Como vemos la violencia socio-política en Venezuela, Chile y USA

Cada uno de mis lectores y lectoras, conoce el viejo adagio de que las cosas se ven del color del cristal con que se miran. Esto refleja la tremenda influencia de las emociones preconcebidas en la aceptación, rechazo o interpretación de un mismo hecho, es decir, según el color de cristal que estamos usando.

Aquí no se trata de una consideración ideológica o del análisis justo e imparcial de un hecho clara y extensamente documentado por diversas fuentes, que permita tener un criterio firme e irrebatible. Se trata, entre otras cosas, de no reconocer a ningún precio al otro, a su opinión y punto de vista, a su motivación y vivencias, a sus esperanzas y sueños. En fin, nada absolutamente nada. Es un adversario, un enemigo a quién hay que destruir, eliminar o quemar, sí además, esas creencias están aderezadas con una dosis significativa de odio y desprecio, lo cual ha sido muy eficaz e inequívocamente logrado y continuamente alimentado por las llamadas redes sociales.

Los fuertes y sostenidos disturbios socio-políticos ocurridos recientemente y en orden cronológico en Venezuela, Chile y ahora en su máxima intensidad en casi todas las ciudades importantes de USA, merecen en buena ley, ser vistos con unos lentes transparentes, sin ningún color o matiz, para así aproximarnos al límite de la justicia, la equidad, la inclusión, al desapasionamiento y deslastre de tanto sentimiento nocivo e inhumano que nos rodea sin piedad.

Lo ocurrido en Venezuela fue grave, muy grave. Nunca antes, el país había sido sometido a tan intenso y continuo ataque y asedio en las calles. Desgraciadamente se acabaron vidas. Se destruyeron instalaciones públicas y privadas. Se cortaron arboles y otras fuentes de ornato público. Se quemaron buses de transporte público, vehículos oficiales y estaciones del metro. Se colocaron guayas para degollar motorizados. Se impidió el libre tránsito de ambulancias y otros vehículos, por lo que una cantidad no cuantificada de personas en graves condiciones fallecieron, al no poder ser trasladadas a centros de atención médica. Areas escolares e instalaciones universitarias fueron ferozmente atacadas e incendiadas, así como sus bibliotecas. Igualmente, muchas otras cosas que haría este artículo muy extenso. Aunque sí vale la pena destacar que en Venezuela, los focos de alteración estaban localizados solo en zonas de clase media y alta y en donde gobernaban Alcaldes opositores. El resto, la mayoría del país, estaba en total calma y en sus actividades cotidianas.

En Chile, la situación no fue menos grave. Y a pesar de morir menos personas que en Venezuela, la ferocidad desbordada de los Carabineros no ha tenido límites. Cientos de manifestantes heridos con perdigones directamente a los ojos, para producir a propósito y con alevosía, daño permanente de la visión. Ataques despiadados con bombas lacrimógenas y agua a presión a las marchas pacíficas y a las concentraciones masivas. Detenciones y desapariciones indiscriminadas de manifestantes y observadores de las protestas, sin saberse el destino. Vejaciones, violaciones y torturas a las personas detenidas. Quema y destrucción de estaciones del metro y otras estructuras públicas y privadas. Toques de queda y limitación de la población para comprar alimentos y medicinas. Aquí también vale la pena resaltar, que los focos de protesta estaban ubicados en las plazas públicas del centro de Santiago y de otras ciudades importantes. Asimismo, la mayoría de los que protestaban eran de las clases media y baja, estudiantes de secundaria y universitarios, trabajadores y la gran masa de pobres que adorna el llamado progreso Chileno.

En USA, la situación merece ser comentada con sumo cuidado por todo lo que representa y significa a escala planetaria. A través de las protestas, se ha exigido desde su inicio, abordar básicamente el problema del profundo racismo, el ataque a las minorías étnicas, las muertes y continuas agresiones a manos de la policía. Asimismo, se ha reclamado que se resuelva lo de la enorme injusticia social, puesta al desnudo con la descomunal y severa crisis de atención de salud, la cual ha afectado a las clases trabajadoras y desposeídas, principalmente.

En USA, ha habido muertos a manos de la policía y de algunos fanáticos. Se han producido incontables saqueos a numerosos establecimientos comerciales. Han quemado vehículos, oficinas y propiedades públicas y privadas. La policía, la guardia nacional y los agentes federales especiales han atacado feroz e indiscriminadamente las marchas pacíficas con sus bastones, bombas lacrimógenas, gas pimienta, balas de goma y de plomo. Se han decretado toques de queda. Se han detenido cientos de manifestantes, sobre todo Afroamericanos y trasladados a lugares desconocidos en vehículos sin identificación. Al igual que en Chile, las concentraciones y marchas se han realizado en el centro de las ciudades principales, cerca de algunas Dependencias del gobierno federal y estatal y de las estaciones de policía.

Ahora bien, comparemos y veamos el común denominador en las protestas en los tres países. Incluso, podríamos intercambiar los nombres de ellos, sustituyendo el nombre de un país por otro, y no veríamos diferencias muy grandes en los eventos ocurridos, previa abstracción, por supuesto, de los nombres de los Carabineros o Afroamericanos.

De acuerdo al color del cristal correspondiente, las protestas en Venezuela fueron consideradas legítimas, pues había que sacar al dictador Maduro, matriz de opinión fríamente calculada y puesta a andar luego de haber ganado la primera elección. De allí que se haya justificado toda la destrucción y el vandalismo llevado a cabo durante las guarimbas, así como el quemar vivos a los que ellos identificaran como Chavistas.

Las protestas en Chile, por el contrario, fueron catalogadas un grado más allá de lo ilegal. Los manifestantes eran desalmados, quienes querían sembrar terror en el pueblo Chileno, destrozando bienes de utilidad pública, como las estaciones del metro. En consecuencia, debían ser reprimidos y aplicárseles todo el peso de la ley. Los que perdieron la visión, lo vieron como un castigo o un daño colateral, al igual que en las guerras e invasiones. La impunidad ha sido impresionante.

Las protestas en USA son más complejas, pues el racismo y la brutalidad policial van de la mano. El pretender abordar un problema profundamente arraigado en la estructura social y no hacerlo con la policia, los propios perros de presa, equivale a no hacer nada. Sin embargo, todas esas marchas, concentraciones y enfrentamientos, saqueos, muertes y heridos acaban de ser etiquetadas por el propio presidente Trump como actos de terrorismo doméstico, lo cual será reprimido y eliminado al costo que sea por el gobierno federal, elecciones mediante.

En conclusión, nuestros prejuicios y emociones son lo que al final determinan nuestras reacciones y posiciones, al estar convencidos de que lo que creemos y defendemos en nuestro círculo es lo correcto, es lo verdadero. En consecuencia, tenemos la razón y todo el derecho a castigar, perseguir y destruir por cualquier vía a quién piense o actúe diferente. Podríamos decir entonces, que cualquier parecido con el "Fascismo" es pura, purita coincidencia!

 

Josefa Contreras.

E-mail: josefcontre@gmail.com

 



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Josefa Contreras


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