El General Rodríguez Torres está en huelga de hambre, la noticia es alarmante y más lo es la forma clandestina como llega a nosotros, por los caminos verdes. No es sólo el caso del General Rodríguez Torres, también desconocemos la situación del General Baduel y de cientos de oficiales secuestrados por el madurismo y por la desidia de sus compañeros de armas.
Esta es la realidad, no conocemos la situación de los presos, están secuestrados sin ningún respeto a la legalidad, a las más elementales normas de humanismo. Después, gobierno, plumíferos, animadores de programas de variedades no vengan a llorar sobre los informes de violación de los derechos humanos. Este crimen, esta violación de los derechos humanos de los Generales, devela el espíritu fascista que cunde en la sociedad.
Unos, situados en el bando contrario al gobierno, están alegres, dicen: "los sufrimientos de hoy se los tienen merecido por su comportamiento de ayer. De esta manera acompañan la violación de los derechos humanos de los Generales, se ubican en el bando fascista, antihumano. Otros, los fascistas del gobierno, el fiscal, el defensor, aprueban con su conducta cómplice las violaciones que ayer criticaban. Otros no se atreven a hablar, con silencio cómplice contribuyen a la barbarie. Otros, anestesiados, comprados, individualizados buscan soluciones aisladas, se van del país, o se quedan con un puñal en la boca procurando subsistir a costa de lo que sea, aceptando lo que sea, dispuestos a lo que sea. Los más están paralizados, congelados, se dejan llevar por la corriente.
El país se hunde en las arenas movedizas del fascismo, lo de los Generales es sólo una muestra que se suma a los suicidios, a los torturados, al hambre, a las condiciones extremas de vida. Algo habrá que hacer, y hacerlo pronto antes de que sólo queden las cenizas de la nacionalidad. Que cada uno asuma su responsabilidad, que haga lo que tenga que hacer de acuerdo a su competencia.
Los militares, que por lo menos defiendan a sus compañeros, que exijan un trato humano, ni más ni menos. Los civiles que denuncien la tragedia, los chavistas que aclaren que esto no es Chavismo, que es un sarcasmo de capitalismo, o mejor un lumpen capitalismo que será estudiado en el futuro como una teratología social. Todos que se unan en las acciones para salir del gobierno. Y aquí es bueno precisar la posición. Veamos.
Los capitalistas de ambos bandos, maduristas y derecha tradicional, los dos con marcado talante fascista, buscan un acuerdo para cambiar, para que todo siga igual, proponen la democracia burguesa como la solución, el bálsamo que todo lo cura; intentan que olvidemos a la cuarta con su inmensa carga de miseria material y espiritual. La democracia burguesa es, en realidad, una dictadura con ropaje legal, represiva con los humildes, con sus mismas faes, con sus desparecidos, con sus torturas, todo igual a este lumpen capitalismo pero más disfrazado.
La solución está en regresar al punto donde erramos el camino, al asesinato de Chávez y la entrega, la traición posterior. El Comandante cayó en combate, en lucha contra el capitalismo que ahora, con la complicidad del madurismo, nos cubre de oprobio. Con Chávez la sociedad transitaba hacia la construcción de una sociedad donde todos viviríamos como hermanos, con conciencia de pertenencia a la sociedad, a la humanidad; con Chávez se comenzó a pagar la deuda social, a crear las bases económicas y espirituales de esa sociedad nueva.
No hay que dejarse engañar, no hay que olvidar a Chávez, no hay que confundirlo con este lumpen capitalismo…