¡¡De quién será la culpa si perdemos, no solamente el Parlamento, sino, además, la propia República por tanta mezquindad electoral?
Las acaloradas y virulentas luchas pre electorales que se están escenificando en el seno de la izquierda y el chavismo, están generando fracturas internas, que bajo las circunstancias actuales a las que está sometida la República Venezolana, no lucen oportunas, ni sensatas, ni mucho menos provechosas para enfrentar la inminente amenaza de intervención militar en riestre que impulsa EE.UU. a través de la Colombia Santaderiana, su histórico y lacayo aliado de todas los desmanes que ha sufrido el Continente Americano. Porque a Colombia, a la nación neogranadina, le ha tocado vivir en su propio cuerpo el despojo imperial; y ha sido esa República, una de sus principales víctimas cuando le arrebataron de su territorio el Istmo de Panamá.
*No querer ver la Realidad*
En el marco de una guerra multidimensional y difusa, como la acaba de calificar el Ministro Vladimir Padrino López, no luce como el mejor momento para que los partidos de izquierda, integrantes del Gran Polo Patriótico y el PSUV, se estén cayendo a pescozadas y sacándose los trapitos sucios publicamente, por las razonables diferencias en las cuotas de participación electoral que se disputan con más o menos derechos para ocupar las curules del Parlamento Nacional el próximo 06 de diciembre.
No hay dudas que los tiempos de oscuridad y mayores males, los cuales nos han obligado a padecer, se apróximan con fatales consecuencias para el ejercicio de nuestra soberanía, independencia y libertad como Pueblo, como Nación.
El poderoso imperio Norteamericano juega su última carta para imponer a sangre y fuego un segundo mandato del supremacista y disociado Donald Trump, quien ha resultado su mejor carta para globalizar más el control de su patio trasero por razones de la propia sobrevivencia de un Modelo Capitalista que se desploma y que enfrenta en su propio seno, grandes y peligrosas reacciones y rechazos en masa de los propios norteamericanos, segregados por motivos raciales, económicis religiosos y culturales.
En ese escenario, Venezuela se convierte en una pieza clave dentro del tablero del poder del capitalismo mundial a sacrificar; por eso la confrontación política entre los partidos aliados del proceso venezolano, no es una estrategia nada ideal para dirimir todas las diferencias, muchas de ellas, obvias entre si.
Partidos como el PCV, PPT, TUPAMAROS, MVR200, y otros no menos importantes, muchos sectores vinculados al que hacer revolucionario, con sus virtudes y sus falencias, se quejan de haber sido no únicamente, y devaluados como aliados políticos por el Gobierno y por el partido PSUV; sino, que además, ellos acusan al propio Presidente Nicolás Maduro, de haber cambiado el curso, el rumbo de la Revolución, pero, igualmente, lo señalan de haber propiciado y cohabitado con una casta de funcionarios de distintos rangos y autoridad, que han deformado el proceso de cambios radicales, con lo cual se ha degradado la gestión pública y permitido, así, toda especie de latrocinio y robo de los bienes y recursos de la Nación. Pero que, también, optaron por las reformas cosméticas y aparentes sin enfrentar las causas que han ayudado a agudizar la crisis económica y social, al extremo de vivir momentos de pobreza y desesperacion como en tiempos que ya suponiamos superados desde la llegada del Comandante Hugo Chávez al Gobierno.
*A Cuchillo Limpio*
Esa realidad que caldea los ánimos dentro de este Proceso no parece ser responsabilidad, ni culpa exclusiva de los antiguos aliados del GPP y sus más conocidos líderes, los más emblemáticos, ni tampoco del Presidente Nicolás Maduro y el PSUV.
Me temo, sin embargo, que el Gobierno, y, particularmente, el partido PSUV, han practicado una política de desprecio y desconsideración hacía ese sector, a quien siempre han calificado como minorías, no solo en lo organizativo, de la misma forma, fundamentados en los resultados electorales.
En política esa valoración debe contar a la hora de establecer las alianzas, sin duda alguna, pero parece más propio de una visión utilitaria y oportunista que cualquier otra cosa.
Sin embargo, creo que no se puede, ni se debe, y muchos menos bajo estás amenazas imperiales, ser tan pragmaticos y fríos en los cálculos para mantener el poder de decidir quiénes nos representarán y quiénes no, dentro de una fórmula Gobierno versus aliados y muchísimo menos, cuando de lo que se trata es de recuperar una importante y estratégica instancia del Poder Político Nacional, perdida, precisamente, por conductas sectarias y soberbias de quienes despreciaron a las fuerzas opositoras y apostaron a su extinción.
Esa miopía política de los estrategas electorales del equipo que lidera el Presidente Nicolás Maduro, parecen no haber cambiado y prefieren propiciar divisiones internas y reducirlas a oasis partidistas en extinción; antes que sentarse en una mesa de diálogo franco, respetuoso y democrático como se supone les impone la sinderisis política en estos tiempos tan escabrosos, por la incertidumbre y la desazón.
Pero aunque parezcan inauditas estás prácticas indeseables, muy propias de los partidos de la derecha opositora; lamentablemente, las estamos reeditando y problamente, superándolas en artimañas y golpes bajos que dejan mucho que desear en el plano ético y moral.
Por supuesto, la culpa mayor es del lado del Gobierno, porque ostenta y abusa de su poder para imponerse; pero del otro lado, el de esa izquierda atomizada y traslúcida, en opinión de algunos criticos, se le ve también las costuras de intereses subalternos que terminan reduciendo, muchas veces, en una simple aspiración de curules que con sus votos propios no lograrían jamás y nunca alcanzar, de no contar. quiérase, o no, reconocer, con una aceitada maquinaria electoral en manos del Gobierno y de su partido nacional PSUV.
En estos tiempos la realidad del País, tampoco está como para que el Gobierno, golpeado por una crisis de distintas dimensiones, se sienta cómodo y arrogante, porque la extrema derecha a estas alturas sigue llamando a no votar y los números de sus votos, juntos con los de la abstención, no serán como para echarse aires, porque las Parlamentarias ya tienen nombre y apellido, por las listas que afirmó el mismo Nicolás Maduro, las cuales ya estaban determinadas con sus respectivos candidatos.
Después de todo, no se conoce quiénes son, ni tampoco se le consultó al Pueblo Chavista, para nada, al parecer; y, será, seguramente, el día 06 de diciembre de este año, cuando nos corresponda ir a votar, para adivinar en ese instante quiénes son los postulados, y verificar en tiempo record, si construyeron o no liderazgo político en algún lugar.
Esa práctica, para nada, es algo nuevo. Y de eso bastantante memoria hay aquí.
Las partes en controversias, se confían demasiado en un control político, que por supuesto dió sus frutos en el pasado, pero los tiempos no son iguales, como tampoco lo que nos estamos jugando en el presente y en el mañana por llegar.
*La Desunión nos Devorará*
Desunidos nos quieren nuestros enemigos; y, por lo visto, desunidos iremos, faltalmente, por no querer sentarse a razonar y resolver sus controversias, poniendo en el centro de la discusión los intereses vitales de la República.
Nos tropezamos con la misma piedra de nuevo, y probablemente, tendremos unas elecciones, que por anticipado, ya los EEUU, la UE y el deshilachado y desacreditado Grupo de Lima NO RECONOCEN, NI RECONOCERÁN, en flagrante violación de la Carta de las Naciones Unidas, particularmente, del principio de autodeterminación de los Pueblos.
Esa nueva cofradía Electoral que impide también las Elecciones en Bolivia y que prefiere apostar a un baño de sangre entre la mayoritaria población indígena y la desclasada sociedad, que está conforme con la dictadura de Jeannine Añez; que además, acaba de llegar al extremo de la impudicia de desconocer el triunfo electoral de Lukashenko en Bielorusia, se prepara para asaltar nuestro Estado e imponernos un Gobierno de Transición, pero manejado a control remoto como lo hicieron con Iráq, Libia, Ucrania, y siguen empeñados en imponérselo a Siria.
*La Razón y algo más*
Ni Nicolás Maduro, y el Gobierno que él preside, son los dueños de nuestro destino político e histórico; ni son, ni deben ser los únicos quienes decidan qué hacer y cómo hacerlo, para que los cambios estructurales produzcan en lo concreto el bienestar del pueblo venezolano; pero tampoco serán los aliados políticos, quienes han ayudado a construir la fuerza chavista, capaces por sí solos, y mucho menos desunidos, para avanzar; pero muchísimo menos, para mitigar las graves amenazas que se ciernen sobre nuestra República Bolivariana de Venezuela; y así evitar que perdamos nuestra Independencia y Soberanía territorial como Estado/Nación.
Los signos de los tiempos demandan mayor madurez y más inteligencia estrategica de quienes Gobiernan y de quienes nos corresponde ayudar a gobernar.
Estas escenas y estos enfrentamientos internos, nos vacian de contenido y de debates sustantivos, como legatarios que somos de un proceso político radicalmente distinto al postulado por la derecha opositora; la lucha por las principales proposiciones de cambio y transformación de nuestra sociedad en el marco de una crisis globalizada, como globalizado se encuentra el capitalismo en todo el Planeta, sin excepción; pasan, obligatoriamente, a un segundo plano, porque desdibujan las ventajas del Socialismo bolivariano en construcción.
El cretinismo es una forma indeseable de evadir la realidad; pero en política esa actitud indeseable, inmadura, soberbia y sectaria, deja una huella imborrable, producen desaliento y garantizan, tristemente, una gran derrota difícil de superar.
*La Hora del Pueblo*
Ya podrá verse, si después de tantos desatinos, si se superan los entuertos y las pesadas cargas que van dejando estas enconadas peleas a cuchillo limpio.
¿Será que veremos pasar y superar estas nulidades engreídas que se niegan a sí mismas, como si fueran factores antagónicos? Cuando en realidad, debieran primero que todo, respetarse unos a otros, por ser exponentes de una misma causa y de un objetivo común, aún cuando disientan en sus modos, formas y tiempos, para modificar la realidad, que, sin duda alguna, hay que modificar en medio de las diferencias y las contradicciones que son propias de las luchas y los cambios que se hacen sin manual, sin un derrotero fijo; sino más bien en el difícil, pero necesario camino por alcanzar la verdadera prosperidad y el bienestar común de la nación venezolana.
Las circunstancias demandan de nuestros líderes más humildad, más conciencia de clase para sí, fecunda madurez política, más visión de pueblo común, de pueblo llano, que de líderazgos mesiánicos.
Necesario es elevar los niveles de comprensión, que superen las imposiciones; se requiere mucha más entrega que aspiraciones, más poder para los auténticos empoderados de los cambios, ya conquistados y por conquistar, que son todas las ciudadanas y todos los ciudadanos organizados en sus comunas, en los desarrollos socioeconómicos endógenos, en sus campos; en sus pequeños, pero fructíferos, modos de producción, en sus conucos, en fin, en la creatividad e inteligencia popular que poseen las masas arraigadas en los cuatro costados de nuestro territorio nacional; porque son ellos los verdaderos destinarlos, pero a su vez, son ellos los verdaderos protagonistas de su propio destino.
Los pueblos no andan solos, pero los líderes políticos de verdad, tampoco, y mucho menos, quienes se precian de serlo en un histórico tiempo donde lo que está en juego, es el futuro de la patria.