A propósito de ser ciego

El próximo "caracazo" no será social, será político y arrasará con el madurismo

Cada 27 de febrero, el madurismo se adueña de esa fecha como si históricamente le perteneciera un hecho que fue originado en 1989 como una rebelión de un pueblo, contra un gobierno que impuso un conjunto de medidas económicas de un sistema agotado, y que había destruido por completo el sistema productivo de la nación, y cuyos protagonistas navegaban sobre la corrupción, empobreciendo a un país y liquidando por completo la valoración y validación de los derechos humanos con las llamadas "tribus judiciales".

Tres décadas después de lo que algunos denominaron "El Caracazo" el panorama no puede ser peor. Sin haber aumentado los precios de la gasolina, que en aquel entonces fueron el detonante de tales hechos, Venezuela está atravesando la crisis más perversa de su historia contemporánea, como efecto de un régimen que nos ha llevado ante una hiperinflación brutal que anuló por completo los salarios en el país, al punto que el salario mínimo vigente y las pensiones, apenas superan los tres dólares mensuales. Es decir, el mal llamado "presidente obrero", acabó con los trabajadores y pensionados de la degradada administración pública. De hecho, el madurismo asesinó al bolívar como moneda nacional, y ha sido el dólar la moneda que ahora impone el valor de bienes y servicios, a partir de salarios inexistentes.

Hoy, las escuelas y hospitales son el paroxismo de un envenenamiento social. Los planteles y universidades se quedan sin estudiantes y docentes con el trascurrir del tiempo. No existen programas de alimentación, y cuando funcionan los estudiantes con suerte logran comer una cucharada de arroz blanco con lentejas. Para qué hablar del desmantelamiento de la planta física oficial, en donde se han robado hasta el último cable. En relación con los hospitales, la situación es deprimente. Ser hospitalizado en Venezuela es un pasaporte hacia la muerte. Las parturientas tienen sus alumbramientos en el piso, mientras sus recién nacidos son colocados en "cunas de cartón". Niños mueren por falta de quimioterapias, al igual que mujeres y hombres. Es simple, los centros asistenciales en Venezuela no tienen ni agua oxigenada. Lo insólito es que mientras ésto ocurre, Maduro "decreta" que somos un país "libre de fiebre aftosa" (1), y en vez de estar elaborando protocolos de prevención sanitaria ante el coronavirus, justo cuando Brasil, país limítrofe por el sur, declara que tiene el primer caso de esa enfermedad, Maduro con su pueril discurso "asegura" que las vacas estarán sanas.

En relación con los servicios básicos de gas, agua y electricidad, no existe un día en Venezuela en donde no haya protestas por la carencia de esos servicios. Así tenemos que un policía en el Táchira cumpliendo órdenes superiores, y cuyo autor intelectual sigue impune con su crimen, descargó todos los perdigones de su arma contra la inocencia de un adolescente de 16 años que terminaron dejándolo sin visión, sólo porque protestaba junto con su madre la falta de gas doméstico ¡Aberrante! El mismo estado Táchira, junto con otros estados como Mérida y Zulia pasan hasta días sin energía eléctrica, lo cual destruye la convivencia y el quehacer ciudadano, y por si fuera poco en todo el país, incluyendo Caracas, el agua se ha convertido en un liquido al estilo de las bebidas escocesas, es decir, un lujo en los hogares venezolanos. Sería pleonástico hablar del pésimo servicio de telecomunicaciones, y un transporte público convertido en chatarra, en el cual aquel otrora Metro de Caracas fue convertido en una basura ferroviaria, y unas carreteras desmanteladas.

Pero si algo ha florecido en el régimen madurista es la corrupción. Sobre ella quebraron Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), en un país que apenas produce el 20% de lo que consume con una economía carcomida, y un nulo poder adquisitivo en más del 80% de la población que Maduro intenta "calmar" con bonos de tres dólares, mientras en la cúpula oficialista viven cuales jeques árabes en sendas mansiones, con lujosas camionetas, comiendo exquisiteces, y viajando por el mundo.

Todo ello ocurre, mientras el denominado "arco minero" acaba con el parque Nacional Canaima no sólo en su flora y fauna, sino asesinando a nuestros indígenas a placer y con impunidad creciente de semejante barbarie, y sin a quien recurrir, porque tenemos una justicia "socialista" envilecida que únicamente persigue y condena a la disidencia con centenas de presos políticos y exiliados, con la antítesis de que nuestro territorio ha sido cedido a fuerzas irregulares de las guerrillas y el paramilitarismo colombiano, y en contraste, tenemos que en las ciudades, los denominados colectivos armados y el pranato disfrazado de "fuerzas especiales" y seudomilitares del régimen matan a placer y mansalva, incluyendo a funcionarias(os) del cuerpo de investigación científica en materia penal y criminalística.

El madurismo está asesinando a Venezuela y los venezolanos. En consecuencia, hagan lo que hagan y digan lo que digan, no podrán acabar con el desenlace de la historia. El próximo "caracazo" no será social, será político y arrasará con el madurismo. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.

(1) https://www.aporrea.org/actualidad/n352655.html



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Javier Antonio Vivas Santana

Más de 6 millones de lecturas en Aporrea. Autor de la Teoría de la Regeneración del Pensar. Dr. en Educación (UPEL). Maestría en Educación, mención Enseñanza del Castellano (UDO). Lcdo. en Educación en las menciones de Ciencias Sociales y Lengua (UNA). Profesor de pre y postgrado tiene diversas publicaciones y ponencias internacionales acreditadas y arbitradas por editoriales, universidades e instituciones de España, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, y naciones de América Latina.

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