El aborto, el médico y el paciente octogenario

Puede que alguien muy sesudo no lo vea comparable, pero yo sí veo un gran paralelismo entre estas dos circunstancias...

No en ésta sólo, pues ya se ve que en todas las sociedades occidentales el asunto del aborto es tratado de manera distinta según plazos, etc, pero el hombre sigue teniendo en todas y en dicho asunto un protagonismo inmerecido. Todos los parlamentos, además, están conformados por una mayoría de hombres. Y son los parlamentos los que legislan. De modo que son hombres los que mayoritariamente deciden los términos en que el aborto y las condiciones en que se lleve a cabo está o no permitido. Esto sucede pese a que en tan grave asunto el hombre debiera inhibirse por completo en cuanto a los efectos legales. El papel del hombre en este asunto no debiera pasar de poder expresar su opinión. El caso es que la legislación sobre la grave decisión de abortar debiera ser cosa exclusiva de la mujer, que es quien va a asumir las consecuencias de su decisión. La aportación a la vida de un nuevo ser por parte del hombre es, podríamos decir que incluso anecdótica, demasiado cómoda como para que una ley deba ser concebida y redactada en los términos que los hombres determinen. El aborto debe resolverlo la sociedad femenina. Es preciso superar cuanto antes ese prejuicio…

El otro asunto que me trae aquí ahora es el de los papeles respectivos del médico y del paciente de 80 o más años. El médico termina asimismo en la sociedad occidental su ejercicio profesional a una edad que no va más allá de los 70 años. Es cierto que el médico ante un paciente octogenario puede comprender su psicología, pero no puede "sentirla" en sus mismos términos puesto que no tiene esa edad y desconoce, por su propia naturaleza, que una persona concibe su vida, asimismo por su propia naturaleza, antes de cumplir los 80, en términos de casi inmortalidad. Eso es lo que le permite vivir desenvuelto y desenfadado. Sólo cuando llega a los 80 en normales condiciones de salud es cuando vive y "siente" la vida, "su" vida, de otro modo. Ya no mira tanto atrás ni el presente a menos que esté muy atareado (caso de los artistas e investigadores) como hacia el tramo final ya cercano al fin de su vida. Razón por la cual las consideraciones que el paciente de más de 80 acerca de su opción de dejarse o no tratar por la Medicina, podrán ser comprendidas perfectamente por un médico en ejercicio pero, como en el caso del aborto, no pueden ser "sentidas" del mismo modo puesto que el hombre no es mujer ni el médico tiene 80 años.

El paciente de más de 80, ya ve su futuro muy corto, y el valor que da a la vida es también mucho menor. Lo que empieza a atribularle es el posible dolor, el sufrimiento y las limitaciones funcionales inherentes a la enfermedad que le llevará a la tumba, sí ese es su caso y no fallece de muerte repentina. De modo que si un tratamiento clínico es agresivo, lo más probable es que esté más dispuesto a la eutanasia que a aferrarse a la prolongación forzada de su vida porque el médico, su deontología y la propia Medicina como superestructura social se esfuerzan en prolongársela aunque sea con sufrimiento y una serie de problemas para él, para quienes eventualmente le rodean y para la sociedad...

Tener en cuenta todo esto, creo, que es muy importante habida cuenta el gran salto en longevidad que la sociedad organizada en el liberalismo económico ha dado en los últimos treinta años. Longevidad que tanto alarmaron a Christine Lagard, entonces Secretaria del FMI, como al ministro de Finanzas nipón Aro Taso, hace ya 14 años, porque el sistema no puede soportar una población pasiva que empieza a ser superior con creces a la población activa en un sistema muy complejo de organización socio-económica y política. Lo que significa que debiera abrirse las puertas de par a la eutanasia activa. Ya no hay razones especiales de carácter religioso ni de ningún otro tipo que la problematicen o la impidan… Los reparos, objeciones relativas al uso indebido de la eutanasia activa no tienen más peso específico que los riesgos sobre el uso criminal que de ello puedan derivarse. ¿Es más civilizada una sociedad por impedir la eutanasia activa y el aborto decidido por la mujer que es capaz de matar en guerras a cientos de miles de personas o mantener una desigualdad social insoportable?



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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