La condición de país petrolero-minero dependiente, el terrorismo imperialista y nuestro propio proceso bolivariano marcan en la Venezuela de hoy la compleja y tirante convivencia entre dos grupos de "protegidos": los venezolanos antes marginados y los empresarios crónicamente beneficiados por las políticas públicas.
En el primero grupo, la gran mayoría de la población, destacan las comunidades económica y socialmente más vulnerables, protagonistas natos de cualquier proceso revolucionario. Objeto primordial de las Misiones creadas por el Comandante Chávez y complementadas por el presidente Maduro, ya no solo para cumplir con la cancelación progresiva de la deuda social acumulada sino para tratar de paliar los efectos de la guerra total declarada por el gobierno de EEUU contra el "chavismo". Así como para estimular su protagonismo en el proceso libertario, a través de los partidos del GPP, la milicia o de organizaciones populares propias.
El segundo grupo, lo lidera la burguesía local -banqueros, comerciantes, industriales y gestores- integrantes de nuestra bastante peculiar clase dominante/dominada, localmente parásita del Estado y subordinada a poderes económicos o políticos externos. Supuestos protagonistas del "desarrollo nacional", desde principios del siglo XX se las han arreglado para obtener la protección gubernamental que requieren –y según su perspectiva como élite, merecen- para lograr su objetivo "natural": obtener la mayor ganancia posible, invirtiendo o arriesgando un mínimo de recursos propios.
En tercer lugar, un coleado que ha ido ocupando un puesto cada vez más protagónico entre los venezolanos, especialmente entre aquellos que creemos estar ubicados en la inefable media clase: el dólar estadounidense, inoculado cual virus en nuestras mentes y bolsillos. Convertido en un pinche tirano, además de apostar a la pulverización de nuestra economía, está causando estragos en nuestra sociedad dinamizando la corrupción y el "rebusque" a través de todo tipo de delitos menores y mayores.
El Presidente, centro de la diana de los ataques terroristas del norte, está tomando medidas para ampliar la protección y revitalizar la formación política y la participación del primer grupo, exigir contraprestaciones a los engreídos del segundo y contrarrestar la penetración del señor dólar en nuestra realidad monetaria. Pero solo, no puede hacerlo. Es hora de defender con gran tenacidad nuestra Patria y nuestro proceso bolivariano bajo ataque de un enemigo cada vez más agresivo.
Leales siempre, traidores nunca