¿Por qué hay que votar?

Valecillos, el cronista de Valencia, me ha sugerido que escriba estas líneas. Le he estado dando vueltas. En realidad, ya he firmado dos declaraciones muy serias, de grupos de reflexión política (el Grupo de Pensamiento Crítico y la Plataforma Ciudadana en defensa de la Constitución), en las cuales se justifica suficientemente el llamado al voto en esta coyuntura específica, con análisis buenísimos. Pero tiene razón el cronista: la situación amerita un pronunciamiento, digamos, más personal. Ahí voy, desde lo más simple a lo más complejo:

  1. Hay que votar porque no somos idiotas. Los antiguos griegos les decían así (idiotas) a los que se apartaban de la política y de los asuntos públicos, con la excusa de sus asuntos personales. En realidad, los que así piensan no se dan cuenta de que todos tenemos problemas personales, especialmente "en esta tierra y en este instante", como cantaría Silvio Rodríguez, cuando y donde cuesta tanto conseguir los tres golpes diarios, acopiar el agua para bajar la poceta al menos, resolver hacer las cosas de día porque de noche no hay luz, superar esta frustración que a veces me deprime y otras me hace darle coñazos a la almohada. Pero además, los que se excusan en que la supervivencia no los deja, no se han paseado por una idea, no muy profunda en realidad, pero completamente acertada: si no nos ocupamos de la política, lo seguirán haciendo una cuerda de desgraciados que siguen robando a cuenta del Poder Político que es económico, que no es lo mismo, pero es igual…

  2. Hay que votar para llevarle la contraria a quienes no quieren que voten los que estamos en total desacuerdo con el Gobierno. Y en eso coinciden Padrino López, Maduro, Leopoldo y María Corina, aun teniendo motivos diferentes. Los dos primeros, porque desean que sólo voten los que lleve a votar esa maquinaria de Partido-Estado- Militares, engrasada con lo que dejaron de la renta petrolera; mientras que la chica ya vieja y el loquito, porque eso le echaría una "ayudita" en su campaña porque los "marines" (con la "comunidad internacional") les haga el favor y les saque a Maduro de Miraflores para ponerse uno de ellos ahí y thank you, very much. Claro, los delirios son libres. El que no es psicópata, es psicótico, es decir, el que no lo hace por maldad, lo hace porque dos más dos son cinco según dicta el partido o mi narcisismo. Y aquí llegamos a la tercera razón.

  3. Hay que votar porque no estamos esperando, ni queremos esperar, nada de Trump ni de Estados Unidos, ni de Rusia, ni de China, mucho menos de Cuba. Porque el gas intestinal que fluye en este territorio es entre venezolanos, entre venezolanas y venezolanos y entre venezolanas. Y ahí no debe meterse nadie más porque se formaría un peo mucho peor. No votar es paralizarse o quedar colgados de la brocha de Trump que se secó cuando pretendían pintar el techo. Es quedar como pajarito en grama después de haber pretendido tumbar un gobierno con china, pedrada y triquitraqui, o luego de mentar contundentemente la madre de Maduro por twitter, recurso que ni para catarsis sirve, mucho menos para "transformar los destinos de la Patria", etc., etc…

  4. Hay que votar para reafirmar que queremos elegir ¿Suena raro? Lo que pasa es que en Venezuela, como ya se habrán dado cuenta, de unos años a esta parte, no hay regla fija, hay arbitrariedad; o sea, no hay Constitución que valga; hay un TSJ de militantes de un Partido que le ponen la directiva a los otros Partidos, que decide aumentar los diputados pasando por encima de artículos concretos de la Constitución (¡dígalo ahí, Javier Biardeau!), etc. Los que queremos votar y elegir, mejor dicho, que queremos elegir con nuestro voto, vamos a votar y a defender nuestro voto, porque eso nos da la razón (y hasta el derecho o, como decía Alí, el "derechito") para exigir mejores condiciones para poder elegir: auditorías transparentes, derecho a estar ahí defendiendo nuestro voto, observadores nacionales e internacionales, etc.

  5. Hay que votar porque, quien quita, siendo lennonistas, "me dirás que soy un soñador, pero no soy el único". O sea: que voten bastantes tipos y tipas como yo y no puedan tapar tan fácil ese montón de votos, como se demostró en el caso del plebiscito que perdió Pinochet, o en el de Pérez Jiménez en 1952, o el largo proceso (¿50, 60 años? Ayúdame, Yuri) de desmontaje de la "dictadura perfecta" del PRI en México, una historia poca conocida de abusos, de muertos y presos, que culminó en victorias electorales por la cual un pueblo derrotó a uno de los casos más espeluznantes de dominación de un solo Partido de vagabundos en América Latina.

  6. Hay que votar porque es el primer paso. Seremos pendejos, pero no tanto. Sí, ya sé: la mayoría del CNE son del gobierno, que estos tipos no permitirán que se les gane, que harán trampa y ventajismo, que abusarán y meterán presos. No esperamos, mucho menos prometemos, que votamos y ya, se fue Maduro, se acaba la hiperinflación, se entregan los corruptos, vuelve la prosperidad mínima necesaria para poder comer y hacer nuestras necesidades, y hasta tengamos de nuevo tarjetas para raspar. Nadie ha prometido eso. Eso sólo lo prometieron los demagogos que convocaron a la Constituyente, o los "freaks" que llamaron a un bloqueo "radical" a la fulana "comunidad internacional", o los desarraigados habituales que anhelan una entrada de los marines. O nada, esos que sólo creen demostrar su brillo intelectual por decir unas cuantas obviedades, impostando el texto en Facebook, con cara de aguantar algo con el esfínter. Lo que se promete es una perspectiva para la lucha, nada más y nada menos: retomar las instituciones democráticas. Por ahora.

  7. Hay que votar (y aquí entramos en honduras) aunque los candidatos no sean demasiado brillantes, ideales, ni mucho menos bonitos y bonitas. Lo que sí les exigimos es que enfrenten este desgobierno, que abran el camino para restablecer el funcionamiento de las instituciones, que lleguen a acuerdos políticos para enfrentar la pandemia y la pavorosa situación social e económica del país. Un programa mínimo que pase por el respeto a la Constitución y a los venezolanos y las venezolanas. Que restablezcan las funciones contraloras y legislativas del Poder Legislativo (valga la redundancia). Que se saquen de encima ese "poder" que es la cristalización de la arbitrariedad que se llama ANC ¿Que es difícil? No dije que era fácil.

  8. Hay que votar, en fin, para salir de la cuarentena y justificar el riesgo de infectarse, eso sí, mediante una acción política ¿Te has metido en esos mercados llenos de gente y hasta en una licorería guillado, y ahora no vas a poder ir a votar por la pandemia? Vamos, chamo, chama, asume tu responsabilidad. La pandemia será peor si seguimos así.

  9. Hay que votar para no darle pena a los hijos y a nosotros mismos. Para no darle pena a los nietos y a los bisnietos. Ahora somos más del 15% de mayores de 60, nos toca asumir el reto de salvar a la Patria, etc., etc. Sin tanta retórica.

  10. Finalmente, y no menos importante, voy a votar porque me da la gana, porque hay que hacer algo, porque no me la calo más, ni a Guaido ni a Maduro, ni a los ladrones de monómeros y el oro que está en Inglaterra, ni a los ladrones uniformados que depredan el Arco Minero y PDVSA y se han chupado toda la renta.

  11. Una última razón, fundamental: ¡Anda a votar, chico!!!…¡Anda a votar, chica!!!

Volveré sobre el tema. Ya verán.



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Jesús Puerta


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