Consciencia y Utopía

Una cosa es la apariencia y otra cosa es la esencia

Desde la perspectiva de la ciencia de vanguardia y los saberes legados por el conocimiento de antiquísimas culturas, cuyo soporte es el misticismo, la filosofía y la espiritualidad profunda, se mantiene como premisa básica que "una cosa es la apariencia y otra cosa es la esencia".

Este mundo físico que aparenta manifestarse ante y desde nosotros, es producto de la percepción que ejercen nuestros órganos sensorios, sensibles a la vibración de átomos y moléculas, que envían esas percepciones a centros sensibles de nuestro cerebro, donde luego son transformadas en imágenes, formas y colores, para posteriormente ser proyectadas al "exterior". De tal modo, que el llamado mundo tridimensional que "vemos", no es más que una ilusión, un espejo. La apariencia.

Ese mundo ilusorio es el mundo en el que "creemos" vivir. Ese mundo se nutre de las percepciones captadas por los sentidos físico-corpóreo-mentales-emocionales y de la personalidad asociada a ellos. Hemos construido un mundo ficticio, una sociedad fantasma donde hay muchas verdades pero nada es real. Todo es apariencia, la esencia está secuestrada, confinada o en ¿cuarentena?

Todo gira en torno al tener, controlar, retener y acumular objetos, cosas, personas y otras formas de vida, ideologías, paradigmas y dogmas, que son el caldo de cultivo para sobrevivir en un ilusorio concepto de espacio-tiempo, que promueve la competencia y la guerra para apegarse al dinero, al poder y a las sensaciones originadas en el ferviente deseo por los placeres perecederos, que alimentan los sentidos físicos y el mundo emocional.

¿Y qué tenemos? Una sociedad fragmentada, dividida, unos contra otros, defendiendo ideologías, percibiendo las partes y negando el todo. Una posición egoíca, antropocéntrica y egocéntrica, cuyo único argumento en su defensa es la necesidad de querer tener razón. Un pensamiento único, una sola manera de "ver" la vida.

Consecuencias: una sociedad con miedo, dominada y manipulada por unos pocos que "venden" la felicidad disfrazada de cosas, objetos e ideas. Todo es una mercancía, excepto el miedo, eso es gratis.

Por eso escribo, para no olvidarme de la esencia que nutre mis momentos:

…y en las tardes de mis preludios álmicos,

veo sin ver,

sin posibilidad alguna de analizar,

sin tormentos,

sin prejuicios,

sin razón alguna.

Porque si oculto la memoria de los hacedores de caminos,

… ya no percibiré las luces de mi abuelo,

Si mis alas se pierden en el delirio de los dormidos,

¿A dónde alzaré el vuelo?

Consciencia y Utopía:

"Una cosa es la apariencia y otra cosa es la esencia"

Desde la perspectiva de la ciencia de vanguardia y los saberes legados por el conocimiento de antiquísimas culturas, cuyo soporte es el misticismo, la filosofía y la espiritualidad profunda, se mantiene como premisa básica que "una cosa es la apariencia y otra cosa es la esencia".

Este mundo físico que aparenta manifestarse ante y desde nosotros, es producto de la percepción que ejercen nuestros órganos sensorios, sensibles a la vibración de átomos y moléculas, que envían esas percepciones a centros sensibles de nuestro cerebro, donde luego son transformadas en imágenes, formas y colores, para posteriormente ser proyectadas al "exterior". De tal modo, que el llamado mundo tridimensional que "vemos", no es más que una ilusión, un espejo. La apariencia.

Ese mundo ilusorio es el mundo en el que "creemos" vivir. Ese mundo se nutre de las percepciones captadas por los sentidos físico-corpóreo-mentales-emocionales y de la personalidad asociada a ellos. Hemos construido un mundo ficticio, una sociedad fantasma donde hay muchas verdades pero nada es real. Todo es apariencia, la esencia está secuestrada, confinada o en ¿cuarentena?

Todo gira en torno al tener, controlar, retener y acumular objetos, cosas, personas y otras formas de vida, ideologías, paradigmas y dogmas, que son el caldo de cultivo para sobrevivir en un ilusorio concepto de espacio-tiempo, que promueve la competencia y la guerra para apegarse al dinero, al poder y a las sensaciones originadas en el ferviente deseo por los placeres perecederos, que alimentan los sentidos físicos y el mundo emocional.

¿Y qué tenemos? Una sociedad fragmentada, dividida, unos contra otros, defendiendo ideologías, percibiendo las partes y negando el todo. Una posición egoíca, antropocéntrica y egocéntrica, cuyo único argumento en su defensa es la necesidad de querer tener razón. Un pensamiento único, una sola manera de "ver" la vida.

Consecuencias: una sociedad con miedo, dominada y manipulada por unos pocos que "venden" la felicidad disfrazada de cosas, objetos e ideas. Todo es una mercancía, excepto el miedo, eso es gratis.

Por eso escribo, para no olvidarme de la esencia que nutre mis momentos:

…y en las tardes de mis preludios álmicos,

veo sin ver,

sin posibilidad alguna de analizar,

sin tormentos,

sin prejuicios,

sin razón alguna.

Porque si oculto la memoria de los hacedores de caminos,

… ya no percibiré las luces de mi abuelo,

Si mis alas se pierden en el delirio de los dormidos,

¿A dónde alzaré el vuelo?

 

forimakius@gmail.com



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Héctor Honorio Rodríguez Orellana

Ingeniero Agrónomo (Universidad Central de Venezuela), M.Sc. Desarrollo Sustentable de Territorios Rurales(ESAT), Dr. en Ciencias para el Desarrollo Estratégico(Universidad Bolivariana de Venezuela),Profesor en Agroecología(UBV), Fundador de Fundagraria (Fundación Ecológica).

 forimakius@gmail.com

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