La expansión mundial del capitalismo ha ido acompañada de tiranteces entre los gobiernos nacionales que trabajan o pretenden trabajar en favor de la seguridad y bienestar de toda una nación y los gobiernos de los países origen de los conglomerados supranacionales que priorizan la satisfacción de los intereses de sus accionistas.
Tiranteces que los capos del gran capital confiaban podían ser gestionadas diplomática o bélicamente por "sus" agentes políticos nacionales e internacionales. Confianza resquebrajada por la poca efectividad de esos agentes en el control de daños producto de la instrumentación de los 10 mandamientos del Consenso de Washington y del terrorismo oficial, legalizado a partir del 11 de septiembre de 2011.
De allí la previsible y bizarra decisión de los capos occidentales de ir sustituyendo los gobernantes convencionales, serviles o no, por gobernantes empresariales dispuestos a defender la lógica del capital. Dispuestos a gerenciar a su favor las tensiones y conflictos provocados por esa propia lógica.
Aunque no es el primer empresario en arribar a la presidencia de EEUU, el máximo representante de este fenómeno en el continente americano es Donald Trump, promotor descarado de la sustitución de gobernantes genéricamente calificados como progresistas -según él tiránicos y violadores de DDHH- por empresarios dispuestos a sumarse a su cruzada imperial. Cruzada que se ha llevado por delante todo principio, derecho y norma contrario a la realización del destino manifiesto de la clase dominante estadounidense y sus franquiciantes latino caribeños.
Pero nuestra Venezuela, tiene un as bajo la manga visualizado por el comandante Chávez como la única alternativa viable "hacia una radical supresión de la lógica del capital…" y…la pulverización completa de "la forma Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce…". Y esa alternativa es la forma de Estado comunal, producto del "pleno ejercicio del poder popular protagónico…insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI".
Si la mayoría de los venezolanos somos chavistas y el primer chavista es el Presidente Nicolás Maduro, como él mismo acaba de reiterar, estamos obligados a atender el llamado desesperado que hiciera nuestro Comandante, ante el Consejo de Ministros en octubre de 2012, a luchar por "La auténtica independencia o nada, Comuna o nada.
No es fácil, menos estando acosados y amenazados con una intervención militar, pero es urgente y necesario. Podríamos empezar por revisarnos y responder sinceramente a la interrogante planteada por él en esa misma oportunidad ¿O qué es lo que hacemos aquí? Por difundir los logros de las comunas y demás organizaciones populares, por patrocinar el fortalecimiento de las que van más rezagadas y sobre todo, por no caminar en sentido contrario.