El presidente Nicolás Maduro viene haciendo llamados urgentes a la "unidad" de las "fuerzas antiimperialistas" para enfrentar el injerencismo de los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea. A este respecto afirma Maduro que quienes no se plieguen a ese llamado es porque están financiados por Elliot Abrams y el gobierno gringo.
Primero que todo hay que repetir lo que hemos dicho desde hace varios años. El gobierno de Maduro no es antiimperialista, sino todo lo contrario. Maduro ha entregado el Arco Minero a las multinacionales extranjeras de la misma forma que ha negociado con distintas potencias un respaldo económico y militar a cambio de cuotas jugosas en el usufructo de nuestros recursos naturales fundamentales.
Por tanto, no se puede establecer una unidad de acción con un gobierno pro-imperialista y sometido a potencias capitalistas como China y Rusia, aunque esté enfrentado al imperialismo tradicional que por más de un siglo ha intervenido guerreristamente en Latinoamérica.
Es cierto que presenciamos un intervencionismo extranjero como no se veía en Venezuela desde la guerra de independencia. A este respecto hemos dicho repetidas veces que la crisis debe ser resuelta por los propios venezolanos, sin injerencismo foráneo. Pero esto implica no sólo rechazar la brutal política de sanciones que nos han impuesto los Estados Unidos y sus aliados. También rechazamos que gobiernos extranjeros como Rusia, Cuba, Irán o China esté opinando e interviniendo abiertamente en los asuntos internos de Venezuela.
Tampoco se puede hacer unidad con un gobierno abiertamente violador de los derechos humanos y que aplica el paquete económico neoliberal más brutal de todos los que se han visto en América Latina en 40 años (ver al respecto el documento de la Plataforma en Defensa de la Constitución: "La violación de los derechos humanos se acentúa en medio de la pandemia", https://www.aporrea.org/ddhh/n358117.html).
Desde hace años hemos venido denunciando que el gobierno de Maduro cerró todos los espacios democráticos tanto institucionales como sindicales, y que su mecanismo principal para mantenerse en el poder es el uso de la represión política y la violación descarada de la Constitución. Ver al respecto: "Maduro para mantenerse no le queda otra que la represión pura y dura" (https://www.aporrea.org/actualidad/a271901.html); "No habrá Golpe de Estado. Ya lo dieron Maduro-Cabello-Padrino desde 2017"(https://www.aporrea.org/actualidad/a273844.html).
El fracaso total de todos los supuestos "planes" económicos ensayados por Maduro en 7 años está desmoronando la muy burocrática "unidad" de las fuerzas políticas ubicadas en el Polo Patriótico y dentro del mismo PSUV. Es totalmente lógica la reacción de muchos dirigentes, por más burocráticos que sean, pues se dan cuenta de los efectos brutales del paquetazo neoliberal en las condiciones de vida del pueblo trabajador. De allí la decisión de abrirse al margen de la burocracia del PSUV y tratar de alguna forma de responder al enorme descontento popular acumulado ante los reiterados fracasos del madurismo en su gestión de gobierno.
La reciente decisión del PCV y el PPT de presentar planchas propias a las elecciones de Asamblea Nacional convocadas para diciembre, ha desatado toda una campaña represiva en términos institucionales por parte del madurismo gobernante. Las recientes decisiones del TSJ de quitarle las tarjetas de los partidos PPT y Tupamaros a sus legítimas direcciones nacionales son una nueva expresión de las medidas antidemocráticas que viene cometiendo el madurismo desde hace años. Incluso en este mismo punto del control institucional de los partidos, ya el gobierno le había quitado el MEP a sus legítimos dirigentes en el 2015, había negado la inscripción legal a Marea Socialista en 2016, y había despojado de legalidad a Redes en 2017 (se puede ver: "Cero Elecciones, Corrupción con Amor y Paquetazo Neoliberal"; https://www.aporrea.org/actualidad/a235867.html).
Por cierto, esas medidas de años anteriores nunca fueron cuestionadas ni por el PPT ni por el PCV. Ahora les tocó a ellos, y todavía están por verse medidas probablemente más fuertes para terminar de extirpar cualquier posible bloque de izquierda a presentarse en las elecciones parlamentarias.
Maduro y su gobierno le tienen miedo a la conformación de un bloque político a su izquierda, porque terminaría de desenmascararlos ante el pueblo y ante muchos pueblos del mundo que han sido engatuzados por la propaganda engañosa del madurismo, que sigue hablando de "socialismo", "antiimperialismo" y "poder popular", mientras impone medidas económicas totalmente neoliberales y gobierna abrazado al gran capital nacional y extranjero.
Maduro llama a la unidad, pero a base de garrotazos. Los partidos que no se le dobleguen serán intervenidos y sus direcciones nacionales serán sustituidas por otras dóciles al gobierno. Como ocurrió antes con el MEP y ocurre ahora con Tupamaros y PPT (y con los partidos de derecha Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Copei).
Obviamente eso no es ningún llamado a la unidad de las fuerzas revolucionarias. Es una amenaza abierta y descarada que impone el poder del estado a favor del partido PSUV y de la camarilla que lo controla. De allí a la persecución directa contra los dirigentes de las organizaciones de izquierda que no se le subordinen, sólo hay un paso, que ya viene dándose desde hace rato a niveles regionales y locales con la detención de numerosos dirigentes de esos partidos y grupos minoritarios de izquierda que se involucran en las luchas obreras y populares en todos los rincones del país.
La "unidad perfecta" de Maduro es parecida a la paz de los cementerios que pregonaba el dictador Juan Vicente Gómez. Está en pleno desarrollo una ofensiva terrorista del Estado madurista por medio de sus instituciones TSJ y CNE, pero también por medio de sus cuerpos policiales y militares como ocurrió el viernes en Cabimas donde fueron ajusticiados dos jóvenes comunicadores populares (activistas de la juventud del propio partido de gobierno PSUV) en el marco de una toma militar-policial de la ciudad para supuestamente combatir la delincuencia.
Maduro es un gran farsante y su socialismo-antiimperialismo no pasan de ser palabras vacías sin contenido alguno en su macabra y nefasta obra de gobierno. A pesar de la gran fortaleza política-militar del gobierno debido al fracaso de todas las fuerzas que se le han enfrentado (sobre todo debido al gran fracaso de la estrategia de la MUD y ahora del Guaidosismo), su gran debilidad derivada del fracaso total de su gestión económica y social, unido al derrumbe institucional, la corrupción campante y la pérdida de todos los valores éticos en la administración pública, obliga al madurismo a recurrir cada vez más abiertamente a la represión política contra toda forma de oposición, incluso hasta los ciudadanos que por medios y redes denuncian las barbaridades constantes de los funcionarios maduristas.
Hoy más que nunca se hace imprescindible una unidad de fuerzas políticas y sociales que, al margen del madurismo y del guaidosismo, levante un programa urgente para superar la crisis económica y social, y para participar, si se hace posible, en los resquicios electorales que se abran (como estas elecciones a la Asamblea Nacional), como mecanismo de acumulación de fuerzas populares para la necesaria reconstrucción de Venezuela, reivindicando nuestra soberanía y el bienestar popular.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 23 de agosto de 2020.