La IV y la V: La maquinaria electoral del PSUV y el acto de votar, como ganarle una al hambre

Con la caída de la IV, abrigamos la esperanza, que los buenos desempeños de las instituciones y los niveles de consciencia que la revolución fomentaría, erradicarían para siempre, el perverso mecanismo electoral de las planchas de zinc, el saquito de cemento y la docena de adobe, que AD usaba muy frecuentemente a través de los secretarios de organización ubicados en la comunidades. En la IV, los secretarios de organización eran los jefes del barrio. Suponíamos, que toda esa práctica clientelar perversa y ventajosa moriría y sobre sus escombros, renacería la democracia protagónica y una nueva manera de asumir el proceso electoral. Los "jefes" de Barrio y luego los "jefes" de calle, es el mismo negro pero tal vez con otro cachimbo. Se suponía, que en una democracia participativa y protagónica se daría un espacio para el nacimiento de una palabra más sonora que la de jefe. Todo se piensa dentro de la lógica de la nueva colonización interna. El Jefe de calle, cae muy bien y sintoniza con los otros jefes.

Sin lugar a dudas entre el jefe de Barrio y jefe de calle operó un ligero cambio, más centrado en el control que en la participación. Un jefe responde a otro jefe y desde esas jefaturas se va descomponiendo -y se mató- la democracia participativa. Entre un momento y otro, se fueron creando las condiciones y en la campaña legislativa pasada, asomo el primer embrión el producto de ese cambio. Una especie de centauro medio humano (por dos piernas y dos manos) y una especie de batea con una rueda por delante. El resentimiento de la poderosa maquinaria electoral del PSUV, produjo el fenómeno de la carretilla, que debe ser empujada por un candidato. Hay un cambio, pero ese "cambio", no es resultado de un proceso de elevación de los niveles de consciencia, como un elemento capaz de organizar y dirigir la actuación del elector.

La potente maquinaria electoral del PSUV, comenzó a mostrar -al parecer- un signo de agotamiento, visible para algunos, desde aquella victoria pírrica que el poeta Néstor Francia dibujó en su momento. El cambio no fue radical, fue más bien muy gradual, pero que no lograba visualizarse todavía porque la figura de Chávez aún se comportaba con una maquinaria que regaba votos. Solo hacía falta candidatos y poco importaba, si estos candidatos eran importados o impuestos protagonicamente.

Era una ligera modificación, que hoy puede regresarnos o producir un encuentro histórico con la figura del señor Ciliberto con sus jeep. Este encuentro, puede facilitarnos entender, que la modificación se inclina por lo peor. Hubo una pequeña cosa llamada la menudencia de Ángel Cileberto, que le costó una estadía en la cárcel por haber adquirido unos Jeep para apoyar la precandidatura de Lusinchi. Aquello, frente a esto que vemos hoy, luce como un gesto político dirigido a promover una opción dentro del llamado partido del pueblo. Los jeep se adquirieron para el trabajo político de subir cerro. La plancha de zinc y el saquito de cemento eran para tapar huequitos y corregir goteras.

Hoy la carretilla le permite a la gran maquinaria electoral del Psuv lucirse no con el huequito en el techo. La carretilla con arroz y mortadela es la mejor demostración que la maquinaria electoral del Psuv no es tan potente o efectiva. Es buena; no porque es capaz de recoger votos. Negocia votos con el hambre en los pueblos. El hambre y no la conciencia hacen la diferencia y es el combustible de esta "poderosa" maquinaria electoral que probablemente teñirá de rojo al país.

En estos días, circuló por las redes sociales una gráfica que parecía deprimente. Al frente de una caminata se veía un candidato a gobernador de un estado llanero, seguido por el actual gobernador. Al principio, tuve esa impresión, pero luego, creyendo que la gráfica era deprimente caí en cuenta, que era la poderosa maquinaria electoral del PSUV exprimiendo el hambre del pueblo y ya la gráfica, siendo un acto perverso no tan visible en la IV, lo vi como ese inquisidor que apoyándose en la debilidad del otro profundiza el proceso de colonización con el peor recurso: El hambre.

En los primeros tiempos de la IV, Jóvito Villalba con su URD, le salió a esta estrategia de AD con la consigna: Toma lo que te den y vota amarillo. Hoy la carretilla con la mortadela y el paquetico arroz ya viene avanzando sobre unos seres que internamente están totalmente desarmados.

Paralelamente a este proceso, se visualiza otro. Las alcaldías "despertaron" y en ese "despertar", no se ve un alcalde electo, sino un candidato impuesto, echándose la foto, cuando colocan un bombillo, barren una calle, reparten un camión de agua. Esto aparece como un hecho extraordinario, cuando era un acto de rutina, que ya no se hace y hubo que esperar la campaña.

El Votar rojo rojito, suena y se hace sentir con la carretilla como una manera –muy mala- de ganarle un día al hambre. Espero que frente a esta poderosa maquinaria, haya la posibilidad de voto inteligente como lo llaman Luis Fuenmayor Toro ( https://www.aporrea.org/actualidad/a306736.html ) y Santiago Arconada. https://www.aporrea.org/actualidad/a306729.html



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Claudio Dominguez


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