I
¿Por qué Maduro no encarcela de una buena vez a Juan Guaidó (J.G), a pesar de haber infrigido reiteradas veces nuestra carta magna? Es la polémica desatada en diferentes espacios de discusión política. Una inmensa mayoría de las bases chavistas, con la moral en alto reclaman del gobierno mano dura y acabe con las acciones terroristas de este oscuro personaje. Mientras que la dirigencia del PSUV y funcionarios del gobierno se defienden y aducen razones de estrategia de alta política:
"tan torpe es J.G que a cada rato se mete un autogol, hay que dejarlo libre para que siga metiendo la pata, así los gringos lo despalillan por mal escardillero".
Ojalá este discurso valga exclusivamente para consolar y tranquilizar las efervescencias de las bases y cuadros medios del partido y hasta de un pueblo hastiado de tanta indignación por no sentir la acción de justicia del Estado venezolano, y que nunca sea para creérselo en serio, de lo contrario estamos perdidos.
II
Hasta ahora hemos puesto a la vista de todxs el siguiente fenómeno sociopolítico: dos fuerzas con prácticas políticas antagónicas que buscan ponerle la mano al gobierno uno, y el otro con intención de ejercerlo.
Una primera fuerza (denominada chavista) que recae en Nicolás Maduro, electo constitucionalmente, más se le hace difícil ejercer la gubernamentalidad con sobriedad, debido a que la otra fuerza (conocida como la derecha extrema neofacista) se lo impide. Y no solo eso, esta segunda fuerza busca destronarlo y ponerse en su lugar, pero que tampoco puede cumplir estas aspiraciones facinerosas, porque el gobierno de Maduro lo devela y también se lo impide, al menos por ahora.
Esta problematización escenifica una especie de choque de trenes o de un combate catastrófico, concepto que a continuación despejaremos en los dos escenarios hipotéticos siguientes:
Escenario uno. Tan pronto el Estado venezolano proceda a ponerle los hierros a J. G en el hotel de Ramo Verde, como aspira el amigo Santaella, el expresidente Lula y muchos más, en ese mismo momento el conflicto político venezolano pasa a un segundo nivel de complejidad y enrarecimiento. Y es que la figura de J.G investido como supuesto presidente interino por los gringos no es un simple adorno, ha sido ungido con un doble sentido; uno de tipo simbólico que lo hace parecido a una vaca sagrada al convertirlo en un personaje intocable y adorado como gran líder y no solo en Venezuela sino en la llamada comunidad internacional, y otro de carácter estratégico-oportunista para ser utilizado como llave maestra o CLAVE en una intervención militar aparentemente legal a la hora que sea solicitada a las instituciones paralelas creadas y dirigidas por J.G y su combo. Es de resaltar que la Casa Blanca y sus Halcones de la guerra, aunque temerosos de fabricar un conflicto bélico en su propio patio y de saber que Venezuela no es Panamá ni Grenada ni Haití, posiblemente se venga por la calle del medio con una intervención militar.
Esto lo sabe perfectamente el gobierno de Maduro, de allí que desde hace tiempo estudia sigilosamente el cuadrilátero donde será el hipotético combate, lo pasea, revisa las cuerdas, pues sabe lo que viene: nada menos que una catástrofe en la que seguramente rodarán miles de cabezas.
Escenario dos.
De llegarse cristalizar un posible golpe de Estado de derecha fascista encabezado por J. G. o de una potencial intervención yanqui a nuestro territorio, de ipso facto se abriría una época de revolución social, en palabras de Lenin. Sin duda, se levantaría el espíritu anticolonial y antimperialista de millones de hombres y mujeres no sólo de Venezuela sino de toda la patria grande, estaríamos hablando de una gran revolución continental, que ya está en marcha en casi un tercio de los países de la región con las revueltas y rebeliones antineoliberales, ahora en receso por la pandemia. También los gringos están claros en esto, por ello han sido muy cautelosos en este conflicto, saben que una pelea frontal puede ser otro Vietnam, pero dentro de la región, que es más grave, y mucho más cuando el capitalismo mundial asiste una crisis imperial en casi todos los sentidos.
III
Reflexiones inconclusas
-Es importante aclarar que si bien hasta ahora han existido varios intentos de golpe de Estado y de agresiones yanqui a la administración de Maduro, aún no se han cuajado en la práctica. Quizás por ello el jefe del Estado y el gobierno venezolano amaga, pero no tira el golpe recto en la cara de su contrincante. Como sabemos en varias oportunidades amenaza de apresar a J. G. y no lo hace. Por ejemplo, luego de la batalla de los puentes el 22 de febrero de 2019 todo el mundo se imaginó una acción judicial contra el cabecilla de esta operación de invasión terrestre por Cúcuta en la que se despojaría a Táchira de Venezuela, según un viejo plan anexionista imperial desde Colombia. En esta oportunidad como el resto de las otras aventuras golpistas- a saber: golpe de estado fracasado (30 de abril 2019), el robo de CITGO (febrero 2019), incursión militar marítima Gedeón (mayo 2020), entre otros delitos graves- la Fiscalía ha recaudado pruebas suficientes como para procesar judicialmente a dicho personaje por los delitos de traición a la patria. Sin embargo no se atreve a más, no da la orden de captura ¿miedo? Bueno, el miedo en sí mismo no es malo, porque nos mantiene vivo, pero mantenerlo por todo el tiempo no es bueno.
-No obstante, las cosas están llegando a un punto de no recule (o retroceso). Ya no hay pasos hacia atrás ni repliegue táctico ni nada de frasecitas alentadoras para sacarle el cuerpo a un inminente enfrentamiento. Está llegando la hora del combate o del choque entre las fuerzas en conflicto, ya Cilia Flores, la primera combatiente lo dijo claramente: "de esta última Guaidó no se salva" (twiter, 15/05/20). Y si esto no es así, y por el contrario a J. G. se le perdona nuevamente ¿qué va a venir después de Gedeón 2020?
- Quienes desde el gobierno apuestan por dejar libre indefinidamente a J.G, es importante machacar lo siguiente: la catástrofe viene si o si, bien si se le apresa o bien se le perdona. La diferencia es que si se les absuelve, no brillará el sol en su historia.
-Los choques entre las fuerzas políticas y sociales antagónicas son inevitables en todo proceso revolucionario, sentenciaba Trotski, junto con Lenin, los dos grandes teóricos-estrategas de la revolución Rusa. Como la muerte, los enfrentamientos o choques entre clases antagónicas o intereses enfrentados son seguros en una sociedad dividida en clases, así como el socialismo es inevitable cuando no dejamos de pensar y luchar porque se haga real.
Postdata: el término empate catastrófico es utilizado por el intelectual Alvaro Linera para su interpretar la realidad boliviana, yo le he hecho un ajuste y hablo de combate catastrófico, me parece más consuno con la realidad venezolana, pero en definitiva prefiero el termino de situación revolucionaria, que más o menos viene significando lo mismo que el de empate catastrófico.