¡Golpistas! Las consecuencias "políticas" de la polarización

En constituciones y leyes, cada país debe tener muy bien marcado, los mecanismos democráticos para que las organizaciones políticas accedan al gobierno y acumulen más poder del que tienen. No creo que en alguna constitución, se fije el golpe de Estado o la utilización de una vía insurreccional como medio para tomar el control del gobierno.

Sin embargo, los golpes de Estado se han venido mostrando, como un atajo, que acogemos según las circunstancias y esto ha dado origen a una "explicación", en la cual se muestran simpatías y antipatías por un golpe de Estado. Tenerlo como una vía para llegar al poder son unas de las tantas malas consecuencias de este proceso de polarización que sufrimos. El Golpe puede ser bueno o malo, dependiendo, si el golpe lo dio o da mi organización o una organización política contraria.

Es entendible hasta cierto punto, que una persona muy de la calle sin tener el título de analista político, vea bien un golpe de Estado. Increíble y curioso, es ver a muchos analistas políticos (con este título) haciendo un uso del término en tono despectivo, pero no son capaces de mirar, el golpe que llevan por dentro.

Imagínese usted amigo lector, que un candidato a Doctor en derecho constitucional, se meta en profundidad con la obra escrita de Hermann Escarrá y al terminar tan titánica, difícil labor formativa, se encuentre luego (y por pura casualidad) con un vídeo de este gran constitucionalista venezolano y en este video o en algunos sus discursos, este candidato a un doctorado, disfrute una especie de clase magistral, viendo al Dr. Escarrá (muy coherente) haciendo uso de la teoría de la usurpación y de la figura del usurpador, que Guaidó adoptó posteriormente en su mandato interino y que el dolartoday usó en su campaña contra Venezuela. Este candidato a doctor en derecho constitucional, seguramente será estremecido en su plataforma constitucionalista y a lo mejor sufra un duro proceso de frustración y abandone su tesis doctoral. https://dolartoday.com/video/desobediencia-civil-hermann-escarra-explica-como-activar-el-articulo-350/?new=1
El trienio adeco (1945-48) vino después del golpe que le dieron a Medina Angarita y este golpe, se le colocó un nombre muy bonito: revolución de octubre. En este golpe, AD y especialmente Rómulo Betancourt alcanzaron una participación destacada. Rómulo y los adecos no calificaron este golpe como un golpe. Lo adornaron con este bonito nombre de revolución de octubre.

En noviembre de 1948, los militares se fueron de golpe contra Rómulo Gallego y a Betancourt, si le dolió ese golpe. En 1958 hubo un golpe de Estado contra Marcos Pérez Jiménez y casi toda Venezuela se lo gozó y razones había para hacerlo. Este golpe de 1958 es un golpe que todos celebramos y la fecha se toma como fiesta política.

A Betancourt no le gustó el Barcelonazo (1961), el Carupanazo (mayo, 1962) y el Porteñazo (junio, 1962). Desde la perspectiva adeca, estas insurrecciones fueron golpe o intento de golpe malos.

Chávez (1992) intentó un golpe de Estado que a muchos nos pareció bueno y había la idea (en muchos) de seguir en esa vía y no en la electoral. Después de Chávez, hubo otros intentos que como sabemos, no cuajaron. Es tiempo de reconocer, que estos golpes de Estado gustaron y muchos de los que aplaudieron estos golpes de Estado, llaman a los otros ¡golpistas! en un mal tono.

Vino el golpe contra Chávez y aunque tuvo una pasantía en el gobierno fugaz, este golpe fue malo y los otros intentos, también calificaron como malos.

A partir de estas últimas experiencias, la palabra ¡golpista! quedó marcada como una opción política ilegítima (y lo es), pero los que suelen usar la palabrita para descalificar (y la descalificación es merecida), llevan su golpe por dentro. El único hecho que podemos cuestionar en torno a esta manera de asumir despectivamente el golpe de Estado, es que para algunos de estos "analistas políticos", los golpistas son unos sí y otros no. Creo, que lo correcto sería reconocer, que los golpes ni de un lado ni del otro, pueden ser opciones democráticas.

Los golpes de estado son tan malos y tan "buenos", que terminaron facilitando y profundizando una militarización de la sociedad. Irónica o curiosamente, hoy los militares son la válvula de seguridad de la democracia. De ambos lados políticos, la militarización se nos ha vuelto una fuerza importante para sostener a la "democracia". La oposición, ha requerido de los "buenos oficios" de los militares para dar un golpe y compartirse el poder y el gobierno sabe, que los militares son su garantía para no dejarse tumbar.

En nuestro caso, el golpe de enero-1958 se aplaude, porque nos permitió un retorno a la ruta democrática. Es un detalle, que puede explicar y justificar un proceso así.

 



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Evaristo Marcano Marín


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