JUSTIFICACIÓN DE MOTIVOS – 3
(Publicación Nº 3)
A.- GÉNESIS, DESARROLLO Y FUNDAMENTACIÓN DEL PODER CONSTITUYENTE.
3.- LA UNION O INTEGRACION DE LOS MAS PARECIDOS, PARA DESARROLLAR LAS DIFERENTES VARIEDADES DE LA ESPECIE HUMANA:
A pesar de que no existen dos seres humanos que sean morfológica, fisionómica, cosmogónica, ética, moral, cultural, tradicional o costumbrísticamente iguales, los acercamientos, uniones, integraciones, convivencias y coexistencias ocurren entre las personas más integralmente parecidas, comenzando por la célula social básica, tal como lo es el grupo humano de padre, madre e hijos, pasando por la familia, por las comunidades, las toparquías, los ayllus, y otros niveles de organización comunal local o regional, hasta llegar a formas de organización social más amplias y complejas, tal como pueden ser las naciones y otras agrupaciones humanas similares.
Entendemos por organización social inicial la manera como los miembros de la especie humana se aglutinan alrededor de objetivos relacionados con la supervivencia, la coexistencia, la corresponsabilidad, la protección, la reproducción humana, la producción material, y la administración de bienes y servicios colectivos, y de la seguridad, mal llamada: poder social.
Una organización social, en el sentido amplio, es un grupo de personas que interactúan entre sí, quiere decir unos entre otros, en virtud de que mantienen determinadas relaciones sociales que los identifican y los unen, con el fin de obtener ciertos objetivos de beneficio individual y colectivo. Se trata de una esfera de vida social muy amplia que se organiza para satisfacer necesidades humanas biológico-materiales, socio-culturales y psico-sociales, tanto individuales como colectivas.
De lo anterior surgen las tres formas básicas de la organización social: La familia (comenzando por la célula social básica, tal como lo es el grupo humano de padre, madre e hijos, pasando por la familia ampliada, por las comunidades, las toparquías, los ayllus, y otros niveles de organización comunal local o regional, hasta llegar a formas de organización social más amplias y complejas), la economía y la política. La reproducción, sin embargo, puede referirse tanto a la perpetuación de la especie, como también a la transmisión de la cultura. Las instituciones diseñadas para reproducir el sistema cultural también forman parte de la organización social. Tal es el caso del sistema educativo.
Cada una de estas formas organizativas es distinta en las diferentes culturas.
Algo similar podemos decir de las organizaciones que se forman alrededor de la producción. Las culturas más sencillas, aquellas que valoran más lo natural y lo humano que lo material, practican una división familiar del trabajo productivo, sencilla. En las culturas mal llamadas modernas o desarrolladas, vale decir, las culturas antropocéntricas y materialistas, en cambio, se ha complejizado enormemente la división del trabajo. Ello ha sucedido igualmente con relación a los sistemas educativos. Las culturas más sencillas, naturalistas y humanísticas, no requieren sofisticadas instituciones de transmisión de la herencia cultural, como son los colegios o las universidades existentes en los países antropocéntricos, racistas y materialistas. Les basta lo que ha dado en llamarse la educación endógena, en la que los conocimientos se trasmiten al interior de la familia nuclear o ampliada.
Las organizaciones políticas, o sea, las que se aglutinan alrededor del ejercicio del mal llamado poder social y no como realmente debe ser: una ESTRUCTURA ORGANIZACIONAL DE SERVICIO PUBLICO, también han ido evolucionando a lo largo de la historia. De la organización familiar sometida directamente al jefe, hombre o mujer, se pasó al cacicazgo, que reúne bajo su dominio varias tribus y, más tarde, al Estado propiamente dicho, que disuelve en gran medida las particularidades de las culturas regionales y se organiza en complejas estructuras para la administración del poder por parte de los grupos dominantes, más no, para la administración eficiente de los bienes y servicios públicos que satisfagan las necesidad y sean de propiedad colectiva, de los integrantes de una Nación.
Nos enfrentamos, por tanto, en el caso de la especie humana, a una complejización cada vez mayor de las organizaciones sociales, de la misma manera que observábamos una mayor complejidad y sofisticación en la plataforma técnica; sin que esto signifique más eficiencia en la administración de la cosa pública, más equidad, más igualdad, más honestidad, menos discriminación, menos sectarismo, ni más justicia social, por el contrario, esto ha significado es: ¡MAS DESHUMANIZACION!
El solo criterio evolutivo no explica la complejidad cultural. Hay que añadirle el concepto de estructura. La cultura es un sistema en el que todos sus componentes se organizan de manera articulada. La articulación no significa necesariamente armonía. El balance puede darse entre polos opuestos. La relación estructural entre tecnología, organización social y mundo simbólico ha sido el terreno de discusión más fértil y polémica de las ciencias sociales. Es en este campo en el que se enfrentan idealismos y materialismos. Para los primeros el motor de cambio son las ideas. Para las corrientes materialistas es la práctica tecnológica o social.
La estructura de una sociedad no puede ser comprendida sin un análisis del espacio que los seres integrantes de una determinada variedad de la especie humana han ocupado, transformado y explotado; lo cual corresponde a los aspectos organizativos de la cultura, mirados desde la perspectiva de su inserción en el medio, o como dicho medio ha influido o afectado el desarrollo integral de cada variedad de nuestra especie. A los criterios puramente culturales hay que añadirle el concepto de adaptación al medio; vale decir, las organizaciones sociales como estrategias adaptativas. También existe un cierto desplazamiento del proceso evolutivo, que va desde la transmisión genética a la transmisión de las formas de organización cultural.
La organización social también la podemos definir, de manera muy general y desde la perspectiva evolutiva, como la distribución de las funciones al interior de una especie; cada especie ejerce una o varias funciones al interior del ecosistema. Lo característico de la organización social es que el ejercicio de esta función se reparte al interior de la especie. Las razones, evolutivas y otros factores influyentes, que han llevado a los animales a formar "sociedades", a fin de posibilitar la satisfacción de necesidades tanto individuales como colectivas, influenciados o demandados por muchos factores como la defensa del territorio, la estrategia defensiva contra los predadores o las exigencias de la caza, o simplemente, la necesidad de la complementariedad para la pervivencia, supervivencia, existencia y logro de objetivos individuales y colectivos. La relación social básica es la familia. Sin embargo, la familia no puede ser el único centro permanente de la vida social, puesto que también ésta, necesita complementarse y coexistir, de allí la unión e integración de las familias para desarrollar estructuras sociales de mayores dimensiones y más complejas, como por ejemplo son las comunidades, las localidades, las regiones y las naciones.
Las investigaciones han demostrado que la organización social de las especies es mucho más compleja que lo que históricamente ha estimado una cultura centrada en el predominio del hombre y en su preeminencia tecnológica y social, vale decir, otras formas de organización social diferentes a aquellas globalizantes e impuestas, que el enfoque netamente antropocéntrico, racista y materialista para la interpretación del mundo y de la vida de la cultura occidental, hasta el presente, ha sido utilizado.
Entonces, tal como fue escrito al principio, confirmamos que los acercamientos, uniones, integraciones, convivencias y coexistencias ocurren entre las personas más integralmente parecidas, comenzando por la célula social básica, tal como lo es el grupo humano de padre, madre e hijos, pasando por la familia, por las comunidades, las toparquías, los ayllus, y otros niveles de organización comunal local o regional, hasta llegar a formas de organización social más amplias y complejas, tal como pueden ser las naciones y otras agrupaciones humanas similares.