Este gobierno o cambia o cambia, porque con 36% de intención de voto no se ganan elecciones, se pierden

El Presidente Maduro presentó en televisión una cifra verdaderamente terrorífica para el proceso ante las nuevas elecciones legislativas, que reflejan que los partidos chavistas alcanzan apenas al 36% de la intención de voto del electorado. Y es terrorífica porque de seguir así se sufrirá una nueva derrota que esta vez será, con toda seguridad, devastadora.

En efecto, si recordamos que en las elecciones legislativas del 2015 el proceso obtuvo 45 % de los votos y Venezuela se precipitó en una enorme crisis política, obtener menos del 40% de los votos le quitaría, de hecho, la legitimidad al gobierno, ya que la mayoría estaría en contra y ante esa circunstancia cualquier cosa puede suceder.

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En otras palabras, la continuidad del proceso depende de ganar esos comicios.

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LA CAUSA DE LA DERROTA DEL 2015 SIGUE VIGENTE

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Inexplicablemente, la causa que motivó que se el proceso perdiera las elecciones en 2015 es la misma que origina ese respaldo tan raquítico; el pésimo manejo de la economía que ha precipitado al país en una espantosa crisis. El ejecutivo no entendió el mensaje del electorado ni aprendió la lección.

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Su discurso no va más allá de endilgarle la culpa de la crisis a la "Guerra Económica" impulsada por el imperio norteamericano.

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No se puede seguir tapando el sol con un dedo. Hasta 2015 el desastre en la economía fue responsabilidad casi entera del equipo que la maneja, disminuyendo brutalmente el rendimiento del aparato productivo nacional, incluyendo el petrolero. La guerra económica en serio se arrecia realmente después del 2015. Es decir, podemos afirmar que esa brutal escalada los ataques del imperio en esa área son consecuencia del desastre económico que se vivió entre 2013 y 2015 y que produjo la pérdida electoral de 2015, y no al revés.

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SI EL GOBIERNO QUIERE SOBREVIVIR SEDE CORREGIR

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Si se quiere salvar el proceso, y "ser leales y no traidores" debe corregir inmediatamente su nefasta política económica, volviendo a los lineamientos de Chávez.

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Se acerca el Primero de Mayo, fecha emblemática para los trabajadores y debería aprovechar esa circunstancia para presentar al país medidas que corrijan ese rumbo.

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Estamos claros que en pocos meses no se resolverá la inmensa plasta que ha puesto el equipo económico a lo largo de estos seis años, pero que el pueblo pueda ver que se empieza a tomar el camino correcto puede ayudar a levantar esas escuálidas cifras de intención del voto.

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Por ejemplo, aumentando el salario mínimo a no menos de $200, rebajando el IVA a un 10% sin exclusiones de ningún tipo, etc. Claro, se argumentará que el Estado no dispone de los recursos para sostener ese aumento en el sector público y en los jubilados y pensionados. Tengo mis dudas, pero si se entiende que la única fuente de ingresos del Estado son los impuestos, resulta de anteojito que hay que elevar los impuestos al sector privado para disponer de los recursos necesarios para ese aumento.

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Lo triste es que las ganancias del sector privado se direccionan así: las transnacionales remitiéndolas al exterior y localmente, permitiéndole a los niveles más ricos disfrutar de una vida de lujos y excesos, como lo vemos a diario en el este de la ciudad; o enviando sus ganancias al exterior para "protegerlas" y una minoría exigua, reinvirtiéndola en el sector productivo.

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Es que ni siquiera se ha denunciado el tratado con Estados Unidos que evita la doble tributación, el cual se firmó porque el argumento era para beneficiar a Citgo, pero ahora que esa empresa no las robaron, ese tratado no tiene sentido.

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SIN SOBERANÍA ALIMENTARIA EL PROCESO SE CAE

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El otro aspecto que hay que comenzar a resolver inmediatamente es el de la producción alimentaria. Hace ya casi tres años que Maduro anunció que la economía rentista había terminado y que pasábamos a una economía productiva. Si tuviésemos soberanía alimenticia estaríamos completamente blindados contra cualquier "guerra económica", no nos harían ni coquito.

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El hecho es que producción agrícola y pecuaria está en el piso, y los principales productos de la dieta diaria, como el maíz, el azúcar, las caraotas, la soya, el atún, los cerdos, etc. son importados, causando que una inmensa cantidad de valiosas divisas vayan al exterior para mantener a empresas y trabajadores de otros países. Y la poca que tenemos está en manos de las rocas, viejas y bolivarianas.

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En este punto hay que romper ese velo que erróneas ideas extranjerizantes han tendido sobre los responsables del sector como esas ideas de la agricultura urbana o el conuco como solución.

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Primero, la salida de la agricultura fue una vía Francia ideó para resolver de alguna manera el hambre en sus colonias virtuales, caracterizadas por tres hechos claves, la población es mayormente rural, disponen por lo tanto de terrenos y las mujeres trabajan, fundamentalmente, en el hogar. Cosas que aquí no se dan, la población es mayormente urbana, más del 95 %, por lo que no hay casi espacios para cultivar y las mujeres, en su gran mayoría, trabajan.

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Con relación a esa locura del conuco como solución, es fácil entender que con apenas un 15% de población rural, es totalmente inviable. Eso puede aplicarse en países con una mayoría de población en el campo, como en Cuba, pero nunca en Venezuela.

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Y desechar esas tesis delirantes de afincarse en productos no tradicionales como la cría de chivos o corderos, en detrimento de la carne vacuna, que ha sido nuestro alimento proteico por excelencia.

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Visto esto es fácil entender que la única forma de alcanzar nuestra independencia alimenticia es con grandes unidades de producción, con el uso de la tecnología y con la incorporación de profesionales universitarios, peritos y técnicos a esas unidades.

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En conclusión, el ejecutivo debe, si quiere que el proceso sobreviva, enmendar su política económica, volver al pensamiento de Chávez y despedir a esa legión de bates quebrados que han destruido nuestra economía. No hay otra.

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LA OPOSICION VIOLENTA Y LA DEMOCRATICA SON CAIMANES DEL MISMO POZO

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Y si los líderes del PSUV están creyendo que no importa que la oposición "racional" gane las elecciones legislativas, están caídos de una mata. Esa oposición es la otra carta que juega el imperio por si fracasa la violenta. Hay que recordar, como muy bien lo explico Simón Jiménez en un programa con Vladimir Villegas, que esos líderes tienen internalizada la idea betancurista del inevitable sometimiento al imperio norteamericano y si llegan a ganar las legislativas, inmediatamente pactarán con la llamada oposición violenta y el proceso pasará a ser historia antigua.



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Carlos Enrique Dallmeier


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