Nos ha tocado vivir un tiempo sumamente complejo, difícil, un tiempo en el que la despolitización es una vergonzosa realidad, pues debemos elegir entre la militancia y conseguir el pan para nuestra familia. La poesía, aparentemente, deja de tener melodía cuando vivimos en medio de un huracán que golpea la moral del pueblo. Y decimos aparentemente, pues es en éste contexto en el que la melodía de la lucha debe retumbar en los oídos de los "sembradores de cenizas", aquellos que traicionan siempre las esperanzas del pueblo, hacen clientela de la política, y se hacen de instrumentos para el control social y la manipulación de masas.
Bolívar, muchas veces en la derrota, se empecinó en la re-articulación, en la re-moralización y en la siempre pertinente acumulación de fuerzas, para volver siempre sobre la batalla y alcanzar lo que para nosotros ahora es el bien supremo, producto de una lucha histórica e inacabada, nuestra Libertad. En 1814, derrotado migra a Cartagena, en 1815 debe vagar por el Caribe en búsqueda de Solidaridad, en 1819 con el congreso de Angostura, funda una nación casi inexistente, e inmediatamente inicia una campaña hacia la Nueva Granada, sumando voluntades en el camino, convenciendo con el verbo y la acción libertaria, acumulando fuerzas dignas, dándole rostro a la lucha histórica que mucho tenía que ver con las aspiraciones de todo un pueblo, vejado y traicionado por quienes nunca han querido perder sus privilegios a causa de la desgracia y el infortunio de las grandes mayorías.
Hoy Bolívar nuevamente nos convoca, ya con una mirada mucho más amplia, menos liberal y más consecuente con nuestro tiempo. El liderazgo, en éste nuestro tiempo debe surgir desde "abajo y desde adentro", debe ser consecuencia del fragor de la lucha histórica de quienes andamos a pie, de los y las humildes, de aquellos/as que tenemos tremenda lucha contra la desesperanza, contra la muerte y contra la negación del futuro. Estamos ante una urgencia y al mismo tiempo ante una responsabilidad. La de re-convocarnos, la de re-encontrarnos, la de volver a caminar juntxs. Es nuestra urgencia, es nuestra responsabilidad, y ello pasa por re-hacer todos los conceptos, todas las nociones que sobre el poder hemos alimentado por años, todas las relaciones entre los seres humanos; eliminar de tajo todas las arbitrariedades, que diseñan los de arriba y reproducimos los de abajo, plantarnos creativamente hacia la construcción de un nuevo horizonte de lucha, que valga decir, no está extraviado, y que si sabemos leer la gesta heroica de nuestro pueblo, sabremos hacia donde caminar, juntxs, porque individualmente, la historia nos lo ha demostrado, no alcanzaremos ni gloria, ni patria, ni alegrías.
Nuestro enemigo histórico, el imperialismo y sus lacayos, sabe muy bien lo que hace, lo cumple con disciplina, y se frota las manos con la realidad lograda. Está satisfecho con las lágrimas de nuestro pueblo, saca rédito político de la tristeza de nuestra gente, no le interesa si nuestros hijos tienen pesadillas a causa del hambre. Quieren que no tengamos tiempo para alimentar, ni al estómago, ni al espíritu, ni a la conciencia. Quieren que no soñemos, que no inventemos, que no nos juntemos, que dejemos la creatividad a un lado, que volvamos de nuevo a la posición de subordinación y silencio, a la que las clases dominantes nos relegaron a través del tiempo. Por todo esto, es una urgencia y responsabilidad absoluta de quienes amamos la vida.
Volver sobre nuestro andar para re-significar la lucha, pues la privatización avanzar, la corrupción campea, el despojo a nuestro pueblo se vuelve a hacer lógico desde el discurso burgués, y con todo esto, grandes ingentes de nuestra población, solo quedamos de relleno, como zombis perdemos la mirada hacia un horizonte vergonzoso y con la mirada agachada nos quieren dejar entretenidos pateando piedras.
Ya no nos sirve esta realidad. No le sirve a la vida, no le sirve a las mujeres, ni a los ecólogos, ni a los niños/as, ni a los hombres dignos. Por tanto, debemos acudir al llamado de la historia, a la convocatoria hecha por el pueblo, hecha por quienes renunciamos a la desesperanza, por quienes decidimos caminar con la frente en alto, con dignidad, con alegría y con la firme convicción de que en nuestras manos yace la posibilidad de construir una Patria-Matria, más humana, más solidaria, que le brinde ternura a su gente y que esté al servicio de quienes no tienen horizonte y se ven desbordados/as por esta realidad.
Volver sobre la comunicación, la salud, la educación, la organización y la producción son banderas necesarias de éste tiempo. No le demos más largas. Tengamos en cuenta, que "el tiempo perdido, los santos lo lloran".