Manuel Manrique: vencedor en Maracaibo contra el último opresor colonial

El General de Brigada venezolano Manuel Manrique, oriundo de Cojedes, bien pudiera ostentar el título de Libertador de Maracaibo, como otros próceres entre los que figuraría encabezando la lista El Brillante Rafael Urdaneta. No se había equivocado el gobierno bolivariano de la original República de Colombia nombrándolo Intendente del Departamento Zulia, recién creado en las sesiones constituyentes de 1821 en Cúcuta.

Manuel Manrique, azote del último Gobernador español Francisco Tomás Morales -a quien persiguió hasta Puerto Cabello tras la victoria patriota de Carabobo- vino a coronar su espectacular carrera militar en la Tierra del Sol Amada, al derrotar y rendir a quien sería la última autoridad colonial en Venezuela, ese mismo al que la heroína Ana María Campos marcó con la consigna "si no capitula, monda".

Pues hubo de capitular o hubiera perecido ante la fuerza imparable de las armas libertarias que comandaban el joven gobernante republicano Manuel Manrique, que había nacido en San Carlos de Cojedes el 26 de abril de 1793, y el Contralmirante riohachero José Padilla, jefe de la armada patriota que enfrentó con éxito a la flota realista en la versión naval de aquella definitiva Batalla de Maracaibo de julio de 1823.

Manrique comenzó su militancia revolucionaria a la precoz edad de 16 años, durante los sucesos independentistas de 1810, y de inmediato se enfiló en el ejército sirviendo bajo las órdenes del Brigadier Francisco Rodríguez del Toro.

Entre 1811 y 1812 lucha en las campañas al mando del Generalísimo Francisco de Miranda, y al caer la República se repliega junto a otros combatientes a continuar la lucha con tácticas de guerrilla en las extensas sabanas de aquella Venezuela rural.

En 1813 acude presuroso a unirse a Simón Bolívar en plena Campaña Admirable; combate en Bárbula, Trincheras y Araure; estuvo el 25 de mayo de 1814 en la primera Batalla de Carabobo, y formó parte de la retirada estratégica que dirigió Rafael Urdaneta hacia la Nueva Granada, cultivándose entre ambos jefes patriotas perdurable admiración y amistad.

Reunidos de nuevo con Bolívar, triunfan en la pacificación de Cundinamarca, y vive la situación que llevó al Libertador a irse para Jamaica, por la insubordinación de los jefes de Cartagena, que a fines de año cae en manos de las fuerzas realistas de Morillo. Manrique se va a los Llanos.

Al Casanare fueron a reagruparse los independentistas venezolanos y granadinos, que luego se integrarían al ejército en Apure que comandaba José Antonio Páez. Participa en las contiendas de El Yagual y Achaguas en octubre de 1816, y al enterarse de la presencia de Bolívar en las costas orientales, solicita autorización de sus superiores inmediatos para ir a unírsele al Libertador en Barcelona.

Entra en Guayana con Bolívar y el 20 de mayo de 1817, recién cumplidos sus 24 años, es ascendido a Coronel (vivo y efectivo como se decía en la jerga castrense de la época).

Habiendo sido designado Jefe del Estado Mayor de la Provincia de Guayana en noviembre del 17, marcha el año siguiente con la división del General José Tadeo Monagas a la Campaña del Centro. En 1819 continúa destacándose, ahora como miembro del Estado Mayor General en las Campañas de Apure y Nueva Granada. En la Campaña de Carabobo en 1821 actúa como comandante de la Primera Brigada de la Guardia.

Triunfantes las gloriosas armas de la patria, Manrique es enviado a dar combate a las fuerzas realistas de José Pereira que tratan de atrincherarse en Carayaca, y el 11 de agosto lidera el sitio contra Puerto Cabello. Le nombraron diputado suplente al Congreso de Colombia, sin poder asistir por sus tareas militares que no cesaban ante la insistencia del enemigo de quebrantar la independencia conquistada en Carabobo.

Es en esa coyuntura que Manuel Manrique es designado para el cargo de Intendente y Comandante General del Zulia el 29 de enero de 1823, departamento instituido en 1821 que abarcaba un amplio escenario con sede en Maracaibo, donde dirige las operaciones contra el ejército realista de Francisco Tomás Morales, cuya frase favorita para intimidar a los patriotas era: "El Lago de Maracaibo será el panteón de la flota colombiana".

Morales, que venía resentido por los reveses infringidos a su estirpe, llega a Los Puertos de Altagracia en abril de 1822. La herida prepotencia del hispano se descarga en atrocidades contra la población criolla a la que aborrece. Particular saña vierte el opresor contra la mujer maracaibera. Fusilan a Domitila Flores como para anunciar el terror a que están dispuestos si el pueblo sigue el empeño independentista. Luego somete al escarnio público, bajo torturas cruelísimas, a la joven valiente Ana María Campos: que un altar debería recordarle a las nuevas generaciones la heroicidad de la mujer zuliana contra toda forma de opresión.

Manrique no sólo asedió a Morales en tierra, obligándolo prácticamente a replegarse a sus embarcaciones, sino que en un alarde de versatilidad combativa, subió parte de sus tropas a las naves republicanas, de manera que se garantizase la derrota definitiva del enemigo en espectacular batalla acuática, que inmortalizó su nombre y el de José Prudencio Padilla. Lamentablemente este último tiró por la borda sus logros al entregarse a la insubordinación, el divisionismo y la traición, al complotarse con los asesinos que intentaron el magnicidio contra Bolívar en septiembre de 1828.

La retoma de la plaza Maracaibo ocupada por los realistas, significó un intenso operativo militar de gran movilidad, con el lago como pista que vio cruzar de un extremo a otro las embarcaciones de todos los tamaños con tropas de los bandos en pugna. Manrique se mueve de Gibraltar a Maracaibo, Morales de Maracaibo a Los Puertos de Altagracia y a la fortaleza de San Carlos, Padilla maniobra la flota según los movimientos enemigos, de manera que los marullos son líneas de una inmensa tabla de ajedrez. El 17 de junio Manrique comanda una feroz batalla en tierra para recuperar la ciudad, y ya el 19 debe replegarse a la otra orilla por la incursión de Morales con una fuerza muy superior de 1.800 efectivos y poderosos pertrechos.

"El general Mariano Montilla era el comandante en jefe de todas las fuerzas terrestres y navales que operarían contra Maracaibo, bajo cuyas órdenes actuarían el general Manuel Manrique y el contralmirante José Prudencio Padilla, quienes podían actuar en forma independiente, pero prestándose mutua colaboración para garantizar y facilitar el éxito de la operación. Se fijó como objetivo más importante de la campaña la conquista del dominio del mar en el lago, para lo cual se determinó como objetivo estratégico el ataque y destrucción de la escuadrilla de los realistas", según un balance que con los años hiciera la armada española.

Dicho informe concluye que "esta organización del mando patriota fue la más adecuada para evitar las numerosas fricciones entre Padilla y Manrique, ambos jefes de grandes méritos y capacidades pero que no se entendían bien".

El día 20 de julio, para cuya fecha Morales se encontraba en Maracaibo, Laborde en la ensenada de San Carlos y Padilla en los puertos de Altagracia, la escuadrilla realista estaba dividida en tres grupos: uno en Zapata, otro en el Moján y el último en Maracaibo. La escuadra colombiana estaba fondeada entre Punta Palmas y los Puertos de Altagracia. Se dio inicio a las maniobras de combate naval y el 24 de julio, coincidiendo con el cumpleaños 40 del Libertador Simón Bolívar, la armada española fue derrotada. El día 3 de agosto se firma la capitulación de Morales en la casa que lleva ese nombre en la esquina noroeste de la plaza Bolívar maracaibera.

Sobrados méritos hizo Manuel Manrique, hijo ilustre de los llanos cojedeños, prócer de la emancipación latinoamericana y venerado héroe de la historia zuliana, para ser ascendido a General de Brigada apenas arribar a sus fructíferos 30 años de edad.

Perteneciente a aquella estirpe libertadora que no daba "descanso a su brazo, ni reposo a su alma" para expulsar al oprobioso régimen colonial de todos los rincones de la patria grande, Manrique se dedica con pasión a un sueño que estaba pendiente por realizarse: la liberación de Cuba y Puerto Rico. Un singular visitante tuvo la Maracaibo de Manrique en el General Antonio Valero, patriota boricua de prestigio continental, con quien entabló relación protagónica para preparar la anhelada acción en el Caribe.

Habiendo enfermado súbitamente, muere en Maracaibo el 30 de noviembre de 1823 el insigne combatiente revolucionario Manuel Manrique, héroe de nuestra Independencia. En 1824, para suplir la irreparable pérdida, fue nombrado el General Rafael Urdaneta Intendente y Comandante General del Departamento del Zulia, hasta que por causa de su enfermedad renal renunció a fines de 1825 al cargo de Intendente, pero conservando el mando de las armas.

Enorme deuda de agradecimiento tiene Maracaibo y el Zulia todo con el General Manuel Manrique. El olvido en estos casos, además de injusto y vergonzoso, constituye una mala señal respecto al estudio y valoración de nuestra historia, que tanto requerimos para rearmarnos ideológicamente frente al afán recolonizador de las fuerzas imperialistas contemporáneas.



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Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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