Hay que reconocerlo, aquí en Venezuela el capitalismo derrotó al intento Socialista chavista, y debemos admitir con valentía que lo hizo sin ninguna resistencia: ni la clase obrera defendió a su reivindicación más preciada, ni los estudiantes, otrora combativos revolucionarios, supieron entender el momento histórico que les tocó vivir, por ninguna parte se vio resistencia a la traición al proceso revolucionario chavista. El partido socialista, las organizaciones juveniles, la organización popular cumplieron el triste papel de permanecer congelados mientras en sus narices se restituía el capitalismo. El fenómeno de caer revoluciones sin disparar un tiro se repite en la historia con asombrosa regularidad.
Ahora los frutos terribles comienzan a surgir, cándidos los que pensaron que la transición al capitalismo sería sin costos sociales. Los trabajadores y los no enchufados ya sienten el aliento pestilente de la bestia: en la refinería El Palito se habla de 800 obreros en proceso de despido. El diésel pasó a precio de dólar, atrás quedó el subsidio, sube sin pausa el costo de la vida. En las cárceles sufren centenares de presos políticos, sin juicio, sin derechos. Las universidades no existen, sólo está el caparazón y la buena voluntad de sus miembros. Millones de venezolanos huyeron a otros padecimientos. El país se derrumba, no hay rincón de la vida nacional que no esté afectado por el terremoto de reinstalación del capitalismo.
Vendrán más calamidades, y la resistencia a la traición continúa ausente. Lo más que se ve son peleas sectoriales, la gente protesta por la falta de electricidad, de agua, los obreros por el salario, por el contrato colectivo, los estudiantes aún no aparecen en la Plaza Venezuela, se limitan a un show electoral, los campesinos… Todavía no se entiende dónde está el centro generador de todas las dificultades que afectan la calidad de vida.
No se atina a comprender que el problema es el poder político, es el sistema, es decir, tiene que ver con miraflores, con maduro, pero mucho más allá con el sistema: la política es la lucha por el poder político, pero también y en última instancia la lucha de dos sistemas, el capitalismo enfrentado al Socialismo, por el alma social, por la ética, por la espiritualidad, la conciencia. Los capitalistas luchan por el poder, lo requieren para instalar en la sociedad su moral, los valores que lo justifican y lo perpetúan, dar carta de origen natural a su egoísmo, a su antihumanismo, a la guerra de todos contra todos. Y, lamentablemente, están teniendo éxito.
Es hora de defender, hoy, lo que no se protegió ayer, al Socialismo. Aún hay tiempo. Es vital que el Socialismo salga a la palestra, que la gente, los obreros, los estudiantes, los barrios vean más allá de sus reivindicaciones sectoriales, y apoyándose en ellas apunten al núcleo de los problemas, al poder político, al gobierno, a maduro y su gavilla, y sobre todo al sistema capitalista.
Esa es la tarea pendiente de los dirigentes en cada sector social, los obreros, los universitarios, los petroleros, los de las fábricas, los desempleados, los jubilados, todos. Los dirigentes deben conducir la lucha por sus reivindicaciones sectoriales, yendo más allá, apuntando alto, al gobierno y al sistema. De esa manera cumplirán su papel histórico de liberar a la sociedad del capitalismo antihumano. De otra manera, las luchas por las reivindicaciones parciales funcionarán como una certificación del poder político y del sistema capitalista.
¡VOLVER A CHÁVEZ, DEFENDER AL SOCIALISMO!