Algunos sostienen que la raíz de la crisis en Venezuela es económica, que deriva del colapso de la industria petrolera y pésimas políticas económicas. Sin duda, la crisis económica es lo determinante en la muerte del Pueblo y sus capacidades productivas. Sin embargo, también debemos reconocer que todo lo que está pasando en Venezuela fue advertido por muchas personas e instituciones, tanto nacionales como internacionales, conservadores y liberales, chavistas y antichavistas. Desde todos los ángulos se advirtió pero no sé consideraron esas voces.
La crisis llegó como la crónica de una muerte anunciada. Pero la crisis se agravó y sigue agravando, a pesar de la voces que siguen advirtiendo al mundo político de sus errores. Voces que advierten sobre las consecuencias de la destrucción del estado de derecho, sobre las erráticas políticas económicas, sobre el efecto de las sanciones, sobre los actos unilaterales que lejos de resolver problemas, los agravan (Constituyente, Elecciones 6D, Consulta 12D, etc).
Y es que pareciera que el mundo político chavista y antichavista decidió ignorar permanentemente todas las voces que advierten que Venezuela va hacia su disolución como nación, que nos aproximamos a una distopía. Sin duda, sería incorrecto equiparar la responsabilidad de quienes gobiernan con la responsabilidad de quienes se le oponen. Los primeros son los principales responsables porque en sus manos está el control de la nación y el ejercicio despótico del poder. Pero también sería un error liberar de responsabilidad a quienes se le oponen pues de haber puesto los intereses de la república primero que los personales y partidistas, muy probablemente hubiésemos encontrado una salida a esta crisis, pues se hubiese dejado de lado el apresuramiento por salidas mágicas para coronar Presidencias con liderazgos de turno, y se hubiese asumido una estrategia centrada en la superación del sufrimiento de la gente, en su movilización soberana, en las posibilidades reales y en la gradualidad de una transición.
De allí que en el caso Venezolano podemos decir que la crisis se agrava y enreda por la deficiencia, el cortoplacismo, la irresponsabilidad, indolencia y ego de muchos dirigentes del mundo político.
Venezuela carece de un estamento político orgánico que se haya replanteado la nación para los próximos 50 años y que haya actuado en consecuencia. En general carecemos de partidos políticos para esta labor histórica. Y esto es responsabilidad de todos los que tenemos opinión política, no solo de quienes militan en partidos.
En la mayoría de las naciones con democracias maduras, existen entre 4 y 6 partidos. Uno de extrema derecha, uno de centro derecha (el demócrata cristiano generalmente), la socialdemocracia, uno de izquierda moderada uno ecologista y los comunistas. Cada uno representa una visión de la sociedad. Los ciudadanos se debaten entre las diferentes visiones y finalmente las sociedades van aprendiendo y madurando, y con ellas los partidos.
Los partidos no son de nadie, ni se fundan en esas naciones para que tal o cual sea presidente. Los partidos existen porque tienen una visión particular de la sociedad, de la economía y del mundo. Son la correa de transmision, los intermediarios entre los ciudadanos y el poder del estado. Cada uno de los partidos llena un espacio y juntos son mutuamente excluyentes y colectivamente exhaustivos. ¿Por qué razón habría dos partidos con el mismo programa de lucha y las mismas propuestas estratégicas para una nación? Sería un disparate y una perdida de esfuerzo, recursos y tiempo, además de dividir al ciudadano que cree en sus tesis.
En Venezuela tenemos varias decenas de partidos. Entre los partidos nacionales, regionales y municipales debemos pasar de 100. Y cada uno con dueño. Fundados, la inmensa mayoría, para que su lider-caudillo sea presidente, Gobernador o alcalde. Esto evidencia que la mayoría de los partidos en Venezuela no persiguen el bienestar de la nación a partir de la implementación de sus tesis programáticas, sino ser solo el aparato electoral para que tal caudillo llegue a un cargo.
¿Como nos vamos a sorprender luego que el mundo político esté tan divorciado de los problemas del Pueblo y tenga un enorme déficit de estadistas y políticos responsables con la nación si su propia fundación obedece a intereses subalternos?
Con muy contadas excepciones, los partidos en Venezuela son franquicias privadas con dueños que no tienen la menor intención de democratizarlos, de permitir que se constituyan direcciones colectivas y que la propia vida democrática del partido sea escuela de liderazgo para quienes dirigirán la nación. El autoritarismo no solo está expresado en el PSUV.
La sanidad de un partido se puede ver, por tanto, en la democracia de su dirección. ¿Tiene dirección colectiva o se impone un caudillo?, ¿Se reúne frecuentemente su dirección?, ¿Están apegados a sus tesis doctrinarias?, ¿Forman a sus líderes doctrinaria y técnicamente para que sean buenos gobernantes?, ¿Son vigilantes del comportamiento ético de sus militantes, así ocupen cargos públicos? Son algunas de las preguntas que nos permiten conocer la salud de un partido. En Venezuela la inmensa mayoría de los partidos no las aprueban.
Luego ¿Cómo vamos a reconstruir una nación, plantearnos su desarrollo, llevar a punto el sistema de educación para que nuestros hijos estén preparados para el mundo que heredan, cómo vamos a garantizar la continuidad de políticas de estado y como luchar contra la corrupción, sino contamos con partidos políticos sino con maquinarias electorales para que cierto líder o grupo llegue al poder a usufructuarlo.
En Venezuela hay muchísima gente proba, talentosa, con comprensión de largo aliento de las soluciones estructurales del país. Pero son académicos, líderes sociales, gremiales, intelectuales e incluso, líderes políticos atrapados en sus “partidos”, sin embargo, toda esta gente buena y necesaria para el futuro, no están unidos, no pertenecen a un partido político de nuevo tipo, no tienen vocación de poder para una transformación positiva y de largo aliento de la sociedad Venezolana. Entonces todas estas personas vitales terminan emitiendo opiniones que nunca ejecutarán quienes sólo pelean por el poder para estar ellos allí. Repito, salvo contadísimas excepciones.
Venezuela necesita superar el caudillismo y construir una democracia moderna, y esto exige que se construyan (y reconstruyan) partidos de verdad, con doctrinas, con programas y con vida partidista y sobre todo, respeto y temor de la ciudadanía. Mientras los Venezolanos no construyamos (y reconstruyamos) esos partidos sin dueños, ya sea reformando los actuales o construyendo nuevos, seguiremos recurrentemente en crisis.
Necesitamos partidos por el país y para el futuro.
@SSanchezVz
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