Cuidado con los cantos de sirena que nos adormecen sin que nos demos cuenta

Dormir despierto

Lunes, 05 de septiembre de 2022.- Lo que nos protege también puede dañarnos.

El dormir despiertos tiene, como casi todo en la vida, sus ventajas y sus desventajas, veamos:

Por una parte, te permite estar envuelto, casi permanentemente, perenemente, en una especie de malla protectora que te resguarda de casi todo mal que pueda afectarte, pero que simultáneamente te separa, te aleja del mundo.

Filtra todo contacto que tengamos con él, llevándolo a su mínima expresión.

Evitando que nos dañe, pero a la vez, impidiendo que nos enriquezca.

Todo extremo es vicioso, solía repetir, con una sonrisa constante, alguien que ya no está con nosotros, como dicen los ateos religiosos.

Y no le faltaba razón.

Pero, el asunto tiende a complicarse, ¿cómo le explicas eso a cualquier extremista, que vive obsesionado con su resguardo personal, y se niega al menor contacto real, sin percatarse de los peligros que sus visiones y posiciones extremas le acarrean?

A quienes son conscientes de su extrema sensibilidad y han levantado por años barreras sólidas e infranqueables, ¿cómo le argumentas?

A aquellos que están totalmente convencidos que el riesgo no vale la pena y permanecen enconchados como una ostra.

¿Cómo se le plantea a alguien de extrema sensibilidad que baje la intensidad de sus cortinas protectoras e infranqueables, para que pase aire fresco y luz revitalizadora que lo fortalezcan con su contacto, por más leve que sea?

Cuidado con los cantos de sirena que nos adormecen sin que nos demos cuenta y que deben estar bajo nuestra constante vigilancia y observación activa..

Y ¿cómo se despierta a un ser, a una comunidad, a un país, que la mayoría de las veces, de una forma inconsciente vive en un estado de ensoñación, alejado de la realidad y negándose a aceptarla?

Para cambiarla, para mejorarla, superarla.

La filosofía y la política actuando en conjunto, íntimamente relacionadas, han auxiliado al ser humano a través de la historia y lo han ayudado a superar de variadas formas y en diversos grados, ese estado de ensoñación constante que obstruye su avance.

Como decían, hace algunos años los muchachos que hoy son abuelos: “Hay que estar moscas”

Ah, y hay que añadirle: hay que trabajar.


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Luis Enrique Sánchez P.


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