Nuestra única nave espacial

Hace ya tiempo Kenneth Boulding, un reconocido economista inglés residente en los Estados Unidos, describe el modelo económico depredador y ecocida que se instaló en el mundo con las revoluciones industriales, como "la economía del cowboy" donde las fuerzas corporativas capitalistas explotan un territorio hasta agotarlo para luego invadir otro y después otro y otro más y seguir explotando en una insaciable búsqueda de ganancia sin límites.

Proponía Boulding como alternativa la "economía de la nave espacial". En esta propuesta el planeta es considerado como una totalidad encerrada con una reserva limitada de recursos a explotar, que deben ser constante y cuidadosamente reciclados para proporcionar continua y eficazmente, agua, alimentos, energía y servicios a los diversos tripulantes que en ella viajan. Nadie al parecer lo escuchó...

Las revoluciones industriales con sus avances tecnológicos volvieron al animal humano un experto y eficiente saqueador de la sensible y delicada biósfera. Un depredador inescrupuloso que en los últimos siglos ha acelerado exponencialmente la extracción de recursos no renovables del suelo y el subsuelo para alimentar unas industrias desenfrenadas que fabrican constantemente millones y millones de productos terminados que muy pronto se vuelven basura y desechos, algunos sumamente tóxicos.

Toda esta desquiciada carrera antropogénica, avalada y empujada por un sistema económico y filosófico que promulga y promueve la avaricia y el egoísmo nos ha traído a lo que muchos consideran la sexta y más extensa extinción de especies en nuestro hermoso y frágil planeta, esta "nave espacial" de la que todos somos astronautas.

Este extractivismo y consumismo desenfrenado nos ha llevado, aunque muchos y muchas no quieran verlo, y otros muchos y muchas no quieran aceptarlo, hasta a un punto de quiebre. El mundo está al borde del colapso, las capas polares se derriten y el capital sólo ve en el desastre ecológico una manera de reproducirse. Respiramos aire envenenado y seguimos quemando combustibles fósiles como si nada estuviera pasando. Las corporaciones se adueñan de las mejores tierras para instalar sus destructoras plantaciones de monocultivos y obligan a los pocos campesinos que aún quedan a usar semillas genéticamente modificadas y agrotóxicos, que ya es bien sabido, son altamente cancerígenos y contaminantes. La minería industrial a gran escala sigue acabando con los bosques y desperdiciando y contaminando miles y miles de litros de agua, principal productora de vida.Todo para beneficiar al gran capital en manos de unos pocos psicópatas.

El planeta en vez de avanzar a hacia un mundo multipolar, un mundo donde quepan muchos mundos, una nave espacial con todo tipo de tripulantes a bordo sobreviviendo juntos, se dirige hacia una nueva y más conflictiva guerra fría entre dos bloques igualmente armados con más y más potentes armas de destrucción masiva de última generación.

Uno de esos bloques no quiere abandonar su papel hegemónico y está dispuesto a todo, incluso como ya lo estamos viendo, a desatar una guerra biológica de baja intensidad, para conservar sus privilegios y mantener un mundo unipolar artificialmente creado después de la segunda gran guerra a punta de dólares, petrodólares y narcodólares. Sus agencias de "inteligencia" se ocupan de sembrar el caos, avivar conflictos y crear guerras en diferentes territorios para crear obstáculos que impidan el avance del otro bloque que insurge desde oriente. El nuevo bloque que incluye civilizaciones milenarias y antiguas potencias, buscan la instalación de un mundo multipolar, sin imposiciones y hablan de relaciones justas de ganar ganar, al menos ese es el discurso.

Para muchos la disputa es solamente por el control de las limitadas reservas que el planeta posee, en especial los combustibles fósiles, el agua y los minerales en general, incluyendo las muy codiciadas "tierras raras", más que necesarias para la continuidad de la nueva revolución tecnológica.

Pero si acaso uno de los dos bloques pudiera, sin entrar en un conflicto bélico internacional a gran escala -recordemos que China tiene en su poder más del 53 % de las reservas de estos minerales estratégicos además de también ser quizás el más grande acreedor de los Estados Unidos, y esto le podría dar algunas ventajas en unas hipotéticas negociaciones- llegar a triunfar sobre el otro bloque, el desastre ecológico, social, político y económico continuaría, la cuenta regresiva hacia el colapso del sistema mundo extractivista descabellado seguiría, quizás un poco más lentamente si ganara el lado oriental que parece tener un poco mas sentido común que las élites corporativas occidentales, pero al final la explotación infinita de un planeta finito nos pone a todos camino al infierno.

Quizás las élites occidentales siempre tan inspiradas en (o inspiradoras de) sus historias de Hollywood tengan algún grandioso plan para escapar al caos y la violencia que más temprano que tarde estallará debido a la creciente desigualdad y las inmensas cantidades de migrantes desposeídos que situarán sus metrópolis huyendo de la miseria y los conflictos. Quizas ya tengan paraisos de clase, algo así como los paraísos fiscales para su dinero mal habido, en alguna isla, Nueva Zelandia por ejemplo o tal vez en Alaska o en algun otro alejado y prístino lugar, adonde escapar con la ayuda de compañias como la de el capitan del ejercito sionista de Israel y agente del Mossad Roy Shaposnik, cuya exclusiva y elitesca compañia con base en Inglaterra "Global Mission Support Services" presta sus servicios de extracción o "exfiltración" -como elegantemente lo llaman en sus brochures...- a "personalidades en aprietos o dificultades".

O tal vez las autoridades del Partido Comunista Chino ya tenga proyectada la explotación de minerales en la Luna o Marte y confíen en sus grandes y acelerados avances tecnológicos y en inteligencia artificial para resolver todos los problemas y convertirnos a todos en felices personas de clase media, consumidores de todos sus "maravillosos" y económicos productos.

Estos son tiempos de incertidumbres. No existen certezas de ningún tipo, la balanza puede ir para un lado o muy bien puede rápidamente inclinarse hacia el otro.

Del inevitable colapso que tendremos que enfrentar debido a nuestra estupidez e ignorancia como seres humanos podremos salir -como todo parece indicar lamentablemente- con terribles enfrentamientos y guerras debido a la escasez de recursos, una barbarie de distopías espantosas o podemos salir con un nuevo sistema social más justo, saludable y ecológico para todos los que viajamos en - como acostumbraba a decir siempre el profesor Walter Martinez- "esta nuestra querida, contaminada y ÚNICA nave espacial". Eso dependerá de TODAS Y TODOS nosotros.



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Gustavo Corma


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