, proteccionismo que ...arruina a nuestros pueblos".
La excepción ha sido Venezuela, que a pesar de sufrir una hiperinflación, desabastecimiento, bloqueo económico y financiero; las protestas y movilizaciones masivas están organizadas para denunciar las agresiones, bloqueo financiero, hostilidades y amenazas de los Estados Unidos y de la Unión Europea que se han cartelizado para desarrollar lo que algunos autores llaman una "guerra humanitaria", en el entendido de escudarse con una supuesta "ayuda humanitaria" no autorizada ni por el gobierno venezolano, ni por la ONU, ni por la Cruz Roja Internacional y que según observadores esconden otras intenciones como la de intervenir militarmente a Venezuela y montar un gobierno paralelo al electo legítimamente por el pueblo venezolano, cuando el actual presidente Nicolás Maduro Moros fue escogido mediante elecciones el pasado 2 de mayo de 2018.
En Argentina, los cortes a las políticas sociales que promovieron los gobiernos que antecedieron a Macri son motivos de movilizaciones antigobierno, en Brasil, hay un bomba de tiempo en el asunto social desde el desempleo, los sin tierras, la eliminación de beneficios a pensionados, en Chile, Perú, Ecuador y Colombia, la pobreza extrema y otras dolencias sociales son detonantes para una nueva oleada de estallidos sociales previsibles en los próximos meses por el seguimiento de las órdenes del Fondo d
A estos desenlaces previsibles les siguen ondas de represión policial y muertes, el desplazamiento de militares para hacer uso desproporcional de la fuerza y poder controlar las movilizaciones a veces convertidas en violencia desbordada como en Haití recientemente.
En razón de las últimas noticias en la frontera de Venezuela con Colombia, los Estados Unidos parece decidido a ultimar cualquier acto diplomático y está movilizando fuerzas militares que han provocado una respuesta del gobierno venezolano al llamar a desarrollar un plan especial de defensa y adecuación de fuerzas, con el apoyo de Rusia y China cuando ambos gobiernos se han pronunciado por un finiquito a las hostilidades de Estados Unidos contra Venezuela.
El abogado Alejandro Rodríguez Morales cita el concepto de la "guerra humanitaria" un recurso que han esgrimido los gobiernos de Estados Unidos "como un instrumento necesario pues la misma descansaría sobre la base de alcanzar la paz...y el respeto de la persona humana". Una dicotomía a todas luces inmoral y demagógica que se sustenta en la mentira y en la justificación del uso de la violencia en vez del trato del diálogo y la diplomacia. Venezuela por su parte ha esgrimido la Carta de Naciones Unidas en lo inherente al numeral 4 artículo 2 que obliga a que los estados miembros " se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado" que es refrendado en el artículo 33 y que obliga a arreglar las diferencias o controversias pacíficamente.
No nos extrañemos, que de la llamada "ayuda humanitaria", las fuerzas especiales militares norteamericanas intenten pasar a Venezuela desde la frontera colombiana, brasileña o desde el Caribe para desarrollar una "guerra humanitaria" tal y como lo hicieron en Afganistán, Libia o Irak.
Lo que también es previsible es que existen más de 6 millones de venezolanos organizados en el plano social y militar que harían una barrera difícil de flanquear por fuerzas extranjeras agresivas y que generará un impacto geopolítico a lo interno de Colombia y Brasil con consecuencias negativas a los propios gobiernos oligárquicos de la región.