Es muy difícil salir adelante cuando la oposición venezolana no cuenta con una agenda propia, viéndose sometida a una impuesta por el régimen. En consecuencia, es sumamente importante que poder contar con una oposición real, que transite un camino propio en aras del rescate de nuestra nación.
No es sencillo, pero los resultados bien valdrán la pena. No olvidemos, cuando el régimen afronta escenarios que no preestablece se ha visto acorralado, obligado a negociaciones desesperadas, sin embargo, estos topetazos a la postre han sido traicionados por una dirigencia que cede finalmente a las pretensiones del castrismo venezolano.
Posterior a cada crisis a la que el chavismo se ha visto seriamente comprometido, han seguido presuntos diálogos y elecciones amañadas, por desgracia, estos eventos han favorecido con carácter de exclusividad a los rojos, en detrimento del país. Las elecciones consumadas después de cada diálogo han sido sumergidas en un oscurantismo que solo genera lúgubres resultados claramente preestablecidos.
Hoy el camino no es distinto, observamos cómo el régimen continúa aplicando mismas fórmulas en virtud de la gran cosecha resultante, por tal motivo, ha edificado sin empacho alguno una falsa oposición que secunda todos estos escenarios, repetimos, previamente definidos. La oposición reconocida, la de Juan Guaidó, se ha visto imposibilitada para evitar que estos falsos eventos se consuman, fingiendo institucionalidad, normalidad ¡Falso!
Venezuela se encuentra en su peor momento histórico, con una población que difícilmente puede sobrevivir. Unos pocos gozan de ciertas comodidades, especialmente el círculo cercano a los denominados enchufados. Otros tantos viven cada vez más apretados de las remesas enviadas y la mayoría afronta la crisis reinventándose diariamente… es la dura realidad.
Por otro lado, el deterioro de nuestra calidad de vida se acelera, los problemas tradicionales arrastrados de la cuarta República se han agravado a la enésima potencia y, por sí fuera poco, el chavismo ha creado nuevas patologías políticas y sociales muchísimo más dantescas. Cuando se supone la presión social debiera estar en su máximo histórico, se ha visto reducida casi a su extinción a través de la violencia institucionalizada y por complicidad de los actores políticos, solo unos pocos hoy desafían al régimen en el único escenario dónde se ha podido doblegar: En la presión social, estos son nuestros maltratados jubilados y pensionados.
De este modo, es absolutamente desfachatado creer en una dirigencia política presta a repetir una y otra vez mismos escenarios predeterminados qué propone el régimen. Es burlista crear expectativas en diálogos cuando el chavismo hoy día no tiene nada qué perder a lo interno del país y burla las sanciones internacionales. En pleno control de las armas, recursos e instituciones del Estado, no cederá ni cambiará su modus operandi, continuará imponiendo el castrismo apoyado en sus cómplices.
Para que el chavismo ceda debe sentir la presión interna y externa, en 2002, en 2014 y 2017 fue doblegado, pero, repetimos, Venezuela fue traicionada en furtivas negociaciones (diálogos) a la que sucumbieron sus dirigentes aceptando elecciones en condiciones absurdas, ridículas.
Conclusión, la oposición venezolana requerida pasa en primer lugar por un proceso de relegitimación verdadero al margen de instituciones psuvizadas y colaboracionistas, que luego permita la construcción de un liderazgo que escape a las fórmulas prefabricadas del chavismo e imponga una agenda propia tendente a constitucionalizar y redemocratizar la nación. La sociedad civil también debe relegitimar sus organizaciones.