No, Castro Soteldo, la maldad no es inmanente al ser humano

Wilmar, el domingo por VTV, en tu programa Cultivando Patria Nº 171, dedicaste un segmento para dictarnos una cátedra sobre el bien y el mal. Entre otras cosas dijiste que "la maldad no va a desaparecer porque pareciera que es inmanente a nosotros los seres humanos".

Esta reflexión la hiciste a propósito de los últimos hechos de violencia por parte de grupos sociales impulsados por algunos individuos. Y te apoyaste en la leyenda de Florentino y el Diablo para explicar tus creencias.

Por nada del mundo se te ocurrió hablar de la lucha de clases, de la contradicción antagónica entre el capital y el trabajo. Tampoco hablaste sobre la lucha inter-capitalista, ni sobre la lucha inter-imperialista. Te pregunto: ¿Por qué insistir en ocultar esta realidad? ¿Qué intereses estás defendiendo?

Ministro Castro Soteldo, la maldad no es inmanente al ser humano. La naturaleza ha dotado al ser humano del instinto de la solidaridad y del instinto del egoísmo. Ambos se activan o reprimen dependiendo de las condiciones materiales dadas. Durante la evolución, estos instintos han permitido garantizar la supervivencia de individuos, de grupos sociales, y por tanto, la preservación de la especie, en tiempos de escasez y en tiempos de abundancia.

Sin embargo, la burguesía y la derecha se han dado a la tarea de difundir la idea de que el ser humano es únicamente egoísta por naturaleza, obviando, claro está, de manera interesada, su condición solidaria. Esto con el fin de frustrar nuestro sueño de una sociedad sin clases, sin contradicciones antagónicas. Una sociedad sin clases que sí es viable construirla con la abundancia material que nos garantiza el nivel de desarrollo tecnológico actual, con una economía planificada, sustentable con el medio ambiente, donde la solidaridad se pueda imponer sobre el individualismo sin mayor dificultad.

Wilmar, nosotros los revolucionarios rechazamos la interpretación metafísica del bien y del mal. Esto no nos sirve para entender la realidad objetiva, así como tampoco nos sirve para combatir a nuestros enemigos de clase y construir la Comuna o nada que nos encomendó el Comandante Chávez.

No existe una moral universal. Existen distintas morales. Como por ejemplo, la moral burguesa, la moral revolucionaria y la moral cristiana, solo por nombrarte las tres más importantes en la sociedad actual. De las tres, es la moral burguesa la que se impone sobre las demás, ya que cuenta con el monopolio de los medios de comunicación o difusión de la ideología capitalista. Por eso la llamamos la clase dominante, y sus ideas son las que dominan en la sociedad actual. De hecho, un asalariado puede cargar un crucifijo colgado del cuello, y al mismo tiempo vivir soñando en hacerse rico algún día explotando a los demás cristianos.

Para la burguesía tradicional y la burguesía revolucionaria es justo explotar a los trabajadores para vivir a sus anchas del trabajo ajeno, para sobrevivir como clase capitalista, y sostener su dominio sobre nosotros, aunque el sistema de clases que defienden mate a un niño de hambre cada 10 segundos.

Aquí no estaríamos hablando de un instinto animal, sino de un egoísmo aprendido, histórico. Aquí opera un despreciable egoísmo de clase, propio de esta sociedad de clases que no termina de morir. Y si cabe el término, podríamos hablar de las miserias humanas que surgen a raíz de las necesidades creadas y alienadas de la burguesía: ansias de acumulación de capital y poder, a costa del hambre de millones de vidas humanas.

Así sí lo entiendo, ciudadano Ministro. Y esto también vale para un latifundista o un terrateniente, quienes consideran justo asesinar a los campesinos que están luchando por defender la tierra que les dio Chávez, con tal de satisfacer su sed de dinero y poder. No sé si me explico.



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Fernando Saldivia Najul

Lector de la realidad social y defensor de la sociedad sin clases y sin fronteras.

 fernandosaldivia@gmail.com

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