La lealtad y la sumisión

La lealtad es con los valores, con los principios que encarna el individuo. Cuando ese individuo traiciona sus principios la lealtad es traicionada, el hombre leal se desengaña de la persona pero los principios quedan. Ser leales con el hombre y no con lo que representa es más bien sumisión, no es lealtad, que es un compromiso con un ideal, un acto de fe en ese ideal.

Cuando Diosdado Cabello reclama lealtad al individuo sin poner condiciones, lo que dice es que seamos sumisos a la voluntad de alguien, aun pudiendo ser deshonesto, un crápula y licencioso vestido de toga y birrete. Eso es una petición absurda, la verdadera libertad está en obligarnos a nuestros principios lo más que podamos, si queremos diferenciarnos de los animales, que solo obedecen a sus instintos básicos.

Chávez despertó en la sociedad venezolana la necesidad de creer en valores para la vida, valores humanos fundados en el amor y la justicia social, la solidaridad. Un pueblo apocado, vencido, fatalista de pronto despertó con esperanzas, viendo la luz al final del túnel. Si nos cautivó fue gracias eso que llaman personalidad, a su obsesión por la independencia y la justicia; mientras se mantuvo en esa terca actitud fuimos fiel a su persona, más leales a la obcecación por la justicia y a la justicia que al hombre que la representaba. Cuando ese empeño desaparece y el cuerpo se cansa nosotros nos quedamos siempre con el ideal, con los valores; “si está cansado –dice Fidel – jubílese, pero no estorbe”, habrá otros que hagan el trabajo, que representen mejor ese ideal, “incluso se puede ser revolucionario no estorbando”, también se puede ser leal a un ideal no estorbando.

La lealtad es al modelo que nos inspira, a una idea justa, no existe otra lealtad. No se puede ser leal a un cuerpo cansado estorbando en el camino de los que sí quieren avanzar y hacer del mundo un lugar más humano. Uno admira la rectitud, pero no hay nobleza extraviados dentro de nuestros instintos, gobernados por nuestros vicios y malas mañas. No se es leal a personas que mienten y se creen sus mentiras con descaro, con impudicia. La lealtad, si se quiere, es un instinto superior con el cual compensamos el efecto alucinógeno de la mentira, traspasándola para seguir en línea recta hacia nuestros modelos. Sabemos a qué somos leales, la sumisión es otra cosa.

Lo que demanda Diosdado es sumisión a la persona, así esta no sea honesta, no sea revolucionaria, no cultive valores socialistas, no tenga sentido de justicia, así nos esclavice y nos maltrate en la calle. Los valores se practican, porque si no dejan de ser valores, la moral, que es un sistema de valores, es lo que se conoce como la razón práctica, está ahí para que nuestra vida no sea solo fisiología, y quien tiene valores los practica, o por lo menos intenta ponerlos en práctica, da una señal de que los tiene, se avergüenza de sus faltas, se ruboriza. No se puede ser leal a alguien que miente sin que se le mueva un solo músculo de la cara.

Hasta su muerte Chávez fue leal a sus ideales e hizo lo posible por ser un modelo ejemplar para su gente. Para muestra de lo primero está el Plan de la Patria. Al contrario, sus herederos traicionaron esos ideales falsificándolo, y dejaron como evidencias la bajeza de su acción y el documento corrupto, y toda esa sumisión obsequiosa al capitalismo, a lo material, a la “fisiología”, a la lógica del capital, al hedonismo pequeñoburgués. Por tus acciones te conocerán, tu eres lo que practicas, así des discursos perfumados para convencer de lo contrario a la gente distraída. Es difícil engañar por tanto tiempo a todo un pueblo con discursitos hueros, con promesas tras promesas, la sumisión a los sumisos tiene un límite, además de ser una extravagancia.

Cuando decimos lealtad a Chávez hablamos de todo lo que representó en vida, de su coraje y empeño, de su honestidad, su humildad ante el conocimiento y de sus ideales, su sueño socialista y bolivariano. El hombre tuvo que estar cargado de defectos y debilidades, pero el ser humano fue pulcro, un modelo ejemplar. Nosotros nos negamos a ser leales a todo lo que esté gobernado por la infamia, por los instintos más primarios del animal humano, los mismos que hoy gobiernan al mundo capitalista. Creemos en el socialismo y a él le seremos leales siempre. Maduro y su gobierno es otra cosa.


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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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