Rumsfeld, el anciano cyber estratega



Donald Rumsfeld, 70 años, es un ministro de Defensa que sabe darse tiempo para los negocios, como ejecutivo, consultor o consejero de empresas top, entre otras G.D.Searle/Pharmacia, Instrument/Motorola, Guflstream Aerospace, General Dynamics, Tribune Company, Gilead Sciences, Amylin Pharmaceuticals, Sears Roebuck & Co., Allstate, Kellogg y Asea Brown Boveri. En Washington dicen que sus amigos ejecutivos de empresas anti-incendios agarraron los primeros contratos para apagar los pozos petroleros de Irak.

Alguna vez se ufanó de ser 'amigo personal' de Augusto Pinochet, cuando creyó que Chile debería convertirse en el guardián de los intereses 'hemisféricos' en Los Andes. En octubre de 2002 recibió a Michelle Bachellet para negociar la venta de aviones F-16 y misiles Amraam. No es primera vez que oficia de ministro de Defensa. Fue la cabeza del Pentágono más joven de toda la historia cuando estuvo allí al final de la guerra -perdida- de Vietnam. Cuando Bush se vaya, dentro de dos años, habrá sido el ministro de Defensa más viejo.

20 años no es nada...

En 1983 estrechó la diestra de Saddam Hussein, al intentar convencerlo de ocupar el liderazgo regional 'aliado' que dejó vacante la muerte del Sha de Irán, país con el que llevaba tres años de guerra. A un año de este encuentro se restablecieron las relaciones interrumpidas en 1967, con motivo de la guerra árabe israelí de los Seis Días. Estados Unidos se convirtió entonces en proveedor de bombas químicas, biológicas, gases prohibidos y demás artefactos de destrucción masiva utilizados en la campaña de una década contra el país de los ayatollahs. Gary Milhollin, a cargo de un programa de la Universidad de Winsconsin sobre proliferación de armas no convencionales, conjetura que también proveyó las cepas de bacilos de ántrax. A pesar de tanto apoyo, el iraquí no mostró mayor interés por la propuesta de ese doble papel imperial y vasallo.

La prensa estadounidense le calcula a Rumsfeld una fortuna de 30 a 220 millones de dólares. Le llaman 'Rummy', 'Dr. Bombazo Nuclear' y 'Darth Vader'. Según el periodista hispano Wilson García Mérida 'siente una fascinación fanática por las armas de destrucción masiva y promueve una campaña para legalizar las armas químicas aún prohibidas en Estados Unidos'. No ocultó su júbilo durante el bombardeo de Afganistán.

Los riesgos de una máquina de escribir

Cuando gobiernan los republicanos, Rumsfeld ejerce cargos públicos. Con los demócratas en el poder hace dinero en el sector privado 'aconsejando' a algunas de las 500 empresas mundiales top de los rankings de Fortune y Forbes. Mantiene lazos con líderes de grupos ultraderechistas como el coreano Sun Myung Moon y el fanático Lyndon LaRouche, curioso enemigo acérrimo de Bush el viejo, algo nada extraño porque el ex presidente y el secretario de Defensa se detestan mutuamente, con gran entusiasmo, desde tiempos viejos.

Cultiva vínculos con el Comité contra el Peligro Actual, el Comité Internacional de Rescate, el Centro de Política de Seguridad y el Comité para un Mundo Libre (del cual fue presidente). Le dio una mano al coronel Oliver North para armar la guerra de 200.000 muertos en Centroamérica durante la era de Ronald Reagan. Cuando comenzó su carrera con Richard Nixon exhibió fobias raciales que le ganaron acusaciones de encarcelar líderes negros radicales de Estados Unidos -Panteras Negras- y encubrió asesinatos de activistas y matanzas 'clásicas' en Vietnam, Laos y Camboya, recuerda García Mérida.

La única vez que Rumsfeld estuvo cerca de algo parecido a una guerra fue cuando una máquina de escribir voló cerca de su cabeza en 1984, en vísperas del año nuevo. Una explosión estremeció la embajada de Estados Unidos en El Líbano, pese a la protección de sacos de arena, precaución explicable porque días antes 240 infantes de marina murieron en una acción kamikaze. Un perfil de Alfredo Grieco y Bravio, de la revista argentina Veintitrés, recuerda que profesa la religión protestante, detalle nada banal para su guerra de invasión que hoy invoca el beneplácito de Dios.

Su enemistad con Bush el viejo

Nació en un barrio pobre de Chicago, pero consiguió llegar a la arrogante Universidad de Princeton para estudiar ciencia política, gracias a una beca. Rápido ascendió al Congreso, por cuatro períodos consecutivos. Hace 40 años, muchos quisieron ver a un John Fitzgerald Kennedy republicano' en este joven representante inteligente, universitario y 'cultivado'. Llegó a trabajar con Richard Nixon en 1968, para hacerse cargo de un programa de 'lucha contra la pobreza'. No estuvo en Estados Unidos cuando el mandatario fue defenestrado por Watergate porque en 1972 se fue a la embajada ante la OTAN, pero desde allá le ofreció a su jefe el regreso para combatir en el juicio político que derivó en la dimisión. Quizás por esto, en sus Memorias Nixon lo elogia como 'el Rumsfeld siempre leal'.

Gerald Ford, el sucesor, lo nombró secretario general de la Casa Blanca. Al año siguiente, lo designó en Defensa, a la vez que puso en la CIA al entonces embajador en Pekín, un oscuro congresista de Texas llamado George Herbert Walker Bush, futuro presidente y padre de presidente. Si las relaciones Bush-Rumsfeld no eran buenas, esta movida las empeoró. Rumsfeld y Ford apostaron a que un jefe del servicio secreto jamás llegaría a la Casa Blanca. El mandatario se comprometió ante el Congreso a no llevar a Bush como compañero de fórmula en las elecciones de 1976, que terminó ganándolas Jimmy Carter. Pero Rumsfeld no perdió su tiempo haciendo centavos en la farmacéutica Searle.

El retorno

Con Ronald Reagan volvió a encumbrarse. Viajó a Bagdad para charlar con Saddam, pero su enemistad con Bush el viejo lo mantuvo en un bajo perfil durante toda la primera guerra del Golfo, donde la 'gloria' fue acaparada por un adversario 'moderado', el general Colin Powell, hoy secretario de Estado. Probablemente porque el hombre tiene obsesión por la tecnología, en 1998 Clinton lo puso al frente de una comisión para estudiar proyectos antimísiles. Y a instancias de su viejo amigo Cheney, ahora vicepresidente, Bush hijo se lo llevó al Pentágono, donde debutó con la cruzada reformista llamada RMA, una revolución en la doctrina militar inspirada por el anciano estratega Andrew Marshall. Para terror del viejo complejo militar-industrial, dijeron adiós a la vieja, pesada y costosa estructura que envió a 700.000 uniformados a la primera guerra del Golfo. Esta invasión a Irak iniciada con 200.000 hombres y miles de sensores, computadores y mísiles tele-guiados es 'su' guerra, el 'triunfo' del ya anciano Rumsfeld.

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Ernesto Carmona (Punto Final)


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